1966

                                AÑO 1966

de enero de 1966. (B. 34).

Los hijos, los hijos de los hombres en quienes me complazco y me rechazan.

No se debe hacer como el avestruz, que esconde la cabeza para no ver y no ser visto. Hay que mirar la realidad de frente y enérgicamente remediar el mal que no cesa de crecer en el seno de mi Iglesia. El sentido de lo divino se pierde; el modernismo desmedido destruye la vida misma de la gracia en muchas almas.

6 de enero de 1966. (B. 34-36).

Yo, que soy el Rey de reyes, ¿por qué debo esperar el consentimiento de los hombres? No puedo quitarles los poderes que les he dado. Algunos ni siquiera tienen ya el respeto de mi Santo Nombre. ¡Oh hija mía! ¡Si vieras, como yo, el fondo de las: almas! ¿Quién hace penitencia? Cada uno se cree sin pecado y superior a los demás. Muy pocos rezan por su progreso espiritual y para ser preservados del mal.

J Lo que parece duro a la naturaleza humana se torna fácil conmigo.                                   

J Obedece a la inspiración del momento, no te preocupes de nada.

Estate atenta a mi voz en el silencio de tu corazón.

Cree en mi amor por ti. Hoy: silencio. Escúchame.

M Señor, desde hace muchos años he hecho mía tu ley. Y, sin embargo, mis deseos no han sido completamente satisfechos. Tu amor me atrae cada vez más, y tengo siempre más hambre de ti.

J Hija mía, mi ley es suave y fácil de llevar para los que me quieren.

Pero nadie en este mundo puede conseguir la entera satisfacción de sus deseos. ¿No tienen las rosas espinas?

18 de enero de 1966. (B. 36-38). En la oración:-

J Tú eres la que he elegido para ser instrumento de mi voluntad. Por medio tuyo, mi voz se levanta con fuerza para poner en guardia a mis pobres pequeños contra esta locura que se apodera de ellos. El abismo se abre, inmenso, bajo sus pies. No se dan cuenta. So pretexto de bien, abandonan a su Dios. Arrinconan lo que les daba su fuerza. Ya no les queda tiempo para dedicarlo a la oración, pues el mundo y lo que es del mundo los acapara. Corren hacia su perdición. Ahí está la seducción. Están ciegos. Que tengan cuidado, no sea demasiado tarde cuando quieran volver atrás. Una vez hecho, es difícil desarraigar el mal.

¿Quién se atreverá a tomar el mando de la reforma que yo pido? ¿Quién se atreverá a ir en contra del mundo? Únicamente aquel que ha puesto en mí su confianza, para quien importan poco los honores, y quien, por mi gracia, no teme enfrentarse con la jauría. Con él estaré yo.

M ¡Oh Señor mío y Dios mío, te lo ruego, da a los unos y a los otros el sentido de su responsabilidad hacia ti, su Creador y su Salvador!

19 de enero de 1966. (B. 38).

J En verdad será un momento terrible cuando ellos comparezcan delante de mí. Tendrán que dar cuenta de ellos mismos y de los que les habían sido confiados.

20 de enero de 1966. (B. 38). En la oración:

J Los hombres me olvidan, y ¿debería yo salvar- los? Es pedirme mucho, hija mía.

Sin embargo, están mis almas pequeñas. ¿Qué no haría yo por ellas?

25 de enero de 1966. (B. 39).

J Sé disponible a las exigencias de cada uno. 26deenero de 1966. (B. 39).

J Asume la preocupación de los demás.

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En la oración:

Percepción muy clara de la presencia de Dios. Recogimiento. Unión.

'.

M ¿Cómo puede parecer a veces tan dulce, más dulce que la miel, lo que es amargo? " Qué me importa el ser estúpida para las cosas de la tierra, si tú me revelas las del cielo. Nada tiene importancia aquí abajo.

J Aquí abajo, hija mía, preparas tu cielo. La vida, al contrario, tiene un sentido, el sentido de los demás. ...

30 de enero de 1966. (8.39-41).

j

M Mi alma está triste y abatida. Sin embargo, esta :; tristeza no viene de ti. iTen piedad de mi! No me dejes entre las manos del enemigo.

J Hija mía, si tú no tienes la alegría dentro de ti, haz como si la tuvieras.

Si sientes impaciencia, haz lo contrario. Pobre pequeño "nada"… no eres capaz del esfuerzo que yo te pido. Pero estoy aquí. Toma mi mano y déjate llevar.

Oración:

M Señor, en tu inmensa bondad, me evitas el dolor de verme tal como yo soy en realidad. Pues si yo me conociera realmente, me parece que me moriría del horror resentido.

J Mi pequeña hija, defiende la buena causa. Yo seré tu victoria.

M Jesús mío, soy tu hija, lo noto, y nada podrá jamás romper el vínculo que me une a tí.

Tú eres el UNICO, el SOLO que mi corazón desea. Y, sin embargo, a veces pareces tan alejado que me hace sufrir.

J Cuando parezco lejos, estoy cerca y enseño. Llenaré el vacío de tu corazón. Ten confianza. Sé fiel. No hay que tener miedo.

Hay que hacer pasar sus problemas personales al segundo plano, sacar provecho de todo, del bien y del mal; acordándose del uno y olvidando el otro.

de febrero de 1966. (B. 4142).

J Entre tú y yo hoy habrá pocas palabras, solamente amor.

Descansa sobre mi Corazón. Cállate.

de febrero de 1966. (B. 42).

J No te eleves jamás. Solamente Yo puedo elevar y rebajar. Sé atenta a mi voz. Sé humilde y amante. Dime y vuelve a decirme tu amor. No me canso de oírte.

Usa de mis riquezas, hijita mía. No temas importunarme. Pide por ti y por los demás. Yo soy rico, muy rico.

M ¡Tú! ¡Enlace entre el cielo y la tierra! Mi dulce Salvador, a ti, que nos das el cielo, ¡cuánto te quiero!

de febrero de 1966. (B. 4243).

J El pecado pierde al hombre. El amor lo salva. El amor es el camino del cielo.

El perdón provoca el agradecimiento. El agradecimiento provoca el amor.

El amor consigue todo de mí. Mi amor es serio, terriblemente serio y exclusivo.

 

de febrero de 1966. (8.43).

J El fervor, los sentimientos de cariño son útiles sin ser indispensables. Hacen el alma más receptiva a las exigencias del amor. .

El fervor es el primer eslabón que encadena el alma al amor. El fervor puede desaparecer a veces, pero el eslabón se mantiene firme, y nadie, excepto el pecado, tiene el poder de romper este vínculo.

S de febrero de 1966 (8. 43-44). En la iglesia, suave reproche:

J Hija mía, ¿por qué no es tu primera mirada para mí?1

de febrero de 1966. (8.4445).

J Hija mía, ¿qué tienes para ofrecerme? Mi misericordia se impacienta. Tengo sed, dame de beber... Nada se pierde, hija mía; uno solo de tus suspiros hacia mí produce sus frutos.

Levanta tus miradas hacia el cielo; tu corazón ya "' no está sobre la tierra...; Mis queridas almas pequeñas, ¡cuánto me consoláis de la ingratitud de los demás!

Quiero que todos respiren en ti el aroma de mi amor.

Para muchos, la autoridad legal 2 no es ya más que una palabra vana. Mira a tu alrededor los estragos del orgullo. Cuántos me reciben por la mañana, y por la tarde rinden los honores al demonio. Estás horrorizada, y, sin embargo, es verdad.

 Conozco a todos mis hijos. ¡Pero, ellos no me conocen a mí!

1 Al entrar en la Iglesia, la atención de Margarita habla sido atraída por nuevas vidrieras.

2 La autoridad legal de la Iglesia...,

 

10 de febrero de 1966. (B. 45). En la comunión:

M Señor mío, no me dejes engañar ni ser engañada, no me dejes en la ilusión.3

J ¿Es, acaso, una ilusión el amarme? ¿Es una ilusión el ser amada de tu Dios?

12 de febrero de 1966. (B. 45). Al despertarme:

M Jesús mío, soy tan pequeña. ..

J Sé pequeña.

En la comunión:

J Aquí estamos tú y yo. Ofrece tu comunión por esta alma. Ella lo necesita.

Al acostarme:

M Amado mío, soy tuya. Tú también eres mío, ¿verdad?

J ¡Qué pregunta!. ..Como si no lo supieras.

14 de febrero de 1966. (B. 46). Oración:

J Habla de bondad, de ternura, de renuncia, de dulzura, etc., no cosecharás más que burlas.

Habla de chismes escandalosos, encontrarás un auditorio atento e interesado.

Lo hermoso y puro no atrae a los hombres. Lo que envilece y rebaja el alma en lo más hondo, esto les interesa.

3 Su director espiritual la había puesto en guardia contra la ilusión.

 

16 de febrero de 1966. (8.47). Oración:

J Lo que te propongo en esta meditación es de dejarte llevar a donde yo quiera. Mira los brazos muy abiertos de tu Dios. Ven a descansar sobre su Corazón, y olvida todas tus preocupaciones, amada hija mía.

Muchas cosas te están ocultas todavía, pero vendrá el momento en que revelaré a ti en todo mi esplendor. ¿Te das cuenta de la felicidad que te espera?

M Mi dulce Salvador, el camino es largo y árido para llegar a ti. ¡Cuántas caídas antes de encontrarse en la cumbre! Sin embargo, no toco jamás                              completamente la tierra, pues tu brazo me sostiene, y es as í como, fuerte por tu presencia y por tu amor, voy andando sin preocuparme de las dificultades que encuentro en el camino, y que me hacen tropezar, pero no caer.

17 de febrero de 1966. (8.48). Oración:

J Hija mía, quisiera verte entrar más profundamente en el desprendimiento. Si quieres pertenecer toda al Amor, tienes que renunciar a todo lo que podría procurarte una alegría terrestre excesiva.

M El tiempo pasa tan deprisa contigo, Amado mío, tengo que dejarte ya.

J Pero, si no me dejas, hija mía. ¿No estamos siempre juntos?

18 de febrero de 1966. (8. 49). En la Iglesia, cerca del sagrario, yo le decía:

M Estoy tan cerca de ti, Jesús mío. ¡Te amo tanto!

 

J Estabas más cerca todavía esta mañana.

A propósito de un banquete al cual estaba convidada:

J El banquete tuyo es el banquete eucarístico.

Hoy, 23 de febrero de 1966, miércoles de Ceniza, hay una profunda ternura en mi corazón hacia nuestro Señor.

24 de febrero de 1966. (A. 31). Oración:

J No eches de menos lo que te hubiera gustado ser. No quiero para ti otro estado, sino éste donde te coloqué. En cualquier sitio se puede santificar uno, y en un ambiente hostil más aún que en el interior de un convento. ¿No puedo hacer yo que se abran mis florcitas donde yo quiero? Me gusta tener mi sitio en todas partes.

La semilla apenas ha germinado. ¡Paciencia!

¿Más amor, me dices? Tendrás todo el amor que desees y que puedas soportar, e incluso, si lo quieres, el que no podrás soportar.

En aquel momento me sentí quemada por el amor y penetrada por su llama.

25 de febrero de 1966. (A. 32). En misa: 

En el momento de la comunión, visita de Jesús.

J   Y esto, hija mía, ¿es una ilusión?

¿Piensas que yo lo permitiría?

Algunos segundos solamente, una simple mirada de adoración y yo te renuevo enteramente.

27 de febrero de 1966. (A. 33).

Temiendo llegar tarde a misa, le decía a Jesús:

M Señor, te 'lo ruego, espérame. ..

J ¿Por qué esperarte? ¿No estamos juntos?

Oración:

J Aquel que posee el amor, posee el cielo.

M Dios mío, mi miseria es lo único que tengo para ofrecerte.

J ¿Piensas acaso que no es nada?

M Dios mío, ¡te quiero tanto!

J Y tú me consuelas mucho. Estas conversaciones me agradan a m í tanto como a ti. Sé fiel cada día a la cita de la meditación.

28 de febrero de 1966. (A. 34), Oración:

J Mi misericordia colma el alma de los pobres pecadores. Está al acecho, esperando la oportunidad de derramarse para su salvación.

