1965

 El Mensaje

El diario de Margarita y

sus diálogos con Jesús

Año 1965

 

*** (A. 1)

J Yo te quiero ahí donde estás, incomprendida, toda escondida en el Corazón de tu Dios.

Tu amor será tu cruz.

Pensé en ti desde toda la eternidad.

Tu amor para mí será tu santificación y la santificación de muchos.

Yo mismo colocaré sobre tu frente la corona de gloria.

Yo te desposaré en la alegría.

*** (A 1)

A propósito de un sueño del que se habla en la autobiografía: Pregunté a Nuestra Señora la causa de sus lágrimas.

NS Lloré por los horrores del mundo actual. Lloré sobre la locura de los pueblos que forjan

ellos mismos las armas de su destrucción. Lloré por la ingratitud de mis hijos.

*** (A.5)

Yo no soy el Dueño del amor. YO SOY EL AMOR. El amor es más fuerte que el odio.

Ten confianza; el Amor vencerá al mundo.

Palpé la realidad, y mi corazón está en la alegría. 1

1 A causa del ambiente sin religión y materialista.

*** (A. 6)

Físicamente y moralmente me duele tanto. Más que nunca sirvo de parachoques. Aquí

no sospechan cuánto me hacen sufrir. Dios mío, sólo te tengo a ti y te quiero. Parece como si mi cuerpo hubiese sido apaleado, y mi alma está triste y desanimada. Estoy cansada; no puedo más. Nadie se da cuenta y es mejor así. Ellos no comprenden, no saben. Tengo tal necesidad de calma y de soledad para encontrar a mi Dios... Esto también me es negado. Sin embargo, por encima de todo esto, hay en mí un sentimiento de paz celestial y una conformidad de mi voluntad a la voluntad de Dios. A pesar de estos obstáculos, sé que él está ahí y que me quiere.

Es Semana Santa. Uno mis sufrimientos a los sufrimientos de Jesús crucificado. Participo. Hago parte de su obra redentora. Jesús mío, dame tu fuerza para sufrir bien contigo. Te quiero.

*** (A. 7)

M Mi corazón está helado. Te lo suplico, caliéntalo con tu presencia.

J Tienes que sufrir la ausencia de tu Dios. Es necesario.

M ¿Por qué?

J Porque el oro debe pasar por el crisol.

M Dios mío, no se que actitud tomar delante de ti; temo tanto disgustarte...

J La más sencilla es la mejor. Deja que hable tu corazón, y dime todo lo que te preocupa y

Mi ausencia es sólo aparente.

Consuélate; volveré.

*** (A.8)

J Sólo algunos elegidos me quieren. Tú estás entre ellos. Las masas no me pertenecen verdaderamente.

M ¡Quisiera tanto, mi dulce Señor, trabajar por tu gloria!

J Hija mía, ¿no es mas bien, tu gloria la que buscas?

A mi me gusta que permanezcas oculta.

*** (A. 9)

J No te preocupes de tus imperfecciones. Yo he cargado con todo. Cada día las borro con mi sangre.

Tú eres guiada por mi Espíritu.

A propósito de una comunión dada a una persona cuyas disposiciones manifiestamente no correspondían a las exigidas:

J Darme a un pecador endurecido es un sacrilegio. He dado a mis hijos la libertad de elegir entre el bien y el mal. Un solo acto de arrepentimiento es la puerta por donde me precipito en el alma herida del pecador. ¿No he derramado mi sangre por todos?

*** (A. 10)

M Estoy llena, Dios mío, llena de todas las riquezas del cielo, llena de tu amor, llena de ti, Dios mío.

J Yo he dicho: "Daré mi ciencia a los pequeños y a los humildes". Te concedo contemplar las maravillas del cielo. Tu amor es más necesario, créelo, que unos excesos de actividad, que, a vaces, no son de mi agrado, aunque la intención sea buena y laudable de por sí. No busques otra cosa que lo que quiero darte. Ámame, y yo te daré siempre más amor.

*** (A.11)

J La confianza produce el amor, y el amor prodúcela santidad.

El amor está hecho de desprendimiento y de sacrificio.

El que me quiere ya no se pertenece, pues se ha entregado enteramente al amor.

*** (A. 12)

Si yo hago un favor a mi prójimo, ¿no debe estar mi corazón agradecido hacia quien me permite ser caritativo? La ingratitud, de veras, ya no me afecta. De otro modo, me parecería oir la voz de mi Amado que me dice: "Vanidad, todo es vanidad... has recibido ya tu recompensa". Y este reproche en labios de mi Amor me parecería insoportable.

*** (A. 13)

J Hija mía, que tu corazón se llene de alegría, del deseo de los bienes del cielo. Aparta tu pensamiento de las cosas del mundo. Levanta tu espíritu hacia mí, tu Dios y tu Señor. Búscame en todo. Yo soy un Dios celoso. Recuerda que mi amor es terriblemente serio. Te descubro mi amor. Te lo doy. Ten cuidado de no apegarte a nada más. Tu deseo de quererme es santo, y te lo concederé como lo quieres.

Te quiero enteramente al servicio de los demás en la medida de mi inspiración.

***

J Mido mis exigencias de acuerdo con la debilidad humana. A quienes pido más, doy más fuerza y

Ánimo.

M Jesús mío, dá la paz al mundo.

J Yo soy la paz, y él me rechaza.

M ¡Ten piedad de tus hijos!

J Ellos no tienen piedad de mí.

***

M Jesús mío, no estés enfadado contra tus hijos.

Ellos son inconscientes y tan desgraciados...

J Yo estoy más apenado que enfadado. Pero tienen que convertirse.

*** (A. 17)

He puesto en Dios toda mi esperanza. No seré confundida. Yo sé que Él me guardará siempre en la santa humildad. ¡Oh Jesús mío! Yo no podré amarte jamás como ellos (los santos) te han amado, si tú no me das el amor que les has dado.

En este día he recibido grandes luces sobre lo poco que soy. Jesús me ha reprendido severamente, y ello me ha producido un malestar y una gran pena que han durado bastante tiempo.

***

M Jesús mío, tengo tanto miedo de perderte...

J ¿Quién habla de perderme?

M Yo soy tan indigna...

J ¿Quién es digno? La vida del amor es toda recta y sencilla. Va directamente a la meta: Yo. Yo, tu

Dios, que te espera al final del camino con los brazos muy abiertos. ¿No sabes que yo aniquilo inmediatamente todas tus imperfecciones? Yo no puedo tolerar una sola huella de mancha en tu alma. Y, si te reprendo, es para tu bien.

Hija amada, sabe que la humildad es un bien que yo aprecio particularmente.

M Si hubieras concedido a otros las gracias que me has dado a mí, se habrían vuelto santos.

*** (A. 20)

Mi santidad consiste en aceptar con amor de sentirme la más baja de las criaturas, de conocer mi

Incapacidad, de ser pequeño "nada" de Jesús.

Ya no estoy triste por ser tan débil. Doy muchas ocasiones a la divina misericordia de manifestarse hacia mí. Y encuentro mi alegría en este hondo abismo en donde mi Señor me mantiene

Ser muy pequeña entre los brazos de Jesús. ¡Qué felicidad y qué agradecimiento hay en mí por tantas gracias!.

*** (A. 21)

J Hija mía, la santidad no consiste en ser, sino en aceptar no ser. Sólo yo santifico, y sin mí, todo esfuerzo es vano. Yo soy y vengo. Yo doy y vuelvo a tomar lo que he dado. Elevo y humillo. Las humillaciones son necesarias. Exalto y rebajo. El alma está aniquilada bajo mis golpes. Y es entonces cuando la encamino en la vía de la santidad y hago mías todas las potencias de su ser.

Hija mía, no te pierdas en palabras vanas. Recógete, y convéncete de que en ti me encontrarás. No estés triste por tus imperfecciones. Ten confianza en mí. Te quiero. Así como lo deseas, aumentaré en tu alma la capacidad de sufrir por mi amor.

Hay que ser lo más fiel posible a la meditación. De tu fidelidad depende la suerte favorable de otras almas.

Derramaré amargura sobre toda alegría que venga del mundo. Yo soy tu alegría y tu paz para siempre.

M Jesús mío, ¿Qué hubiera hecho yo si hubiese presenciado verdaderamente tu Pasión dolorosa?

J Depende de los sentimientos que hubieras tenido entonces. Ves, hija mía, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Ya en aquel momento sufría por ti. Yo te conocía, y tú estabas en mi corazón. Entonces te engendré en el sacrificio cruento de la cruz.

J Hija mía querida, cuando rezas por los demás, es para ti para quien rezas. El bien que les haces, a ti te

Lo haces.