Tú, hijita mía, le has dado mucha preocupación, pero también mucha alegría.

El amor no trae consigo solamente goces. Donde más intensamente vive es en el sufrimiento. La esperanza, hija mía, es el alimento del pobre.

de marzo de 1966. (A. 35). Oración:

J Yo te pido: dame lo que yo quiero. Las almas se transforman bajo el impulso de mi Espíritu.

Saborea cuán bueno y misericordioso es tu Dios. Que todos me vean en tu dulzura y en tu amabilidad.

de marzo de 1966. (A. 35). En misa:

J Sube más alto en mi Amor. Ven, amada mía.  Ven.

¡!Cuanto más pequeña seas, tanto más conocerás la alegría de amar, de darte y de olvidarte.

Sé ávida de los bienes del cielo. ¡Si supieras!

La plenitud del amor no es de este mundo.

Hijita mía, soy tan impaciente como tú. Velo amorosamente sobre mi hija. Su mano no suelta la mía. Es mía para siempre.

Yo revelo mi fuerza en la debilidad. Dudar de mi misericordia es ofenderme gravemente. La duda mata el amor.

Conocer su miseria y contristarse por ella me aflige mucho. Pero amarla y poner en m í toda su confianza es un estado de perfección que me atrae particularmente.

En la comunión:

J Mi espíritu habla a tu espíritu y mi Corazón a tu corazón.

Oración:

J Tus sueños, soy yo. Tu realidad, soy yo. Tus deseos, soy yo.

Derrama sobre mis llagas el suave perfume de tu amor Hijita querida, confortémonos mutuamente. Vive en la espera de Aquel que únicamente puede colmar tus deseos. Cree en mi palabra.

He levantado para ti una esquina del velo. Déjate tentar por lo que está todavía oculto, y que tú adivinas.

M Mi dulce Salvador, ¿cuál será mi sitio en la Iglesia. .

J Tú serás el amor humilde y apasionado. Tú serás el amor escondido en las almas pequeñas.

de marzo de 1966. (A. 3840). Oración:

 

J La vanidad reina sobre el mundo. Se ha apoderado del corazón de mis hijos. Sin embargo, mi Cruz sigue erguida para recordar a todos los hombres la vanidad de las cosas que pasan.

¿Qué les quedará de todo lo que ellos codician? Después de su muerte, ¡qué pesares amargos tendrán! i Ay, será demasiado tarde! y yo les quiero con un amor tremendo. ¡Qué tristeza!

¡Si tú vieras como yo el libertinaje de los corazones, la plaga del pecado que se extiende sobre el mundo de las almas!

Y yo les llamo a todos. No oyen. Están sordos y ciegos. . Hoy tu consigna es: aceptar con una sonrisa las pequeñas contrariedades de este día.                                         Mira a tu prójimo con los ojos de tu Dios. No veas en él, mas que el bien que mora en cada alma.

de marzo de 1966. (A. 40-41).

J La divulgación de nuestro secreto querido menoscabaría nuestra intimidad.

Yo cuido de tus intereses. Cuida tú de los míos. Hija mía, los favores del cielo se pagan muy caro. ¿Cómo vas a pagarme?

M ¡Con el sacrificio total de mi ser al Amor Misericordioso!

J Sé ávida de perfección. Desea el cielo, deséalo con toda tu alma.

    Tu amor estará en proporción a la inmensidad de tus deseos.

    Mi dulce Señor, si mi amor está en proporción a mis deseos, entonces seré santa.

J Lo has dicho.

En la calle:

J Mira todos estos indiferentes con que te cruzas. Muy pocos piensan en mí. Y, sin embargo, Yo pienso en todos y en cada uno en particular.

de marzo de 1966. (A. 4244). Oración: Yo es- taba llorando:

M Señor, me has dado todo. Y yo ¿que he hecho por ti?

Tú me has dado tu corazón... El es para mí como un jardín perfumado donde me deleito.

M Dios mío, quisiera rezar por tus pobres hijos peca-dores, entre los cuales yo soy la primera. Sólo puedo amarte. ¡Amarte!

Pero la oración más hermosa, más eficaz, ¿no consiste en tender hacia ti con toda mi alma?

J Es verdad, hija mía. Todo lo que tú escribes bajo mi dirección va destinado a las almas pequeñas muy sencillas y de buena voluntad.

Por medio tuyo, quiero alcanzar a mis pequeñuelos, y ellos reconocerán mi voz.

M ¡Te quiero, Jesús!

J Yo lo sé, hija mía. Este amor, soy yo. Sin ningún mérito de tu parte, yo te lo he dado. Es en la Fuente misma de todo bien donde tú bebes. Bebe, hija mía, bebe a largos tragos. Hasta la muerte tendrás sea de infinito. Esto será tu tormento, tu cruz. Hoy, tu consigna es ésta: avara en palabras, generosa en amor.

El amor dictará tu conducta.

10 de marzo de 1966. (A.44-45).En la comunión:

J Tú vives en el mundo como si fueras del mundo. Pero ya no eres de este mundo. No es todavía la posesión completa: es el amanecer de un día hermoso.

Oración:

J Yo soy el Rey de los corazones. Yo soy el alma de las almas. Soy yo quien las vivifica. Yo soy el cariño, y no me conocen.

Felices los que ponen en m í su confianza. Felices aquellos para quienes yo soy la única esperanza. Hoy, tu consigna: sé alegre en el amor. Ofréceme todo, no me rehúses nada.

Hija mía, la mortificación es la sal de la devoción. Sin este condimento, aquélla se vuelve sosa e insípida.

M  Había tomado por escrito una palabra oída en mi corazón y había perdido dicha nota:

J No te preocupes. Guarda mi Palabra en tu corazón. Tus escritos irán mucho más lejos todavía.

13 de marzo de 1966. (A. 45-46). Oración:

J Que cada instante de tu existencia sea para alabar, glorificar y servir a tu Dios. Sin escatimar, ofrece tus pequeños sacrificios al Amor. Este tiempo te ha sido dado para santificarte. Sé paciente y misericordiosa para con tu prójimo y para ti misma. Anda sin temor sobre el camino del sacrificio. Tú estás en mis brazos. No tengas miedo; no te pido nada imposible. Un pequeño esfuerzo de tu parte. Todo lo demás es para mí. ¿Me quieres?

M ¡Yo te adoro!

  Me gusta o írtelo decir.

14 de marzo de 1966. (A. 46). En misa:

J Mortifica tus ojos.

Dulzura de estar juntos,

M ¡Jesús mío!

J Pequeña mía, Silencio.

15 de marzo de 1966. (A.48).

J Cuando unas almas se unen en la caridad, hay entre ellas intercambio y abundancia de bienes espirituales incesantes.

En la iglesia: Dos cirios encendidos el uno aliado del otro:

J Tú y Yo.

Los dos juntos para siempre.

Momento de la consagración:

J Dos miradas que se cruzan. Dos corazones que se unen.

16 de marzo de 1966. (A. 46).

Estaba yo un poco triste por una contestación que yo había dado a "X".

M No me gusta contristar a nadie.

J Debes preferir hacer mi voluntad.

17 de marzo de 1966. (A. 49). En la comunión:

J ¡Con qué gozo, cada mañana, tomo posesión de tu alma!

¡Yo soy! ¡Tú eres! i Somos!

Yo pensaba en las dificultades que tendría aquel día para encontrar el tiempo necesario para la meditación.

J Nuestra intimidad no será afectada por eso. Yo compenso, yo compenso.

M ¡Tantas gracias! ¡Qué bueno eres para mí!

J ¿No soy yo bueno para todos?

Yo había tomado un poco del pastel que los demás no habían querido:

M Gracias, Señor, aunque ya no me apetecen mucho estas cosas.

J Por esta misma razón, no tiene mucha importancia. Practica la virtud del desprendimiento.

J Los ruidos exteriores pueden turbar el recogimiento. Sin embargo, lo importante es hacer el silencio en tu corazón.

El sufrimiento no influye sobre el amor. Cuanto más se sufre, tanto más se ama. Cuanto más se ama, tanto más se sufre. Sufrimiento y amor son uno.

 

18 de marzo de 1966. (A. 50-52).

A propósito de un concierto al cual me hubiera gustado asistir.

J Nuestro dúo de amor ¿no es armonía total?;

¿puede reemplazarlo para ti un concierto, por hermoso que sea?

Oración:

J Sáciate en las profundidades de mi amor. No temas ver su fondo.

Santifica a tus hermanos amando con todo tu corazón al Señor, tu Dios. Pide para ti la santidad. Me alegro de colmarte de mis dones.

¡Mi lucecita! Brilla, brilla intensamente a tu alrededor.

19 de marzo de 1966. (A. 52).

J Hoy, hay tanta preocupación en tu alma, hijita mía, que apenas si encuentro sitio en ella.

20 de marzo de 1966. (A. 52). Al despertarme:

¡Oh Jesús mío, dame la fuerza de quererte bien durante este d(a y de no disgustarte en nada, y dame el valor de practicar la mortificación.

J No es el valor que se necesita para esto, hijita mía, es el amor, Nada de violencia, sino abandono total y suave a la acción de Dios en el alma.

No puedo pedir a todos que renuncien a toda alegría terrena.

A ti, hijita de mi Corazón, yo te pido. El descanso procurado por un placer sano es a veces necesario para el equilibrio de los seres humanos.

21 de marzo de 1966. (A. 53-54).

Yo estaba pensando en mi pasado.

J Era necesario que en ti resplandeciera mi misericordia. ¿No tengo yo todo poder para renovarte?

Hoy, una pena muy grande. Yo le dije:

M ¿Por qué, Dios mío, por qué?

Muy de prisa me contestó:

J ¿He preguntado yo el por qué a mi Padre? ¿No soy víctima yo también? He permitido esto para que no te creas un ángel sobre la tierra.

Muy dulce, me ha dicho:

J Niñita, tu alma está intacta.

23 de marzo de 1966. (A. 54-56).

M Estamos más fuertes juntos para quererte. Tu amor no colmará solamente nuestras almas. Se extenderá rápidamente a otras almas. Ellas vendrán a unirse a las nuestras y te ofreceremos en un solo corazón una montaña de corazones.

Señor, qué quieres de mí?

J Quiero que me ames. Cree en mi amor. Que él te inspire. Abandónate; ten confianza en mí. No eres perfecta, distas mucho de serio; pero me agrada borrar todas tus imperfecciones, y lo puedo hacer.

Yo estaba pensando en los desgraciados que sufren de hambre en el mundo.

J Siempre habrá pobres, desgraciadamente. Los más dignos de compasión son los pobres en amor.

24 de mano de 1966. (A. 56). Oración:

Definici6n del amor divino.

Conocimiento amoroso de Dios. Cuanto más le adivina uno, tanto más le ama. Cuanto más le ama uno, tanto más desea amarle. Cuánto más desea uno amarle, tanto más se hunde en la inmensidad de su divino amor hasta perderse enteramente en él. Una gotita de agua en un océano de delicias.

 Amado mío, yo te buscaba donde no podías estar. Y, en tu bondad, eres tú quien vino a buscarme donde estaba yo.

J    y tú has recibido la gracia de comprender la vanidad de lo que pasa.

Solamente la divina caridad permanece eterna- mente. Sé sumisa a su ley.

En la comunión, a propósito de cierto malestar que notaba en cuanto a la autenticidad sobrenatural de las palabras oídas en mí:

J Yo soy el autor e inspirador de estos escritos. No lo dudes. ¿Quién, pues, se atrevería a engañarte en este momento?

Más tarde, las mismas dudas. Con reproche.

J ¿Tú te crees capaz, pues, de tales sentimientos? ¡Qué orgullo, hija mía!

M ¡Tú! ¡ La vida de mi vida!

J Si supieras hasta qué punto eres amada por mí.

M Oh Señor, todo este ruido que me impide reunirme contigo.

 

J Bueno, pero a mí nada puede impedirme reunir- me contigo. Una diferencia entre tu humanidad y mi divinidad.

31 de marzo de 1966. (A. 59). I

Se acercaba el tiempo de las comuniones pascuales.

M ¡Oh Señor, cuánto quisiera que te reciban en un corazón puro y sincero!