M Señor, ¿qué quieres de mí?

J Que obedezcas inmediatamente a mis inspiraciones con amor. Dame esta prueba de tu afecto, y te daré entonces otra cosa. Quitaré lo vano y superficial que queda todavía en ti. Sé tranquila, ponderada, sensata. Tu alma debe encontrarse siempre a la espera. Mantente delante de mí como una llamita brillante, ofrenda de amor.

*** (A. 25)

J Deseo un día universal de reparación por los pecados del mundo, este mundo que está forjando las armas de su propia destrucción.

*** (A. 26)

J El ser humano solamente puede ser rico, a mis ojos, con las riquezas que yo le ofrezco. Lo demás se pierde en el polvo de los tiempos. Fuera de los bienes del cielo, todo es "nada", todo es vanidad. Hija mía, el mundo no puede vivir sin mí.

J Dame tu tristeza, la cambiaré en alegría.

Sé avara en palabras, generosa en acciones.

J Yo te he revestido con un vestido nuevo de inocencia.

*** (A. 27)

J El Amor extiende su sombra sobre ti, y produce en tu alma una humanidad nueva.

La Iglesia atraviesa una grave crisis.

Hay que rezar, rezar continuamente.

Hay que volver a poner orden en todo.

... ... ... (B. 1)

He visto al demonio en un sueño. Daba vueltas alrededor de mí, apagaba las luces y se reía con burla. Se personificaba bajo las apariencias de un hombre corriente, pero yo notaba algo repugnante. Tenía yo una botella de agua bendita y le eché un poco a la cabeza. El cambio fue rápido. Se retorcía con muecas muy feas. ¡Qué sueño! Desde hace muchos días, no ha dejado de enseñar los dientes. En mi entorno tiene excelentes condiciones para eso, y se sirve de ellos para hacerme sufrir.

Sábado, 7 de agosto de 1965. (B. 2). En misa:

He sido embargada por un profundo recogimiento, y en el momento de la elevación, he recibido la visita de Nuestro Señor. Esta visita ha durado toda la misa y sobre todo durante la santa comunión.

12 de agosto de 1965. (B. 3).

J ¿Lo que quiero de ti? El don de ti misma. Debes cooperar en la obra de santificación de las almas. Debes olvidar el "yo" egoísta y personal que existe todavía en ti. Debes sacrificarte en esta obra. Debes oir las millones de voces desamparadas en el mundo. Y solamente entonces me querrás con este amor que tu tanto deseas y que mis santos han conocido.

19 de agosto de 1965. (B. 4 y 5).

Esta mañana, al despertarme, he pedido a la Santísima Virgen que me ayude a trabajar muy bien. Le he ofrecido la jornada, mis penas, mis alegrías, mis fatigas, todas mis acciones, por pequeñas que sean, y también mi miseria. He tenido mucho trabajo, una colada importante, la limpieza de la casa, la comida, etc. Estoy muy cansada pero muy feliz.

Ahora son casi las cuatro. Estoy sola y voy a reunirme con mi Jesús en la meditación. ¡Ay! Por hablar... como de costumbre, me han impedido hacerlo. He rechazado interiormente mis deseos de soledad y me he tragado las lágrimas.

J Has llevado mi mensaje. Está bien. Ahora la simiente está en la tierra; déjala germinar y no te preocupes de nada.

Sonreir siempre a pesar de la tristeza que me oprime... No puedo ya recogerme. Jesús está ausente. Hay que luchar contra el desorden, contra el entorpecimiento de mi espíritu, contra los pensamientos desalentadores, contra esta especie de torbellino que me arrastra. Tanto ruido a mi alrededor, tantas palabras inútiles, tantas cosas que hacen daño; esta incapacidad, habitual desde algún tiempo, de echarme en los brazos de mi dulce Salvador. Y sobre todo esta impotencia que está en mí y que me prueba cuanto necesito, con la ayuda de Dios, acordarme sin cesar de sus bondades, para no llegar a dudar de todo. Soy cobarde y miserable, no me siento capaz de nada bueno. Quisiera sacrificarme por todos, y no hago nada. No llevo nada a cabo.

He intentado remediarlo un poco con la lectura de un libro bueno: "La vida de San Clemente-María Hofbauer". Es muy edificante; sin embargo, no me conforta mucho. Me doy más cuenta todavía de lo que soy.

No es mi indignidad lo que más me hace sufrir, sino la falta de soledad. ¿Cómo hacer oración, y, gracias a este contacto con Nuestro Señor, buscar la ayuda necesaria a este estado de cosas?.

2 de septiembre de 1965. (B. 8).

M Si tú no me das este amor que los santos han conocido, no quiero ningún otro. Con un santo atrevimiento, no vacilo en decirte que prefiero no quererte, antes que quererte mal. No me apetece un amor mediocre. Sólo tus santos te han amado como tú mereces serlo. Este amor viene de ti. Si me lo das a mí, que no soy más que incapacidad y bajeza, tu gloria resaltará con mucha más fuerza aún.

... ... ...(B. 9).

Nuestra indignidad no debe alejarnos de Dios, sino al contrario, acercarnos más a Él, como un medio seguro y rápido de deshacernos de lo que hay de malo en nosotros

... ... ... (B. 10).

J Tú eres hija de Dios y de la Santa Iglesia.

Yo soy la voz que resuena en las cuatro extremidades del mundo, y que apenas se escucha; la voz que cada uno oye y que muchos rechazan y sofocan. ¡Pobres hijos míos! ¿Hasta cuándo os soportaré?.

Tanto ruido y tan poco resultado positivo.

M Jesús mío, te amo. Sólo he querido amarte a ti. Preferiría morir mil veces antes que ofenderte gravemente. Haz de mí lo que tú quieras. Ayúdame, mi amado. Acuérdate de que yo no soy mas que incapacidad. No me dejes jamás. Incluso cuando estás ausente, te amo, espero, tengo confianza, creo, mi Amor, mi Todo.

7 de septiembre de 1965. (B. 11).

M ¿Cómo podría practicar la mortificación y la penitencia?

J Con una justa medida, adaptada al ambiente donde vives.

... ... ...

M No hay sitio en mi corazón más que para el Amor. Hoy quiero vivir en la santa alegría, constantemente

Renovada de tu divino amor.

¡Oh! ¡Cuánto quisiera que te amase todo el mundo! ¡Qué felicidad de ser hija de Dios y de la Santa

Iglesia!

J Tú eres, serás y seguirás siendo eternamente la hija de mi Santísimo Corazón.

M Siembro en lágrimas. La cosecha será buena.

J No intentes saber como será el día de mañana. Sé fiel a la gracia, y entrégate completamente.

Reza, reza continuamente por todos tus hermanos. Sé mansa y humilde de corazón.

La santidad existe en todos los estados de vida. Pídela; te será concedida.

No rehúso jamás mi ayuda a quienes me llaman humildemente.

Antes de hablar, aprende a escuchar y a pensar.

... ... ... (B. 12).

J El Concilio no dará todos los frutos esperados... Cuando todo parece perdido, entonces se percibe al fin

la única tabla de salvación. Yo te lo digo: los muertos para los muertos, y los vivos para los vivos.

Animado por el Espíritu, el Concilio reúne a unos seres con vida. El Espíritu Santo lo reúne y lo anima en provecho de estos seres con vida. Los muertos espirituales, como cualquier cadáver, no responden vitalmente a su acción. Los vivos viven y actúan para los vivos, no para los muertos.

En aquellas fechas se le planteaba a Margarita la eventualidad de una nueva intervención quirúrgica:

J ¿Me has dado todo?

M Señor, ¡tengo tanto miedo!

J Hijita mía, dame tu miedo. Lo transformaré en heroísmo.

No me dices bastantes veces que me quieres. Siento tal necesidad de amor...

Margarita depone su miedo y se entrega amorosamente a la voluntad divina.

M Amado mío, hoy será lo que tú quieras que sea. Me abandono a ti.

19 de octubre de 1965. (B. 13-14).

J Sólo me retiene el amor de las almas pequeñas. Ellos echan sal sobre mis llagas.

(Ellos, pronombre con el cual Jesús designa habitualmente a sus adversarios.)

M Es hermoso tu Paraíso, Jesús mío.

J Sí, pero muy pocos entran en él actualmente.

M Tú eres Amor, este Amor que difundes por doquier en el mundo, este Amor despreciado, incomprendido, olvidado... Y yo te amo con este amor que tú me has dado, con mis debilidades, mis imperfecciones, mis cobardías..

J Hija mía, tú me quieres con tu humanidad, es cierto. Pero este amor soy yo. Y él borra todas tus

Imperfecciones.