J La sinceridad me basta. Mi presencia los purifica de sus faltas.

Lo que quiero de vosotros: santidad en las palabras y en los actos.

Un solo corazón en una sola alma.

M ¿No soy yo un poco orgullosa, Señor? Si así fuera, te pediría que me castigaras.

J ¿"Castigarte" me dices? Y ¿qué haces con mi misericordia?

de abril de 1966. (A. 60).

J Mi cruz ha vencido al mundo. Y, sin embargo. .. para un número demasiado grande, ¡ay!, la luz se cambió en tinieblas.

Te bendigo, hijita.

Recibe la unción de mi Espíritu.

M Dios mío, ¡oh Dios mío!

J Hija mía.

M Dios mío, te amo.

J Lo sé, pero este amor no ha alcanzado todavía su apogeo.

M Qué felicidad, Señor, al unir lo que poseemos, lo que somos, lo que hacemos, para ofrecértelo, Amado mío.

J Expulsad de vuestros corazones todo pensamiento mundano. Con las alas del divino Amor, marchad a la conquista de las almas. Yo reinaré siempre en vuestras almas. Sed uno en mí, como yo soy en vosotros.

Señor mío y Dios mío.

Cuanto más me diereis, tanto más os daré. Mi liberalidad estará en proporción con vuestros dones. Creed en mi amor por vosotros.

Hijos míos, la base de vuestra vida en mí es: fe, esperanza y caridad.

No olvidéis que nada se pierde. Todo cuenta, incluso una sonrisa.

… … …

Yo estaba pensando en el fallecimiento, ocurrido bruscamente, de una persona que había servido siempre a los demás a cambio de un salario.

J El empleo está vacante. ¿Lo quieres? Servir a los demás.

De mí recibirás la recompensa. Pues yo seré tu deudor.

de abril de 1966. (A. 64). Viernes Santo.

Las palabras no bastan. Dame tu corazón. Míralo, palpitante entre mis manos. Su morada ya no está en tí, sino en mí. Hija mía, no quiero solamente tu santificación, sino la de todas las almas. Por todos he dado mi vida. Por todos he derramado mi sangre. Hoy tengo necesidad de más amor. Si, así es, tengo necesidad de los hombres, pues los amo con amor apasionado.

Mi hijita. Dentro de algunas horas, el suplicio de la cruz, con una ternura infinita. Ellos me van a crucificar. ¡ Me van a crucificar! Y, sin embargo, dentro de mi Corazón, ya los he absuelto.

Hijos míos queridos, os concederé vuestras peticiones en la medida en que sean conformes a mi voluntad.

J Ellos me odiaron porque vine para descubrir su hipocresía.

También habían sentido en mí la superioridad misma de Dios. Pero la negaron y no quisieron re- conocerla.

¡Si supierais los sufrimientos que yo he padecido por vosotros, hijitos míos!

¡Oh! ¡ Esta corona de espinas que oprimía enteramente mi cabeza, estas puntas de fuego que penetraban en mi carne! Y la sangre que me cegaba, y mi Cuerpo desnudo ante la multitud que se mofaba y vociferaba.

El odio me abofeteaba. Los azotes caían brutal- mente sobre mí, y, a cada golpe, me arrancaban pedazos de carne.

He soportado mi suplicio sin una queja. En mí, un solo pensamiento: estaba salvando a mis pequeños. No había venido más que para eso. ¿ No había esperado este momento con impaciencia? Redimiros a todos, mis pequeñuelos. ¡Con qué delicias he dado mi vida por vosotros!

Sin embargo, sabía que mi sacrificio sería vano para muchos de vosotros.

Echaron un manto áspero y grosero sobre mis hombros magullados por los golpes. Soporté sus burlas, sus insultos; recibí sus esputos.

Estaba impasible, aunque sufriendo horriblemente.4

4 Impasible en su Dlvlnldad, Jesús no lo era en su humanidad. Sin embargo, sufrió Impasiblemente, es decir, sin dejar transparentarse su sufrimiento. ¿No se dice de un hombre que sufre "Impasiblemente"?  Os veía a vosotros, mis redimidos.

Este madero pesaba muchísimo sobre mi hombro magullado.

¡Oh esta llaga de mi hombro! Agotado en mi Corazón y en mi Carne.

¡Hijos míos, qué caro me costáis! Los soldados, los gritos de la muchedumbre, mis caídas, el encuentro con mi dulce Madre. ¡Qué aflicción! ¡Qué aflicción!

El verme en este estado fue para ella una crucifixión anticipada.

En aquel momento estuvimos unidos en el más terrible sufrimiento que pueda haber.

Llegué exhausto al lugar de mi suplicio. Me arrancaron el vestido que me cubría y que estaba pegado a mi cuerpo por la sangre coagulada que había chorreado de mis llagas.

¿Quién podrá jamás saber lo que fue la crucifixión? Mi carne palpitante entregada a un populacho fuera de sí.

Hasta estas horribles moscas posándose sobre mi cuerpo desnudo y torturado y alimentándose con mi sangre.

Horrible espectáculo: me había convertido en un objeto de repulsa.

Y, sin embargo, hija mía muy querida, no fue nada en comparación con lo Que sufrí en mi alma. Había cargado con todos vuestros pecados, y su peso reducía mi alma a la agonía.

Abandonado por todos, traicionado, odiado, ridiculizado, burlado, solo.

Mi Padre mismo parecía abandonarme.

¡Y, dentro de mi Corazón desgarrado, había tanta ternura, tanta compasión para mis verdugos! y no podía guardarles rencor. Era para todos vosotros, mis amados. . ¡Venid a mí! Que mi Sacrificio no haya sido vano. No me abandonéis ya más.

Es hora de recogeros. ¿No os dais cuenta de la necesidad que tenéis de mí?

No podéis vivir sin mí.

10 de abril de 1966. (A. 65).

Yo pensaba: hoy es Pascua de Resurrección. Voy a comer algunos caramelos. Jesús, suavemente:

Hijita mía, ¿no quieres prolongar un poco más? Hijita mía, mi amor no se detiene solamente ante ti. Tú eres el pequeño canal por donde quiere derramarse.

Comienza por hacer el vacío en ti. Despréndete de todo lo que no es "Yo".

19 de abril de 1966. (A. 66).

Consumido de amor, mi corazón suspira y lanza una llamada dolorosa hacia El.

M ¡Jesús mío!

(Con viveza): Hija mía, hijita mía.

M ¡AI fin estás aquí, Jesús mío!

J Pero, yo no te he dejado jamás, hija mía.

M ¡Oh Jesús!, ¿podría yo quererte más sin morir? Te lo suplico, aumenta en mi corazón la capacidad de quererte, pues me parece que no podré soportar ya este tormento.

J Abandónate. Tú eres mía.

M ¡Señor mío y Dios mío!

24 de abril de 1966. (A. 67).

 

J Quiero que seas paciente con todos, pues si mi hijita no logra la paciencia', desilusionará a su Dios. Cada vez que vuelvas tus miradas hacia mí, me                     encontrarás. Hoy, no te dejaré sola. Estoy lleno de ternura para mi niña.

¿La soledad te está vedada?

¿ Rehusarías acaso llevar esta cruz? Sin embargo, es ligera.

¿No es tu corazón mi asilo? Y el ruido ¿puede impedir que te hable?

¿Sufres? y Yo ¿qué debo decirte, pues?

Este mundo es un mundo de lágrimas.

Te lo he dicho ya; la alegría perfecta no está en este mundo. ..

¿Lo que espero de ti? Ayúdame a llevar mi cruz,

El Sacrificio de la Cruz será permanente mientras haya pecadores, es decir, hasta el fin de los tiempos. Hasta entonces los hombres harán sufrir a su Dios.

27 de abril de 1966. (A. 69). En la comunión:

M Dios mío, te amo. ..¿ qué otra cosa puedo decirte?

J No digas nada. Tu silencio dirá todo.

M ¡Oh Amado mío!, ¿quién podrá jamás comprender las maravillas que operas en las almas?

J Para comprenderlo, hay que hacerse muy pequeño.

.... …

Yo lloraba y le decía:

M Jesús, amor mío, no quiero ofenderte, ya lo sabes. ¿verdad?

J ¿Por qué me habla mi hija de ofenderme cuando yo le descubro mi amor?

M Temía ser demasiado sentimental.

J En ti la sensibilidad interviene solamente para alimentar tu amor.

28 de abril de 1966. (A. 70). Oración:

Había sorprendido palabras odiosas de parte de alguien.

M ¡Oh Jesús!, el peso de sus pecados oprime dolorosamente mi alma.

J Amada mía, mira en ti los efectos de mi gracia. Mi amor quiso derramar sobre tu alma sus tesoros de misericordia. Nadie puede tocar la obra de mis manos sin ofenderme gravemente. Cuido de mi hija. Ten confianza.

M Sufro de ver que te tratan como enemigo.

J No te preocupes. Esto es asunto mío.

M ¡Oh Jesús mío dulcísimo!, yo los entrego a tu misericordia.

¡Oh ternura desconocida! ¡Oh hermosura de mi Dios! Te adoro en el anonadamiento de todo mi ser en tu Sagrado Corazón.

… …

Estaba muy atareada por los preparativos de la primera comunión de mi hijo más pequeño:

J No des a las cosas más importancia que la que tienen y no te turbarán.

Debes ser muy pequeña 'para saborear la grandeza de mi amor.

     ¿Me preguntas quién soy y por qué me quieres?

      Mis títulos son innumerables. Uno los encierra todos: YO SOY EL AMOR.                              

 

Yo soy tu principio y tu fin.

 

     Vuestros esfuerzos para satisfacerme me agradan infinitamente. Mi misericordia descansa sobre vosotros, hijos míos. Y tendréis la alegría en el                                       desprendimiento y en el olvido de vosotros mismos.                                                         Y seremos siempre tres en uno.

de mayo de 1966. (A. 73). Antes de la comunión:

¡Tan cerca! ¡Tan cerca! Tan impaciente estoy de fundirme en tu corazón como tú lo estás de fundirte en mí.

Después de la comunión:

Tú eres la pequeña mensajera de mi amor.

Al volver de misa, en casa, mientras estaba hablándome mi marido, de repente sentí cerca de mí la Presencia amada. El recogimiento se apoderó de mí, y ya no pertenecía más que a Jesús.

Una vez sola, caí de rodillas. Le adoré y El me visitó. Mi corazón ardiente de amor se abandonó y me uní con él. Permanecí así aproximadamente media hora, sin fuerza, sin pensamiento, totalmente perdida en El.

Una frase de la "Imitación" me había llamado la atención, o, mejor dicho, una palabra: Jesús-Cristo, Juez.

Y, con el corazón rebosando de amor, pensé; existe verdaderamente un Jesús Juez. Y con una santa confianza pensé: ¿existe para mí? Mi corazón me contestó: no, no existe para mí.

Antes que Jesús Juez está Jesús-Amor. Si mis pecados me han merecido mil veces el infierno, el amor que arde en mi corazón por él, me purifica; y yo creo, sí, creo que Jesús será para mí solamente Jesús-Amor.

¡Oh sí los hombres considerasen esta verdad con más fe; con qué alegría, con qué felicidad descubrirían a Jesús Amor, todo lleno de ternura para ellos, y con qué ímpetu vendrían a él; y para ellos también solamente sería Jesús- Amor. ¿Cómo podría Jesús juzgar a sus hijos pequeños que ya no se acuerdan de su justicia porque están llenos de su amor?

.., ...

J Tú eres mi pequeñita.

Si supieras la alegría que me diste cuando te echaste entre mis brazos, diciendo adiós al peca- do. Te estreché sobre mi Corazón con alegría. Ha- bía vuelto a encontrar mi pobre ovejita perdida. Pero no te dejaré marchar ya más.

Tú eres mía.

14 de mayo de 1966. (A. 76).

Yo pensaba: ¿y si no fuera verdad?

J Lo verdadero, hija mía, es lo que incita al bien y al amor divino. Actúa en el sentido de lo que es verdadero.

Hija mía, yo cuido de tus intereses y de los intereses de las personas que me recomiendas. Puedes estar segura que dispongo de todo para su mayor bien. Sin embargo, no puedo prometerte que oigan mi voz. Las vicisitudes que los alcanzan, no los enmiendan. Están ciegos.

M Jesús mío, tú curaste a los ciegos.

J Ellos están sordos.

M Tú curaste también a los sordos.

¡Oh mi dulce Amado, ven a socorrerlos!

16 de mayo de 1966. (A. 77). En misa:

J Jamás te daré más de lo que puedas soportar.

M Tú eres mi fuerza, Jesús mío.

J Sí, hija mía. Pero tengo compasión de tu debilidad humana.

Después de la comunión:

J Tu amor será a la medida de tus deseos.

¡Desea con todas tus fuerzas el reino de mi Amor en el mundo!

¡Desea mi gloria!

¡Desea la conversión de los pueblos! y para todos mis hijos, ¡desea mi Paz!

J En todas las circunstancias, conserva tu dignidad de hija de Dios.

Descárgate sobre mí de toda responsabilidad en todo lo que haces y emprendes para mi gloria.

21 de mayo de 1966. (A. 79).

Yo iba a misa. Jesús me acompañaba y hablaba con él:

J Mis enseñanzas no cambian jamás. Sin embargo son inéditas para cada uno.

Un signo, una mirada hacia m í, son pequeñas cosas con las cuales yo hago un gran "todo".

Yo pensaba en el castigo de los malos.

J Castigar es una palabra que está en contradicción flagrante con lo que yo soy.

Con dolor, hago justicia.

M ¡Jesús!

Cariñosamente:

J ¡Hija mía!

M ¡Oh Jesús, no te llamo jamás sin recibir tu contestación!

J Sigue al pie de la letra esta enseñanza: estáte siempre disponible a las exigencias de los demás. Yo soy tu libro de vida. No temas hojearlo. No verás su fin.

22 de mayo de 1966. (A. 80). Oración:

J Así es la vida. Los hombres persiguen una quimera que no alcanzan jamás. Buscan la felicidad en el desorden. No encuentran más que tristeza y decepción. Sólo yo puedo darles la paz y la alegría. Que se vuelvan hacia mí, y encontrarán, no un espejismo sino una dulce realidad.

M ¡Oh Amado mío!, me veo tan estúpida delante de ti. No encuentro palabras para decirte la alegría y el asombro de mi corazón al volver a leer estas frases dictadas por ti.

J Hija mía, lo que piensas ser no tiene ninguna importancia. Es el Espíritu que habla en ti, y esto es una certeza. Tú no eres capaz de pensamientos tan elevados como los que yo te inspiro.

Ves, los hombres se agitan vanamente. Son como unas marionetas cuyos hilos van manejados por un espíritu malo. El materialismo se apodera de todos, incluso de mis elegidos mismos. Cada vez hay menos tiempo para la oración en la vida humana.

La revuelta está latente y se mofan de la autoridad. El mundo necesita un calmante. Calmar no quiere decir curar. Pero la voz de los malos tiene que ser apagada por el grito de amor de los justos.

24 de mayo de 1966. (A. 83).

J No menosprecies los dones que has recibido, hija mía. No es orgullo el reconocer lo que he hecho en ti.

Tú llevarás al mundo mi mensaje de amor.

M Pero, Señor, ¿quién me creerá?

J No te creerán a ti, sino que en ti me reconocerán.

 M ¡Jesús, mi Cristo amado, soy tan pequeña!

J Esta pequeñez tuya la aprecio; ella atraerá a las almas.

¡Oh sublime locura de mi Amado, muerto por amor sobre la cruz por mis pecados!

25 de mayo de 1966. (A. 84).

M ¡Oh Jesús!, ¿cómo he podido ofender a un Dios tan bueno y compasivo?

Mi corazón se llena de dolor al recordar mis peca- dos.

J Tú no me conocías, pequeña mía, y tantos, conociéndome, me ofenden a cada momento.

Reza para que los hombres no vayan más en contra de su Dios.

El hombre es egoísta y cruel, le gusta la vida fácil y frívola.

Y, sin embargo. .., los he creado a mi imagen. Pero está mi pequeña legión, mis almas pequeñas. Por ellas confundiré a los demás.

J He puesto en ti bastante certeza para que actúes en el sentido que yo te inspiro. La duda que a veces te aflige es una tentación. La transformaré en bien para tu alma por medio de más fe, más ar- doren servirme, y el enemigo será confundido.

29 de mayo de 1966. (A. 86).

M Yo soy tan débil delante de ti, Dios mío.

J Yo soy tan débil delante de vosotros hijos míos.

Después de una visita desagradable.

M Dios mío, el odio y la falta de caridad que acabo

de comprobar una vez más, abruma mi alma con una profunda tristeza.

i Dios mío, Dios mío, ten piedad de nosotros, sálvanos!

¿Qué hacer y cómo reparar?

J Espera, la eternidad me pertenece. De nada sirve correr. Cree en mi misericordia. Que no se turbe tu corazón.

¡Ay! Los pecados del mundo me hacen sufrir mucho más que tú, pobrecita mía.

M Jesús mío, tu pena me hace sufrir.

J Consuélate, hija mía. Calienta tu corazón en la llama de mi Sagrado Corazón. Tus conocimientos del mal son limitados. Pero yo descubro toda la miseria física y moral que pesa sobre la humanidad. Me cuesta tanto hacerme amar.

Mi Santa Madre está entre mí y los hombres. Ámala e  invócala con toda tu alma, pues es tu Madre y te quiere con un amor de predilección. Acuérdate siempre que Ella me puso en tus brazos y tedio a mí.

31 de mayo de 1966. (A. 88). Peregrinación a Beauraing. En misa:

NS Ama a mi Divino Hijo, sírvele con toda tu alma. Mi bendición te acompaña. Hijos míos, os he reunido. Estáis en mi Corazón.

En la Iglesia:

J Tú eres mi hija muy querida, la que he elegido para transmitir mi mensaje de amor. Ten confianza en mí. Guarda mi palabra en tu corazón. No dudes más.

Oración:

J Mírame y dime si hay peor dolor que el mío. y todos estos indiferentes me desafían. El sacrificio de mi vida no ha podido ablandarles. Su corazón es tan duro como la roca. Y, sin embargo, derramé mi sangre por ellos. Fueron salpicados por ella. Ni siquiera se han dado cuenta. Hija mía, siempre habrá en el mundo unos Caifás para odiar y unos Pilatos para condenar y lavarse las manos, y una jauría para seguirles sin comprender. Abre de par en par tu corazón a las miserias de este mundo. Olvida tus problemas personales para acordarte de los míos.

Date enteramente a lo que yo quiero de ti.

M Señor, ¿qué quieres de mí?

J Que estés siempre disponible a las exigencias del Amor. No te detengas. Avanza sin temor.

Los que hoy están en contra de ti, mañana estarán a tu favor.

Sigue fielmente la inspiración.

de junio de 1966. (A. 91). En la comunión:

M ¡Oh Jesús mío, cómo darte las gracias por la felicidad que me das cada día en la santa comunión!

J ¡Oh hijita mía, comparto tu felicidad!

… …

Había intentado vanamente encontrar el tiempo necesario para la meditación. Me empeñaba en arrodillarme para prepararme a ella, y cada vez alguien venía a molestarme. Sentía gran tristeza. Quería a mi Jesús y me impedían encontrarle.

M i Oh Jesús mío, tengo tal pena y tal hambre de ti!

J Dame tu pena, hija mía. Si supieras de qué sirve la pena de mi pequeña.

Apreté mi crucifijo sobre mi corazón y lloré:

de junio de 1966. (A. 92).

J La reputación del prójimo debe ser sagrada a tus ojos. No te hagas jamás el eco de calumnias y de maledicencias. No conoces mis designios sobre ellos. Únicamente puedes lamentar el pecado que los mantiene bajo su yugo.

 

En misa: (comunión)

J Lo hermoso, noble y puro no puede ser ilusión. Una fruta hermosa y buena no puede ser ilusión. Una fruta puede ser hermosa y estar agusanada.

Al primer mordisco se descubre el fraude. Ahí había ilusión.

Han mordido ya en este fruto que he producido en ti. La prueba está hecha, pues había puesto mi sello eh él.

Sólo los ciegos no ven.

de junio de 1966. (A. 94).

J Eres la más pequeña de mis pequeñuelos, y te quiero.

Ten un respeto muy grande hacia todo lo que vive; pues yo soy el Creador de todas las cosas.

… …

Yo estaba pensando en la hazaña de los cosmonautas y me preguntaba: ¿hasta dónde irá el hombre?

¡Oh hijita mía, acuérdate de este sueño que tuviste y de las palabras que viste inscritas sobre una banderola: "¿Qué es esta poca ciencia en comparación con lo que es necesario?"

J Yo te doy mi vida. Tú me das tu vida.

Yo te doy la esperanza. Tú me das tu confianza.

Yo te doy los bienes del Cielo. Tú me das tu debilidad.

En este intercambio ganamos los dos; tú, la vida eterna; y yo, tu alma pequeña.

M Jesús mío, haz que te ame como ellos te amaron. No me rechaces, como me lo merezco.

J Yo ¿rechazarte? ¡Oh hija mía!, ¿qué dices?

de junio de 1966. lA. 95-96).

J El amor hace a los santos. El amor salvará al mundo.

¡Ah! si los hombres quisieran comprender cuán manso y misericordioso soy.

Pocas veces comprenden los hombres los sucesos que permito para iluminar sus espíritus.

¡Oh pobres hijos míos! ¿Os soportaré siempre? ¿Hasta cuánto haréis esperar a vuestro Dios? Felizmente, está mi Madre, que reza e intercede continuamente por sus desgraciados hijos.

10 de junio de 1966. lA. 97).

J Di a los pobres pecadores mi sed de amar y de perdonar.

12 de junio de 1966. lA. 97).

M ¡Oh Dios mío! ¿Qué debo hacer para agradarte?

 J Haz lo que más desagrade a tu naturaleza, pero que sea conforme a mi voluntad. J Cada frase de tus escritos, teniendo un alcance considerable, debe estar sometida a la apreciación de los teólogos, examinada con mucha atención y aprobada por éstos antes de ofrecerla en alimento a las almas pequeñas.

 

13 de junio de 1966. (A. 97). Oración:

A todos mis santos pedí una vida de renunciamiento.

Ningún servidor verdadero podría vivir en la opulencia si su amo vive en la indigencia. Mírame sobre esta cruz.

La renuncia que te pido, querida hija mía, es que tu vida sea únicamente conforme con mi voluntad. Lo que fue, lo que es, lo que será, es asunto mío únicamente.

Sé solamente disponible a la acción de la gracia en ti. Mírame en todo.

14 de junio de 1966. (8.51).

Toda su vida no cesaré de perseguirles con mi amor.

Si rehúsan oírme, ya no podré nada por ellos después de su muerte. Y entonces tendrá que cumplirse mi justicia. ..

15 de junio de 1966. (8.51). Oración:

Mi Corazón es tu Santuario. Ah í guardo prisionera a mi pequeña hija.

De mi costado abierto se han escapado oleadas de sangre.

Oleadas de amor y de perdón. Cada hombre ha recibido su parte.

He llegado hasta las capas más profundas de su alma.

He movido a las muchedumbres con un ardor místico sin par.

Muchos pagaron con su vida este maná de amor.

Otros, por cobardía, me renegaron.

Mira y aprecia la bondad de tu Dios, su condescendencia, su magnanimidad.

M Señor mío y Dios mío.

¡Oh amor mío! Conocerán lo que has hecho por mí. Y los que eran, como yo, los parias del amor, acabarán siendo sus predestinados.

16 de junio de 1966.8.52). Al despertarme:

J ¡Oh hijitos míos!, no contristéis al Espíritu que habla en vosotros, por vuestra indiferencia. Al contrario, estad amorosamente y santamente unidos a El. Levantad, pues, vuestros corazones hacia el cielo, vuestra patria. Subid más alto en mi amor. Olvidad vuestras riñas, vuestras miserias. Todo pasa, hijos míos, y la eternidad os espera. Venid a Mi, .pues os amo.