20 de octubre de 1965. (B. 14-15). Durante la comunión:

J Todo viene de mí... y me desprecian, me olvidan y se mofan de mí.

M ¡Señor, salva a tus hijos!

J Yo no puedo salvarlos a pesar suyo.

... ... ...

Ayer viví un día de amor y de abandono. Sentimiento real de la Presencia amada. Por la tarde he

Recibido su visita. ¡Hacía tanto tiempo que la esperaba!.

21 de octubre de 1965. (B. 15).

J De ahora en adelante, cuidaré de todos los que tú me recomiendes.

No te preocupes de nada. Yo proveeré a todas tus necesidades.

Las apariencias engañan. Lo que brilla a los ojos del mundo es vano para el cielo.

¡Mi pequeña violeta!

Hago la señal de la cruz sobre tu frente, sobre tus labios y sobre tu corazón.

22 de octubre de 1965. (B. 15-16).

J Tengo tanta compasión de vosotros. ¿Por qué no tenéis compasión de mí?

Mi misericordia está deseosa de derramarse. La retiene mi justicia.

Pero ella triunfará.

Yo no puedo obligarles a quererme. ¡No les he dado a todos la libertad?

... ... ...

J Piensa en lo que tú eres.

Piensa en lo que yo soy.

Mi amor llena la distancia que me separaba de ti.

Mi misericordia resplandece en ti.

Más que otros, necesitabas mi misericordia, pobre hijita mía.

Cree en mi amor. No dudes jamás de mí.

27 de octubre de 1965. (B. 16-17).

J No eres más que un "nada" ínfimo. Pero este nada, lo he unido a mi Todo.

Pide. Te lo concederé. Dame mucho amor... No me darás jamás lo suficiente. Reza mucho por tus

Hermanos; no dejes de rezar.

Todo debe hacerse por amor y en el amor.

M Señor, he buscado tanto la felicidad fuera de ti... Y solo en ti la he encontrado. Gracias.

28 de octubre de 1965. (B. 17). Durante la comunión.

J No intentes saber, no intentes comprender; ama; es lo que te pide tu Dios.

¿Podéis siempre evitar de contristar a los que amáis?

31 de octubre de 1965. (B. 17-19). Fiesta de Cristo Rey.

J Demuéstrame tu amor con actos de sumisión, de abandono, de ofrenda y de agradecimiento. No tengas miedo, hija mía. (Al acercarse el 2 de noviembre se vislumbraba en el corazón de Margarita su temor instintivo a la muerte.)

Todos conocen este miedo. Es el salario del pecado. Sopórtalo por mi amor, en remisión de tus pecados y de los pecados de todos los hombres. Para encontrar la vida, tienes que pasar por la muerte. Ámala, pues ella te hará encontrar la vida eterna.

Yo soy su único alimento. Conocen la felicidad en una apoteosis de gloria.

¡Mis queridas almas pequeñas

Hija mía, haz lo que te pido. ¿Tan difícil es? Estoy aquí.

Por la tarde en la Iglesia

J Hija mía, estás tocando de muy cerca un gran misterio, el amor incomprensible de mi divino Corazón

Para con todos los hombres.

¡Mi Corazón sangrante, que perdona!

¡Mi Corazón sangrante, que olvida!

¡Mi Corazón sangrante, que excusa!

¡Mi Corazón sangrante, que implora!

¡Mi Corazón dolorido, tan hambriento y sediento de amor!

3 de noviembre de 1965. (B. 19).

J Hija mía, estás triste. ¿Y yo? Cuando te duela demasiado, ven sobre mi Corazón.

8 de noviembre de 1965. (B. 19). Al despertarme

J Únete a mí, en espíritu, en palabras y en acciones.

En misa

J Olvida todas tus preocupaciones, hijita mía. ¿No quieres sufrir un poco por mi amor?

M ¡Oh sí, Señor! Lo quiero.

9 de noviembre de 1965. (B. 20).

Una mañana, al despertar, me preocupaba por mi madre:

J No te preocupes del día de mañana. Toma este día que te doy, y dame las gracias por todo. Ten

Confianza en mí.

10 de noviembre de 1965. (B. 20). Durante la oración

M Mi única riqueza: mis deseos.

Mi única riqueza: mi incapacidad

Mi única riqueza: mi pobreza.

J El conocimiento de tu miseria atrae mi misericordia, que se apresura a colmarla.

M ¡Señor mío y Dios mío!