17 de junio de 1966. (8.53). Oración:

M ¡Oh Jesús mío!, es tan fácil contristarte y tan difícil a veces no afligirte.

J Todo es fácil para quien ama. El amor triunfa de los obstáculos, pequeña mía, y el vínculo que nos une se fortalece cada día más. La vida del alma es tanto más profunda cuanto más se entrega voluntariamente al amor. Su grado de santidad no está jamás en proporción con las gracias recibidas. Los ángeles no vienen de la tierra, sino del cielo, hija m(a.

18 de junio de 1966. (A. 98).

Sufrimiento. .. El demonio ha enseñado sus garras. ..

 

19 de junio de 1966. (A. 99). Oraci,ón:

M ¡Amar! ¡Amar! ¡Amar! Toda abrasada de amor he probado su sabor.

20 de junio de 1966. (A. 99).

J Tu cuerpo había sujetado a tu espíritu. Ahora por mi gracia, tu espíritu ha sujetado a tu cuerpo.

¿Olvidas que soy tu principio y tu fin? ¿Dudas de mi protección?

¿y de mis promesas? Los malos serán confundidos.

21 de junio de 1966. (A. 100). En la comunión:

J Yo desciendo a las profundidades de tu ser.

Con ternura derramo sobre tu alma la unción de mi Espíritu.

… …

Mi corazón estaba lleno de amargura y me había desahogado un poco con una amiga.

J Tu .alma se entrega bien fácilmente, hija mía. ¿No tienes a tu Padre?

Cuando entraba en la Iglesia:

J ¡He ahí a mi hijita!

.M ¡He ahí a mi Jesús!

J Soy feliz de verte ahí.

M Soy feliz de estar ahí.

Oración:

J Los que se entregan al Amor están sometidos a sus exigencias.

Ellos abrazan mi cruz con devoción.

El sufrimiento amorosamente aceptado, pequeña mía, es un camino real que conduce en poco tiempo a la cumbre de la perfección.

Cuando sufres, eres semejante a Mi.

Te duele, pobre chiquilla. Pero a Mi me duele más que a t(.

Ya no vives más que para el amor.

Todo lo que no es amor es y será sufrimiento para ti.

22 de junio de 1966. (A. 101). En la comunión:

J Pon tus labios en mi Costado Sangrado, y bebe a largos tragos la vida que de él se escapa.

Suspiro.

J ¡Hija mía!

M ¡Dios mío!

J Sé un ejemplo vivo y perfecto de mi misericordia.

Una voz mala

VM Quieres hacerte pasar por santa. Y no eres siquiera el embrión. .

M Yo no deseo hacerme pasar por santa. No era necesario recordarme que no soy riada. Hace mucho tiempo que lo sé. Lo que yo quiero es la gloria de Dios y que se cumpla su Voluntad.

VM Falsa humildad

M No; pues, he puesto en Dios toda mi esperanza.

23 de junio de 1966. (8.54).

J Te pido encarecidamente que me des este momento de la oración, por corto que sea. Debes estar fielmente a la escucha de mi Palabra.

Que tu vida esté toda impregnada de una confianza ilimitada en mi bondad, en mi mansedumbre. No temas a tu Dios, sine adórale en espíritu y en verdad.

Teme únicamente el pecado, el más horrible de todos los males.

J En tus ojos he visto tanto amor que mi Corazón ha quedado encantado.

24 de junio de 1966. (8.54). Oración:

J Amados míos, renunciad al pecado, y no lo recordaré más.

Sabed únicamente que sólo Yo puedo lavaros vuestras manchas.

Yo soy el Dios de amor y de perdón.

Considerad hasta qué punto os quiere vuestro Creador.

Me debéis el ser y la vida. Devolved a vuestro Dios lo que le pertenece.

M Antes de conocerte, Amado mío, era tan desgraciada, tan miserable. Ahora mi alma está en paz. ¡Oh dulce paz de mi Dios, te quiero!

Yo sé que el amor no suprime el sufrimiento, sino que lo valoriza. ¡Cuán dulce es sufrir contigo!

26 de junio de 1966. (8.55). Oración:

J Trabajad, abejitas mías, trabajad para mi gloria. Chupad con avidez mi Palabra. Dadla en alimento a las almas pequeñas. Vendrá a ser el más dulce de los néctares para las almas que la reciban con fe.

Ves, querida hija, el error existe por todas partes en el mundo, y hace estragos inauditos, incluso en medio de mis elegidos. A través de ti levanto mi voz para dar a conocer al mundo mi luz, mi amor, y denunciar las tinieblas y las emboscadas en que está sumergido.

M Tú eres, Señor, mi Luz y mi Verdad. ¡Te adoro, alegría de mi alma!

¡Oh qué felicidad el ser hija de Dios y de la Santa Iglesia!

J Hija mía, ¿quieres ser víctima de amor?

M ¡Oh sí, lo quiero, y me ofrezco a él en holocausto!

J Deseo que pronuncies solemnemente el acto de abandono total y de fidelidad a mi Amor Misericordioso.

27 de junio de 1966. (B. 57). Acerca del voto que se va a pronunciar:

J No te preocupes. No cambiará gran cosa a lo que ya es. Es únicamente el último retoque que pido en todo. ¿Un objeto de arte no debe ser tratado en sus más mínimos detalles?

Oración:

J Aquel que vive en Mi, muere a sí mismo.

Muchos cristianos aman igualmente a Dios y a su placer, e incluso la balanza se inclina más frecuentemente del lado del placer.

Para muchos, no soy más que un deber que hay que cumplir, nada más.

Trabajad, pues, pequeños míos, para lograr un poco más de amor, un poco más de gloria a vuestro Dios. Bendigo vuestro trabajo y lo fecundaré. La verdadera alegría en este mundo consiste en quererme y en servirme.

El amor engendra la fe. La fe engendra el amor.

 

M ¡Te quiero, Dios mío!

J Aprovecha este amor, hija mía. Es la puerta abierta sobre todos mis secretos. Es la Iuz del mundo. Luz que ilumina y santifica a todos los hombres de buena voluntad.

                                                                                                                                                                   J La ciencia, muchas veces, no es más que una pala- bra destinada a disfrazar el orgullo y la locura del hombre. y el universo entero sufre por culpa de ella. -

Sin embargo, la ciencia que trata razonablemente de los problemas de la humanidad y se pone a su servicio, es digna de respeto.

J Mira, hija mía, y admira la magnificencia del jardín celestial, la hermosura de las flores que lo componen, y su magnífica variedad. Desde las flores más rebuscadas, espléndidas, majestuosas, radiantes de la hermosura de su Dios, hasta estas bonitas florcitas que viven en buena armonía al Iado de sus regias hermanas. ¡Oh pequeñas almas mías! ¡Oué hermosas sois! ¡Modestas florecillas del campo, tan sencillamente ataviadas! Contraste sorprendente, armonía sin par, flores regias, flores del campo, las unas y las otras necesarias a la                      hermosura de mi paraíso, con qué delicias descansa mi mirada en vosotras!

 Mis pequeños, mis hijitos!

Rico perfume de mis flores valiosas, perfume delicado de mis humildes florecillas uniéndose armoniosamente y cantando juntos, en una apoteosis de gloria, un himno de amor y de agradecimiento a su jardinero celeste.

Todas al servicio del mismo Maestro.

Todas vibrantes del mismo amor.

Todas amadas de un mismo amor.

30 de junio de 1966. (A. 103).

J Conserva siempre una frente serena.

Actúa siempre como si estuvieras alegre.

El amor, hija mía, está hecho de heroísmo oculto. En esta tierra, sé siempre una humilde florecilla. En el cielo, te prometo un sitio escogido.

A veces parece que dudas y me contristas.

Hija mía! ¿no ves, pues, la diferencia entre un alma en estado de gracia y un alma bajo el dominio del mal?

¿Es éste tu caso?

Si debiera juzgar a los hombres según lo que son, ¿quién, pues, entraría en el cielo? nadie es justo aquí abajo. Pero mi misericordia provee.

de julio de 1966. (A. 104).

J Lo que da importancia a mi Palabra, es el efecto que produce en las almas y el bien que sacan éstas de ella. '

Antes del estado de perfección, hay que pasar primero por un estado doloroso de luchas y de renuncias incesantes.

Pero mi gracia suple a tantas cosas que parecen insuperables a la naturaleza humana.

M Señor, sufro tanto de no poder encontrar aquí la tranquilidad de espíritu necesaria para la oración. Oh esta falta de soledad!

J Ejercítate sobre todo en hacer mi voluntad, cueste lo que cueste.

A Mi me gusta que conozcas estas dificultades. Mi Palabra tendrá tanto más valor y autenticidad a los ojos del mundo. En efecto, ¿cómo comprender que un alma pueda permanecer razonablemente fiel en el estado en que te encuentras, sin socorro particular de mi parte? Tú vives en lo sobrenatural y no te das cuenta siempre. Pero otros lo descubrirán claramente por la lectura de mi Mensaje.

de julio de 1966. (A. 106). Oración:

M No tengo ningún mérito en permanecer fiel, oh Amado mío! Porque Tu has puesto en mi corazón este amor infinito hacia el cual aspiro con toda mi alma.

y tú has comparado tu Creador a las criaturas. Y sabes ahora que sólo El puede apaciguar y llenar tu alma sedienta de amor.

de julio de 1966. (8.60).

J Pacificada, pacificada, en mi amor. Hija mía! Hija mía!

Suspiro

de julio de 1966. (8.61).

Durante la oración no te atormentes buscando lo que podrías decirme. Abandónate a mí. Yo te inspiro. Que tu alma se mantenga en paz delante de Mí. En silencio, descansa sobre mi Corazón. Hija mía, esta verdad debe penetrar profundamente en tu alma: yo soy tu prójimo. Mírame en todos. Yo os quiero perfectos, hijos míos. Tus labios son mis labios. Tu sonrisa es mi sonrisa. Mi gracia irradia sobre tu frente.

 

de julio de 1966. (B. 62).

J Te he liberado del pecado. Te libraré del miedo. Para el cristiano, la muerte no existe. Es un paso. Un paso entre la prisión y la libertad.

Yo soy la Resurrección y la Vida.

M Oh Santa Libertad de los hijos de Dios! Oh tesoro inefable de la bondad del Creador!

de julio de 1966.

Un profundo amor se apodera de mí: Me corren, las lágrimas. Abrazo mi crucifijo con cariño.

J Oh amada mía, ¡cuánto nos queremos! ¿No estamos bien juntos? ¿Podrías soñar semejante felicidad?

M Oh bondad Oh amor Oh dulzura! Te amo, Dios mío, Dios mío, te necesito tanto!

J Hijita mía, yo también te necesito. Me aman tan poco!

Antes de salir de la iglesia, sonriendo:

M Hasta mañana Jesús mío.

J ¿Por qué "hasta mañana"? ¿quieres decir "hasta ahora"?

En el camino de vuelta:

M Hoy, me he ocupado mucho de ti, Jesús mío.

Con viveza.

J ¿Te parece demasiado?

10 de julio de 1966. (A.1D7).

J Serás siempre demasiado pequeña para volar con tus propias alas.

Te tendré que llevar siempre.

Cuanto más te vacíes de tu "yo", tanto más te llenarás de Mi.

Cuando el corazón está triste, el alma languidece. Pon tu alegría en mí.

Porque tú has amado mucho, porque tú has llorado, he olvidado todo.

y te he hecho mía en el júbilo.

Mientras yo contemplaba la Santa Faz:

M Jamás he comprendido tan bien como ahora el misterio de tu Santa Faz, su hermosura adorable. Su augusta y radiante majestad.

11 de julio de 1966. (A. 108).

En B, durante una misa de funerales, yo contemplaba una hermosísima estatua del Sagrado Corazón. Jesús con el de- do, indicaba su Corazón:

J Sí, ahí estás con él.

M Qué amor en tus ojos, Jesús mío! ¡Si te conocieran todos como te conozco!

J Muchos me conocen, pero conocen todavía más la tierra, para llegar allí (el ataúd) donde yace el cuerpo de esta alma para quien estás ahí. Ya ha recibido su salario. Reza por ella.

13 de julio de 1966. (8.63).

M ¡Cortos momentos de intimidad contigo!