Al pasar, entré en la iglesia. Empezó mi corazón a latir muy fuerte. Y enseguida Jesús me visitó.

11 de noviembre de 1965. (B. 21). Oración improvisada

J La Santa Trinidad estableció en ti su morada. Sé atenta a esta presencia, mi querida hija.

No defraudes jamás a tu Dios. Un día te dije: "Te desposaré en la alegría" (página 59). Este es

El preludio. Entrégate a los demás sin medida.

12 de noviembre de 1965. (B. 21).

J Todo debe hacerse en el amor.

Si yo dejase de querer, dejaría de ser Dios.

Tu pequeño rebaño será lo que tú quieras que sea (El rebaño de las almas pequeñas suscitado por el Mensaje)

Cuanto más generosa seas, tanto más aumentará. Se ha oído la voz del amor que implora la paz. La

voz del odio intenta apagarla. Reza, hija mía, reza mucho. El mundo desea la paz, pero

el orgullo hace sus estragos.

En la comunión:

J A mí también déjame descansar sobre tu corazón. Estoy tan cansado.

Cállate. No digas nada.

... ... ...

Pon en práctica la humildad, hija mía; es una virtud que me agrada particularmente.

No te eleves jamás.

Las pequeñas atenciones que tienes para conmigo son un bálsamo sobre mis heridas.

19 de noviembre de 1965. (B. 22).En misa:

M Señor mío y Dios mío, quisiera tanto amarte como te amaron. Quisiera darte más, demostrarte mi

amor con más generosidad.

J Hija mía, tus deseos son realidades. Cree en mi amor por ti. Ten esperanza. Yo soy el Rey del cielo y

De la tierra. Yo soy el Rey de los corazones. Que cada estante de tu vida sea una ofrenda

continuamente renovada a mi divino amor.

Cree, adora, ten esperanza.

22 de noviembre de 1965. (B. 23).

M Quiero amarte, Jesús mío; ¡oh sí, quiero amarte cada vez más!

J Para quererme ¿qué debes hacer?

M Debo amar a los demás, pues en ellos te encuentro.

J Para querer a los demás ¿qué debes hacer?

M Debo sacrificarme por ellos sin miramientos, hacerles favores según las circunstancias que se

presenten.

J Muy bien. Ya no te perteneces. Vé a donde te insinúo que vayas. Estoy contigo. Multiplicaré las

ocasiones de sacrificarte. Hasta el sacrificio total de ti misma al amor, mi querida hija. Hé aquí lo que

quiero de ti. Entrégate al Amor con alegría.

24 de noviembre de 1965. (B. 24).

J No eres de la raza de las águilas reales; pero, exactamente como ellas, perteneces al edificio sagrado.

Hija mía, eres la pequeñez. ¡Y se quiere tanto a lo que es pequeño!.

25 de noviembre de 1965. (B. 25). En la oración:

M Jesús mío, mi corazón es tuyo. Lo consagro al Amor. En mi corazón hay un altar. Reinas en este altar,

divino amor mío, y en él deposito todas mis acciones, mis pensamientos, mis deseos, mis palabras,

mis intenciones, todo lo que hay de bueno y de débil en mí.

J Todo será purificado en el amor, como el oro en el crisol.

M Irradiarás desde mi corazón lleno de amor. Cada día te daré todo en ofrenda. ¡Quiero ser consumida en

el Amor , por Ti!

28 de noviembre de 1965. (B. 25-27).

M Jesús mío, estoy tan triste de no darte siempre regularmente el tiempo de la meditación. Conoces las

dificultades que tengo para encontrarte.

J Lleva tu cruz como llevé yo la mía. ¿Acaso gemí? ¿Acaso lloré? Lloré sobre vosotros, pobres hijitos

míos, que no vacilasteis en sacrificar a vuestro Dios, a pesar de todos los prodigios que habéis

presenciado. Vine, hijita, para salvaros. En vano os tendía los brazos. No me habéis reconocido.

Mi pequeña, ámame mucho, olvida tus sufrimientos; sabes que, cuando te hacen daño, me duele a mí

antes que a ti. Sé valiente. Estoy siempre contigo, incluso en medio del alboroto. ¿Quién podría

impedirnos? ¿No eres acaso mi alma pequeña? Te doy en poco tiempo lo que otros reciben a veces a

lo largo de mucho tiempo. Porque tal es mi voluntad.

1 de diciembre de 1965. (B. 27-28).

J Hija mía, los sentimientos valen solamente si provienen de un amor verdadero. Sin embargo, no son

Indispensables al desarrollo de la vida interior. A veces un alma se encuentra enriquecida sin saber

Cómo. A otras doy la unción de mi Espíritu, pues sin ella estarían frenadas en su caminar hacia mí.

... ... ...

M Jesús mío. ¿por qué permites que me exteriorice a veces tanto?

J Mi hijita es toda espontaneidad. Es asi como deseo que te quieran. Más adelante se acordarán de tu

Gentileza.

Pero tranquilízate. Te exteriorizas únicamente para lo que no tiene importancia. ¿Revelas lo que

Interesa tu vida interior, nuestro querido secreto?

M ¡Oh no, Señor!

J ¿Descubres lo que ataca la reputación del prójimo?

M Ya sabes que no, Señor.

J ¿Disimulas lo que puede causar perjuicio a los demás?

M ¡Oh sí, ya lo sabes, Jesús mío!

J Sin embargo, quiero poner a mi hija en guardia contra esta tendencia que tiene a hablar de cosas

Insignificantes. Hay un límite que respetar, hija mía. Un justo término medio para todo.

¿Quieres agradarme?

Cuando te acuerdes de mí en medio de una conversación que no es edificante, retírate sin que lo noten.

No deseo que te exteriorices inútilmente.

3 de diciembre de 1965. (B. 29). En la comunión:

J El tiempo pasa.

Todo pasa.

Yo no paso.

Soy inmutable.

12 de diciembre de 1965. (B. 29-30).

Yo sufría al ver padecer a mi madre. Sobre todo temía por su alma.

J Aparta de tu corazón toda inquietud. Ten confianza en mí. Mírame.

Mi sacrificio ¿habría sido en vano? ¡no! No temas nada. Yo no he venido para los justos.

No has estado jamás tan cerca de mi Corazón. Pero en este momento no eres receptiva, pobre hijita

mía. Échate en los brazos de mi Santa y Gloriosa Madre. Es donde me encontrarás.

No pierdas, por demasiada prisa, lo que acabas de adquirir en un instante.

Oración imposible. Sufrimiento

J He creado en ti un estado de oración permanente. Incluso cuando no piensas en mí, quedas unida a mí

por todas las fibras de tu ser.

Lo que es mío, lo guardo. Ten confianza.

Hija mía, para ti ha llegado el momento de dar. Es la prueba de tu amor, amor que da y no pide nada.

Haz uso de mis riquezas. ¡Si supieras!

20 de diciembre de 1965. (B. 31).

J No des demasiado importancia a lo que pasa. Todo lo del mundo es vano y sin importancia para el

Cielo. No descuides jamás las cosas santas a favor de las cosas profanas. Estas no traen consigo más

que turbación y confusión.

22 de diciembre de 1965. (B. 31-33).

Esta mañana, al despertar, al abrir los ojos, he sentido a Jesús cerca de mí y he recibido su beso. Amor, agradecimiento,

Recogimiento. ¿Cómo describir esto? Imposible.

... ... ...

J El recogimiento no se consigue en el tumulto, con el sonido de los tambores. Esta música es profana y

me desagrada profundamente (Durante una misa "amenizada por los estampidos estruendosos de trompetas y clarines.)

Yo me entrego solamente en el silencio y la oración. ¿Quién se atrevería a arrancarte de las manos de tu

Dios? Acércate a Él con respeto y con un gran abandono. Penétrate de la inmensidad de su Santa

Presencia, de su Bondad, de su Misericordia infinita

Hija mía querida, vas a donde yo te llevo.

... ... ...

J Quiero todo de mi hijita, el bien y el mal. (Atención: Jesús quiere el mal que subsiste en Margarita, no

para tolerarlo, sino para purificarla, como cuando decía a San Jerónimo: "Dame tus pecados".)

Su pobreza la transformaré en riqueza.

La alegría mía consiste en dar.

Sepas, hija mía, que la humildad consigue todo de mí.

... ... ...

J Yo soy para ti toda debilidad. No me preguntes por qué; no comprenderías.

Aprovecha este tiempo que te está dado para salvar las almas, por tu fidelidad y por tu amor.

Que la alegría que me das se cambie en bendición para ti y para todos los que tu amas

... ... ...

J Guarda el contacto conmigo con vivas aspiraciones de amor.

Da sin escatimar.

********************

Comentarios

Entradas populares de este blog