Y tengo que conformarme con estas migas, cuan- do mi hambre aumenta cada vez más. ¿Hay algo más dulce que estar juntos?

¡Cuántas dificultades aquí para hacer oración!

J No estamos nunca separados, hija mía: y esta dulzura de estar juntos es permanente.

Para cada alma, la abundancia de los bienes celestiales está en proporción con sus dones.

y tú eres rica, hija m fa, rica en amor. Y todo está contenido en el amor. Sin él, nada existe. Es la muerte. La felicidad, en la tierra, está en creer en mi amor.

El pequeño "nada" sobre la tierra, será grande en el cielo. i Mi muy pequeño "nada"!

Conoces la historia de este soldado que se va a la guerra, para defender su país. En este momento olvida el "yo" egoísta que hay en él como en todo hombre. Lucha por .10 que considera la buena causa, incluso si debe perder la vida. Ni pensar en ser cobarde. Y el se vuelve un héroe con este olvido de sí mismo, por la ofrenda de su vida a su patria.

Hija mía, te invito al combate. Es para Mí. Tu patria es la patria de las almas pequeñas. Persigue al enemigo donde se encuentre; en ti y fuera de ti.

14 de julio de 1966. (B. 66).

J Permanece delante de m(, en espíritu de abandono amoroso. Sé mi humilde florecilla en la tierra. Que la búsqueda de mi gloria sea tu única preocupación. Que tu felicidad sea servirme. Pero ocúltate bien.

15 de julio de 1966. (B. 66).

M Contigo, no temo nada. Contigo, soy fuerte. Contigo, desafío todo.

      Tú eres.

Yo soy

Estamos. ..Juntos.

J Más todavía. Amada mía, el tiempo de la oración puede ser limitado. No importa. Lo prolongo 24 horas sobre 24. Tu susurro de amor me conmueve hondamente.

Oh amiga mía, desahoga tu alma en la mía! Canta el amor de tu Creador y su hermosura. Cree que Yo te amo.

16 de julio de 1966. (B. 66). Fiesta de Nuestra Señora del Carmen:

Fecha elegida por Margarita para pronunciar su voto de abandono total y de fidelidad al Amor misericordioso de

Jesús:

M Dios mío, postrada delante de ti, en presencia de tu dulce Madre y de la Corte Celestial, me comprometo solemnemente a permanecerte fiel y me ofrezco alegremente en holocausto a tu Amor Misericordioso.

Abrásame en las llamas de tu amor sagrado, este amor que hace los santos.

Dada mi gran debilidad, ayúdame, oh Dios mío, te lo ruego, a cumplir esta promesa que te hago hoy de estar siempre disponible a tu llamada. Si es necesario, recuérdame, oh Dios mío, que he dejado de pertenecer al mundo para no formar más que uno contigo, para siempre.

Te doy todo lo que tengo y todo lo que soy.

El don que te hago de mi voluntad es total y definitivo.

Que tu gracia me dé la fuerza de ser fiel a este voto que hago hoy delante de ti. Amén.

 

J Les he dado a conocer mi bondad, mi amor. ¿Tendré que darles a conocer también mi justicia?

J Es así como te quiero delante de mí, como una tela virgen, a la espera.

M Oh Dios mío, te lo pido, no mires la imperfección de tu pequeño instrumento! No veas en él más que su-ardiente deseo de serte agradable.

Deslígame de la tierra. Llévame siempre más lejos en tu amor.

J En este momento, estás preparando tu cielo. Ámame, Lléname de tus atenciones amorosas, para que olvide un poco la ingratitud de los demás y los ultrajes que recibo cada día de aquellos mismos que deberían dar el ejemplo.

18 de julio de 1966. (A. 10).

Sensible a la Presencia Amada en mí:

M Oh dulce Jesús mío! Cuánto quisiera amarte por los que no te aman! i Qué mi corazón fuera bastante grande para contener todo el amor del mundo!

J ¿Todo el amor del mundo? Soy yo, hija mía.

y tú lo posees, puesto que estoy en ti.

y todos los que me reciben, poseen también todo el amor del mundo, la mayoría de las veces, sin saberlo y sin receptividad.

Meditación:

J En cada hombre, hay siempre un punto flaco al cual tiene que dedicar toda su atención. Para unos, es el apego inconsiderado al dinero; para otros, el orgullo con sus estragos. Y esto hace que, por poco, están dispuestos a canonizarse. Para éstos, en fin, es el amor propio, el resentimiento. No saben perdonar una ofensa, y dicen que me quieren. Algunos parecen de buena voluntad; pero, si les tocan en el punto flaco, su corazón se cierra y se vuelven irreductibles. Los mansos y humildes de corazón son pocos hija mía. Y muchos tienen una espina en el talón que les impide avanzar hacia mí.

19 de julio de 1966. (A. 114).

J No te irrites en contra de los que te impiden reunirte conmigo en la oración. También me quieres cuando soportas todo por mi amor. Te lo he dicho y te lo recuerdo: mi amor no es solamente un amor de gozo, sino también y sobre todo un amor de sacrificio libremente consentido, y de olvido de sí mismo. Sufrir con paciencia es amar. ¿Piensas, acaso, que el esfuerzo que haces para                           contenerte es vano?

Hija mía, te quiero. Piénsalo. Guarda la calma, por mí.

20 de julio de 1966. (A. 115).

J Todo es fácil a los hijos de la luz. Si aquellos a quienes he favorecido con mis dones hubieran puesto condiciones en la aceptación de mi voluntad, ciertamente no habrían llegado a ser santos. Lo que quiero es el "sí" sin reservas.

Yo me he encargado de tu instrucción. Esta con- cierne también a las otras almas pequeñas.

¿Hay acaso cosas insensatas en lo que te enseño? ¿Piensas que yo te dejaría en el error, cuando se trata de la vida espiritual de mis almas pequeñas.?

Sin embargo, estos escrúpulos te honran, pequeña mía, pues demuestran tu gran preocupación de caminar en la Verdad. Yo soy la Verdad y la Vida.

21 de julio de 1966. (B. 68). (j

Mientras contemplaba su Faz adorable.

J Cualquier pecado, por grande que sea, obtendrá mi misericordia si lo quereis.

Mirad en qué estado me encuentro.

¿No he pagado ya bastante cara vuestra salvación? Os quiero y os perdono.

Pero no tardéis, venid a mí.

Os queda vida por poco tiempo, para que os arreo pintáis de vuestras iniquidades. i Hijos míos!

Hijos de los hombres, en quienes me he complacido hasta el punto de hacerme semejante a vosotros.

M Oh mi Cristo amado!, quiero consolarte y conseguir de ti misericordia, por medio de mi amor.      Te quiero.

J Gracias, hija mía.

Mientras trabajaba:

M Jesús mío, que bien se trabaja juntos a ti.

J Encuentro mi gloria en el amor de mi alma pequeña y de sus semejantes.

 J ¿De qué sirven sus teorías sabias? La verdadera ciencia viene de mi. Pero no la doy más que a los pequeños. Los orgullosos me dan horror. Y ellos no pasarán el límite que yo he fijado.

Mis pequeños, mansos y humildes hacen mis delicias.

M Oh Hermosura del Creador! Tú iluminas con tu esplendor la naturaleza entera y todo lo que vive.

Oh Hermosura que yo descubro por doquier y sobre todo en el alma de los justos!

No es solamente la hermosura de las formas lo que origina tu esplendor, tú a quien llaman, sin embargo, el más hermoso de los hijos de los hombres.

Es tu hermosura lo que admiramos en el niño, en su candor, en su inocencia.

Es tu hermosura lo que admiramos en el anciano, en sus cabellos blancos y sobre su frente, tu Sabiduría y tu Paz.

Es tu hermosura lo que admiramos en el alma dolorosa del enfermo que ofrece humildemente sus sufrimientos por sus hermanos.

Es tu hermosura lo que admiramos en la humildad y la dulzura de tus hijitos.

Oh Dios mío, tan bueno, tan hermoso, tan manso! ¡Oué condescendencia es la tuya de escuchar con tanta ternura los pobres balbuceos de mi amor por ti! Y las palabras que quisiera decirte no las encuentro.

23 de julio de 1966. (B. 72).

Al despertarme:

J La Divina Caridad refleja en cada hombre el amor y la bondad del Creador. Aquel que se dice enamorado de mí y no pone este amor en práctica, está en la ilusión.

Mira dónde el amor de un Dios ha llevado a su Hijo.

J Contrariamente a lo que se cree, el camino del amor es, con mucho, el más escarpado. Ves, hija mía, aquel que empieza a caminar en esta vía sin hacer el sacrificio de sí mismo, no irá lejos. Al primer recodo, dará la vuelta.

Tú, hija mía querida, coge mi mano y déjate llevar. Nadie se arrepintió jamás de haberse entregado al Amor.

24 de julio de 1966. (A. 116).

M Con paciencia, Jesús mío, has soportado este desencadenamiento prodigioso de odio que se encarnizó sobre ti, divino Cordero mío.

Te habías vuelto una especie de juguete para ellos, un juguete odiado que usaron bestialmente.

Oh Jesús mío! Y yo no puedo siquiera soportar las quejas continuas de mi pobre madre, sin quejarme. Te veo agachando la cabeza bajo los golpes; no tenías ni siquiera la sombra de un resentimiento hacia tus verdugos.

Amado mío, me avergüenzo de ser todavía tan irritable.

¿Por qué debo hacer tal esfuerzo para contener- me? ¿Es esto quererte, Amor mío? Te lo suplico, ayúdame.

J Hija mía, guardarás tu naturaleza humana. Sí, así es, y tus esfuerzos, sostenidos por mi gracia, no cesarán más que a tu muerte. Date cuenta de tu

      nada. Y no temas nada ya. Te quiero.

Sí, he sufrido con paciencia. Era necesario para vuestra salvación, hijos míos. Antes de ser hombre, era Dios, ¿comprendes?

Lo que constituye el valor de mis santos no es su santidad. Toda santidad viene de mí. Es el esfuerzo que sostuvieron para adquirirla.

26 de julio de 1966. (A. 119).

J Tu vida no es y no será más que un largo grito de amor.

Grito de amor en la posesión de tu Dios.

Grito de amor en la posesión del don de Dios. Grito de amor en la alegría y en la tristeza.

Grito de amor en el abandono, en el Inasequible que se escapa cuando uno Cree poseerle.

Grito de amor en los deseos insatisfechos.

Grito de amor en la soledad rehusada.

Grito de amor en la incertidumbre y la duda. Grito de amor en la incomprensión y la persecución.

Grito de amor de mi hija, que sube al cielo como una flecha afilada hasta mi divino Corazón.

27 de julio de 1966. (B. 73). En la comunión:

J Lo que me pertenece, lo guardo.

No vuelvo a tomar jamás lo que yo he dado, mientras el alma permanece fiel a sus compromisos.

28 de julio de 1966. (B. 73). En la comunión:

J Ha llegado la hora de las resoluciones y de las realizaciones, hija mía.

Seguid con método V calma la inspiración.

      No debéis emprender nada a título personal.

Todo debe ser marcado por el abandono y la con- fianza en mí.

Preocuparos únicamente de mi gloria.

Desapareced en mí

29 de julio de 1966. (B. 74). Oración:

J He tenido que recorrer un largo camino de más de treinta años antes de encontrarte de veras, pobre ovejita mía.

M   Dios mío! Te quiero!

   y yo. ..¿ piensas que Yo no te amo?

M   Amado mío!

  Te concedo que el conocimiento del bien y del mal no es siempre fácil. Pero ¿para un alma pequeña en estado de gracia? Para ella, este conocimiento es luminoso.

Cuánta paciencia amorosa necesito, amada mía, para tranquilizar tus escrúpulos y tu conciencia. Mi recuerdo es dulce a tu corazón. Y mi gracia se complace en derramarse sobre tu alma.

El éxtasis ha alimentado tu amor.

La fe alimenta suavemente y más.

Yo te miro. Tú me miras. Somos felices.

¿Quién soy? E L TODO.

¿Quién eres tú? Nada. Un nada pequeñísimo, que no existe. Enteramente perdido en el TODO.

Para oír mi voz, hay que ser semejante a un niño pequeño. Escucha y oye.

31 de julio de 1966. (B. 76). Oración:

 He creado tu alma a mi semejanza.

    He hecho de ti la reina de mis florecillas sin alterar por eso la sencillez de tu   corazón de niña. ¿Eres feliz de estar conmigo?

M Ya lo sabes, Señor. ¿No eres mi única felicidad?

J Esta felicidad no te será arrebatada. Pero a veces hay que pagarla cara.

Desde siempre he dicho, he repetido mi amor a los hombres.

¿Podría mandarles una embajadora más amable que mi Santísima Madre? Ay! Para demasiados, este mensaje de amor ha caído sobre una roca. Están dispuestos a negar hasta mi existencia. Busco en vano una puerta para penetrar en ellos. Todo está cerrado.

Hoy vas a recordarles mi amor. En vano para algunos; con éxito para muchos.

Hija mía, porque eres pequeña, con agrado he derramado en tu alma los tesoros de mi gracia. Tu amor me consuela.

M   Dios mío!

de agosto de 1966. (B. 77). En la comunión:

  Dichosos momentos cuando nuestros dos corazones no forman más que uno.

M Oh santa alegría continuamente renovada!

J La cruz es inevitable para cada hombre. Pero. ..

M Oh cruz dichosa en el amor de mi Salvador!

Meditación:

J Une tu espíritu a mi espíritu, tu corazón a mi corazón, tu voluntad a mi voluntad.

Sí, hija mía, soy yo.

¿Por qué no hablaría, pues, a mi humilde alma pequeña?

     ¿Eres tú la primera a quien ocurre esto? . ¿No soy yo todopoderoso y   misericordioso?

Tu misión: hacer conocer y apreciar mi mensaje de amor a los unos; recordarlo a los otros, que, aun conociéndolo, lo olvidan.

de agosto de 1966. (A. 120).

J ¿Verdad, pequeña mía, que mi amor no desilusiona? ¿V qué es la única riqueza de las. almas pequeñas? Pon la cabeza en mi regazo, ahí donde Juan puso la suya. Escucha el dulce canto de amor de mi Corazón a I tuyo.

de agosto de 1966. (A. 120).

Consideraba la Santa Faz:

M ¿Por qué tenías que sufrir?

¿Por qué tenías que estar reducido a este estado?

¿Por qué te hicieron daño?

¿Por qué el pecado?

¿Por qué el orgullo?

¿Por qué la vanidad y el amor propio?

¿Por qué los amores inmorales?

¿Por qué el mal en todos sitios y sus estragos en las almas?

¿V por qué conocen tan poco los hombres la ternura de su Dios para con ellos?

    Porque el hombre, imbuido de su superioridad, se cree un Dios sobre la tierra.

No ven la vanidad de lo que hace sus delicias.

V, sin embargo..., vendrá un día...

Mis palabras no son para los cerdos.

Pero ¿quién es bastante pequeño para recibirlas?

de agosto de 1966. (A. 122).

 

J Has recibido el tratamiento-choque que ha valorizado el "nada tuyo".

Pues, hija mía, la vida tiene un valor según el sentido que se le da, el sentido de la verdad. Yo solo soy la verdad y los que llenan su vida con futilidades no me

pertenecen. Para ellos, todo es nada y vanidad.

M Jesús, sigo siendo siempre, y. cada vez más, un "nada".

J Sí, pero un "nada" que me pertenece. Cree en mi amor por ti.

J Mucho antes de que hubieras nacido, ya te quería. Ahora, todo está en común entre nosotros. El bien que te hacen, es a mí a quien lo hacen. y el mal que te hacen, también es a m í a quien lo hacen.

de agosto de 1966. (A. 124). En la comunión:

J Demasiadas preocupaciones, hijita mía. ¡Atención! Ten cuidado de no perder la paz.

M ¡Oh Amor mío, no te acuerdes ya de mis faltas! No veas en mí más que el intenso deseo de quererte y de agradarte.

J No me acuerdo de las faltas de mi hijita, sino solamente en provecho de su alma.

El intenso deseo de mi gloria no puede ser para ti ocasión de ofenderme.

Pero ten siempre cuidado de realizar bien y sin precipitación lo que haces. Y que, bajo el soplo del Espíritu Santo, tu alma se eleve hasta el cielo. En la iglesia:

M Mi alma está triste y cansada. Jesús mío, ¿por qué esta tristeza en mí?

J Tú eres el pequeño canal por donde fluye un poco de mi dolor. ¿Sabes lo que es el dolor de un Dios? Un Dios despreciado, olvidado y tan poco amado. No, no puedes saber, hija mía, pues esto excede la imaginación humana.

de agosto de 1966. (A. 124).

J Las consecuencias de una decisión pueden ser considerables y superar en amplitud todas las previsiones.

J Los latidos de tu corazón son el eco de los latidos de mi Santo Corazón.

Cambio toda tristeza en alegría y mi Cruz se hace fácil de llevar. .

Admira la magnificencia de tu Dios y sus designios sobre las almas; especialmente las que El ha elegido. Yo soy el paraíso de las almas santas.

de agosto de 1966. (A. 125). En la comunión:

J Las mismas palabras, hija mía, .no tienen siempre el mismo sentido.

Oración,'

J Si los hombres no poseyeran como un sexto sentido el sentimiento, incluso oscuro a veces, de mi presencia en ellos, nadie se santificaría, te lo digo. Para muchos desgraciadamente, este sexto sentido está ahogado por el vicio en todas sus formas.

Haces bien de rezar por las almas del purgatorio, pues conocen una suerte digna de compasión. Sin embargo, ellas poseen la esperanza. Saben que saldrán de allí y que sus sufrimientos las preparan a una felicidad sin par.

Al contrario, los condenados saben que sus tormentos durarán eternamente. Para ellos no hay ninguna esperanza, sino la desolación, el horror de una eternidad sin Dios. Dime, vuelve a decirme estas dos palabras: "te quiero", que atraviesen con un dardo ardiente las capas más profundas de mi divino Corazón y lo hieren de manera deliciosa.

¡Qué hermoso poema de amor el nuestro! Prometo que los que hagan de él su libro de Vida, serán pagados ya en este mundo con una abundancia de gracias selectas.

11 de agosto de 1966. (B. 78).

¿Sabes, hija mía? Si la vida decepciona a tantas almas y las hiere a veces tan dolorosamente, es por- que quieren vivirla sin m í y no me dan sino una parte muy reducida en ella.

La anticipación del paraíso sobre la tierra está en mí y conmigo.

Yo, el Inasequible, me dejo prender por .mis queridas almas pequeñas, con mucha alegría.

Hija mía, si los hombres escucharan más atentamente en el silencio de su corazón, aprenderían muy de prisa a reconocer mi voz.

El mundo, ves, percibe únicamente la vanidad de los ruidos y se hunde en ellos desordenadamente. Mi amor para los hombres ha crucificado mi carne y triturado mi alma en una agonía horrible.

Oración:

M ¡Oh Jesús, ayúdame! Dame mi alimento de cada día.

¡Tú! En la santa comunión.

¡Tú! En la oración.

¡Tú! A cada instante del día y de la noche.

En la pena, en la alegría.

En el deber cumplido.

En el descanso del espíritu y del corazón.

Noche del 11 al 12 de agosto de 1966 (8. 81)

En sueños, yo contemplaba una hermosa estatua de Ntra. Sra. Arrodillada, yo la admiraba y le rezaba. De repente vi la estatua animarse.

Sus ojos pestañearon, yo grité: "la estatua vive, mirad!"

Los que me rodeaban no vieron nada.

Mirando intensamente la estatua vi la cabeza de Ntra. Sra. inclinarse hacia mí y sus ojos me miraron fijamente con ternura. Su pecho se hinchó y vi a la Virgen respirar tranquila y regularmente como una persona viva.

Sentí entonces en mi cuerpo y en mi alma lo que experimento y saboreo durante las visitas de mi Salvador.

Al despertarme, todavía, bajo la influencia de este sueño sentí mi corazón saltar de amor hacia Jesús y hacia Ntra. Sra. Las primeras horas del día se pasaron en el recogimiento y saboreé plena- mente la dulce paz de Jesús.

13 de agosto de 1966. (B. 83).

J Si el mundo me olvida, yo no le olvido. Yo soy el Dios de amor y de fidelidad.

14 de agosto de 1966. (B.83).

J El mensaje de amor a las almas pequeñas está des- tinado a una amplia difusión en el mundo.

Pequeñas almas humildes y confiadas, acercaros a vuestro Dios sin temor. Formad alrededor de él, y para su mayor gloria, un ejército invencible, bajo la dirección dulce y suave de mi Madre muy amable. Por vuestra fe y vuestro amor, mantened al enemigo en jaque.

Sobre vuestro emblema, hijitos míos, los Santísimos Corazones de Jesús y de María.

Revestid este hábito sagrado que os protegerá y os conducirá por el camino regio del cielo hasta la eternidad dichosa conmigo.

M ¡Oh momentos tan apreciados y demasiado cortos en que puedo descansar sobre tu corazón!

17 de agosto de 1966. (B. 85). Oración:

J Cada hombre ha recibido su parte de mi Sacrificio.

He querido también demostrar a los hombres que se puede santificar uno en cualquier circunstancia y que ellos no pueden rebajar lo que yo he elevado. La ley que les dicto es y ha sido siempre la siguiente: Amad a vuestro Dios con todo vuestro corazón y por encima de todas las cosas. Amaos los unos a los otros como yo os amo. Confortaos mutuamente. Tened confianza en mí. No despreciéis a ninguno de vuestros hermanos, pues han nacido en mí, al igual que vosotros. y os quiero a todos con un amor idéntico.

Mis servidores alcanzan una vida de felicidad sin par.

No olvides que tengo todo poder para amar, perdonar y también para hacer justicia.

La vida pasa tan deprisa, y la eternidad está ahí. Meditad más frecuentemente esta verdad.

Sólo yo santifico.

Sólo yo doy la verdadera felicidad.

Bondad, justicia, fraternidad: he aquí lo que debe ser vuestra vida.

He vivido un día de amor y de recogimiento en la paz de Cristo. En varias ocasiones, como mis fuerzas me abandonaban, caí de rodillas para adorarle.

18 de agosto de 1966. (B. 87).

En el momento en que recibo la hostia en mi corazón:

J Toma conciencia de la misión que te he confiado. No dudes más.

Oración:

J Tus pensamientos, incluso su sombra, me pertenecen.

Mi hijita está muy callada hoy. ¿No tiene nada que decirme? ¿No?

Entonces, ámame.

.., .., ...

J Las catástrofes que se precipitan sobre el mundo no corrigen a los hombres. Algunos, es cierto, lamentan lo que ocurre, pero, ¿hacen algo para re- mediarlo? ¿Eres feliz de estar conmigo?

M ¿Puedes preguntarme esto? Es verdad que puede uno ser feliz incluso en el sufrimiento, puesto que tú estás ahí. La soledad es espantosa. Contigo es llevadera.

J El mundo acapara lo que es del mundo y rechaza lo que viene del cielo. Bajo la hermosura de los cuerpos, se esconde a menudo la podredumbre de las almas.

Difícilmente cura la gangrena.

M Todo te es fácil a ti. ¿No eres acaso el divino médico de los cuerpos y de las almas?

19 de agosto de 1966. (B. 89). Oración:

J Los lobos, hija mía, no se comen entre sí.

Gasta toda tu energía al servicio de tu Dios.

Vida animal, vida sin Dios.

A este nivel se rebaja el hombre para quien Dios no existe.

M Frecuentemente se desnaturaliza el sentido de la palabra "amor", Dan este nombre a unos sentimientos que no son más que su sucedáneo.

El amor está en el delicado gorjeo de los pájaros. Está en la brisa ligera.

Está en el dulce céfiro.

Está en el arrullo de la paloma.

En el murmullo de la fuente límpida.

Está en el alma que escucha sus balbuceos.

Está en el silencio de los corazones fieles.

En la alegría del sacrificio aceptado.

En la dulzura de la mortificación.

En la luz suave del amanecer.

J He invadido el alma de mi amada.

He derramado sobre ella el tierno rocío de la mañana.

20 de agosto de 1966. (B. 91). Oración:

J Deja actuar a los demás. Tú recibe mi palabra en tu corazón.

Transmítela a aquel que se ocupa de ella.

Mi hijita, qué difícil es hacer oír mi voz a los que tienen el poder de difundirla.

Para ellos, el hecho de ser pequeña no es siempre una buena referencia...

y tú eres tan pequeña...

Sin embargo, lo contrario sería sospechoso.

21 de agosto de 1966. (B. 91). Oración:

J Las dificultades que puedes resolver tú misma, resuélvelas.

De las demás me encargo yo.

La sabiduría que he puesto en mi hija no compensa siempre su debilidad humana.

Ten cuidado en tus primeras reacciones.

Sin ser un obstáculo a tu progreso espiritual, pueden turbar tu alma o al menos entristecerla.

Me preocupa mucho la perfección para mi hijita. Un alma que lleva el sello de Dios debe ser hermosa con la hermosura de su Dios.

23 de agosto de 1966. (C.1).

Un sacerdote americano que estaba en posesión del Mensaje, tardaba en dar a conocer su apreciación. Yo me preguntaba si se debía interpretar este silencio como una desaprobación del Mensaje.

J Incluso si el Mensaje fuera falso, no encontraría en él nada que censurar.

¿No cantas el amor y la bondad de tu Creador? ¡Oué preocupación, hija mía! ¿No he dicho yo: "Aquel que me haga conocer y amar tendrá la vida eterna"?

24 de agosto de 1966. (C. 1).

Aunque el Espíritu haya sujetado tu cuerpo, éste permanece todavía sometido a ciertas leyes naturales y no acepta sin repugnancia la ley del Espíritu. De ahí, ciertas luchas dolorosas en tu alma. Nadie, incluso entre los más santos, escapa a esta ley de contradicción.

Piensa, hija mía, que lo que he hecho por tí, 10 puedo hacer por otros. Acuérdate siempre de esto.

Yo soy la luz y la Verdad y nada debe permanecer oculto.

Haz lo que yo te digo.

La fuerza que te doy para eso, viene de tu sinceridad hacia mí.

Si tú te acuerdas de este pecado, es porque yo deseo que lo confieses.

... ...

J Te bendigo y te pido tu colaboración para hacer- me conocer y extender mi Reino sobre la tierra, en el corazón de los hombres.

Digo a los que dudan: No despreciéis lo que viene de mí y que os envío, en mi misericordia, para recordaros vuestros deberes esenciales hacia mi y hacia mi Santa Madre.

Yo te he dicho: todo lo demás será para ti. Pero compréndelo así: para ti, que representas a las almas pequeñas.

Para la paz del mundo: reanudamiento del rezo del rosario en cada parroquia por aquellos mismos que lo abandonaron o hicieron de él un rito de mujercillas. Y el Pastor debe estar a la cabeza de su rebaño.

Mi Madre debe vencer a Satanás. ¿No os ha dicho Ella de rezar siempre y de hacer penitencia? ¿Es esto lo que hacéis?

La recitación diaria del rosario es una necesidad actual. 'Donde varios están reunidos en mi Nombre, estaré en medio de ellos".

En la iglesia:

¡Oh dulce perfume que respiro aquí, cerca de ti, y que impregna mi alma entera y la hace impermeable a todo lo que no es tuyo!

25 de agosto de 1966. (C. 3).

Sois pequeños cadáveres, poco dignos de ser amados.

¡Pero ahí está! Vuestro Creador se ha enamorado de vosotros.

El os da la vida.

Y todo cambia. Pues El os colma con sus dones y sois su sagrario.

¿Qué podría limitar su amor?

26 de agosto de 1966. (C.4).

Nadie debe estar seguro de sí mismo. Aquel que no coloca en mí su confianza, caerá tarde ó temprano. Mis designios son impenetrables y los hombres no pueden comprenderlos.

J La hermosura de un alma es igual a su bondad.

¡Mi frágil florecilla del campo!, una cosa insignificante la desanima y otra cosa insignificante la conforta.

28 de agosto de 1966. (C.4).

J Conozco tus flaquezas y no puedo aprobarlas. Pero te quiero tanto que siempre te perdono.

Todo lo que es divino permanece divino. Y los hombres pueden agitarse; no cambiarán nada a eso.

En la iglesia:

J Ten un respeto muy grande en tu corazón, pues estás en mi Presencia.

M ¡Oh Señor, estos momentos que paso contigo son demasiado cortos!

J Sí, demasiado cortos; pero de tanto precio... Momentos deliciosos en que nuestras dos almas se unen en este encuentro inefable.

Gracias por tu visita, hija mía, pequeña y amada.

 M  Oh Jesús, soy yo quien te doy las gracias por mi visita!

29 de agosto de 1966. (C. 5). Durante la elevación:

J Muchas miradas convergen sobre el cáliz. Pero no son todas del mismo espíritu.

Oración:

J Siempre cumplo mis promesas.

Los tiempos cambian. Mi ley no cambia y permanece siempre igual para todos.

Piensa cuán lejos estoy de ti en mi esencia, y cómo mi amor llena la distancia que nos separa. Sobre esta cruz que tú cubres de besos, mira cuán impotente estoy, atado a ella por el Amor.                                                                                          El cariño de mi hija es tan dulce a mi Corazón  herido.

Mis brazos extendidos encuentran tan a menudo el vacío.

Almas pequeñas, dejad que mis brazos os estrechen. Venid a refugiaros sobre mi Corazón. No dejéis solo a vuestro Dios. Salvad al mundo por vuestra fidelidad. Que vuestro amor me haga olvidar un poco que he sido crucificado en vano para muchos de entre vosotros, que no quieren amarme.

30 de agosto de 1966. (B. 92).

J El arrepentimiento de una falta, pequeña mía, trae consigo el perdón.

En este acto realizado de humildad se encuentra tu recompensa.

No tengo nada que rehusarte, pero pide a sabiendas.

Ofrece tu ayuda a quien la necesita. No escatimes tus esfuerzos. Sé toda para todos. Que me descubran en ti.

Si lo quieres, encontrarás siempre más amor, hasta el día en que él te llevará consigo sobre sus alas. Ves, hija mía; la calidad del amor se mide según la generosidad de quien lo posee.

J Las florecillas pueden ser tan apreciadas como las flores más codiciadas. Claro que éstas últimas son más admiradas. Pero las florecillas son más ama- das, porque son más accesibles a lo que es pequeño. Lo sabes; una florecita es tan tierna, tan íntima. E inspira tanta confianza. Se le puede decir todo.

Ella comprende muy bien. Florecilla, alma pequeña.

Gran corazón.

Luminosa y tan sencilla en la claridad de mi amor. Supera en delicadeza a lo que las otras poseen en hermosura.

31 de agosto de 1966. (B. 94). Oración:

J Acuérdate de cuánto te tuve que buscar a ti. Acuérdate de mi bondad, de mi amor por ti, de las gracias recibidas.

¿Comprendes lo que me debes?

Tu pequeñez y tu debilidad, que depositas en mi Corazón, te dan derecho a mi protección, cándida hijita mía.

Todos los instantes de tu vida deben ser un prolongado murmullo de amor.

Menos mal que el heroísmo de unos compensa un poco la cobardía de otros.

de septiembre de 1966. (B. 95). Oración:

J Hija mía, después de haber sido víctima del peca- do, ahora eres dulce víctima del Amor.

Para mí el tiempo no existe, pero para vosotros, pequeños míos, es muy valioso, porque os está dado para santificaros, amarme y servirme. Por esta razón, no escatiméis vuestros esfuerzos. A vosotros, que os he elegido, pido mucho. Mi Mensaje tiene que ser conocido. La alegría de dar compensa la renuncia que hace falta demostrar para eso. Las dificultades no afectan a las almas santas. Son más bien para ellas un estímulo para hacer más.

¿Me quieres?

M   Lo sabes muy bien.

J    ¿Estás muy segura de quererme?

M Sólo estoy segura de ti. Y puesto que tu amor es Tú.

J Los hombres, hija mía, encuentran mil pretextos para no cumplir sus deberes hacia mí. Yo encuentro mil pretextos para acercarme a ellos.

de septiembre de 1966. (B. 97).

J Un rinconcito de cielo azul en la dulzura de un hermoso día de primavera: ¡mi hija!

Meditación sobre la insistencia de Nuestro Señor acerca del amor que le tenía Pedro. Tres veces le preguntó: "¿Me quieres?" Cada una de las Tres Personas de la Santa Trinidad quiso recibir la promesa de su amor. Y Pedro recibió todo poder sobre las almas. El Edificio Sagrado había nacido por la voluntad del Cristo-Salvador, su primer Pastor.

de septiembre de 1966. Oración:

J La Sabiduría habla en tí. Te ha sido dada para la conversión de muchos.

Ama lo que es humilde y pequeño. Ten horror al orgullo bajo todas sus formas. Te doy el privilegio de discernirlo en cualquier parte donde se encuentre. Combátelo con actos de humildad y de amor.

Ten presente, hija mía, que tú eres santa única- mente de mi santidad.

Nada en ti te pertenece.

En esta vida, siempre habrá que vencer tentaciones. Las almas santas no están exentas de tentaciones. Sabes, hija mía, que yo someto a prueba a los que amo y me aman.

M  ¡Oh Jesús! Te amo. Pero hay en mí tal deseo de querer más, que me hace sufrir.

  Mi amor no tiene límites, por eso no puedes poseerlo enteramente; tú, hija mía, eres limitada, y tus aspiraciones de amor sólo pueden hacerte sufrir. Únicamente en el eterno cara a cara, encontrarás el amor total, y lo encontrarás en todo su esplendor. Amada mía, estás actualmente en las penas del alumbramiento. Piensa en la alegría que te guardo. Alegría maravillosa cuya amplitud sólo puedes sospechar actualmente.

Yo estaba pensando en la persecución religiosa en China comunista.

  Sí, es así como me aman. Antes que perder la vida ( y qué vida!) han preferido pisotearme. Su fe no ha resistido a la persecución. Yeso quedará grabado en su corazón como una quemadura profunda. Pero no les guardo rencor. Y mi perdón baja sobre ellos para siempre. ¡Mis hijitos tan débiles!

M ¡Oh Jesús mío!, ¿qué hacer contra la maldad de los hombres?

   El único remedio: la oración.

M ¡Oh Dios mío! Mirarte es toda mi felicidad.

Hablarte es toda mi alegría. Amarte es toda mi vida.

M ¡Ven! ¡Oh ven! ¡Te quiero tanto!

J   No puedo entrar más hondamente en tu corazón, ya que le sumerjo enteramente.

de septiembre de 1966. (8. 101).

En el momento de la comunión Jesús me ha tomado en sus brazos. Los ojos levantados hacia el cielo ha dicho: "Padre, he aquí la que tú me has dado y que te vuelvo a dar. Ha nacido en mi Corazón. Está conmigo para siempre,                      purificada de sus pecados por el amor ."

Oración:

Yo recomendaba a Nuestro Señor un desgraciado sacerdote infiel a sus deberes.

J Desgraciado aquel por quien ocurre el escándalo. Más hubiera valido para él no haber nacido.

M Dios mío, ten piedad de él.

J No, hija mía, no me pidas eso.

M ¡Oh sí! Te lo volveré a pedir.

J No vayas en contra de mi voluntad.

M Yo no voy en contra de tu voluntad, sino en con- tra de tu justicia. Tú me has dado a conocer tu amor, y me has dicho que estaba en contradicción con tu justicia. Tú me has amado y perdonado. Yo sólo conozco el amor. Y te pido la gracia de esta alma en nombre de este amor que tú me has dado.

J Hijita mía, es imposible. No puedo concederte eso, pues los pecados que ha cometido han alcanzado a mis almas pequeñas.

M i Dios mío! Por el amor de las almas pequeñas, sálvale. Lo has dicho tú mismo: a todo pecado, misericordia. Y ¿qué has hecho para mí?

J ¡Hija mía! ¡Hija mía!

de septiembre de 1966. (B. 103). En la capilla de X.

NS Ve más allá de las apariencias. ¡Qué importan los medios empleados para la propagación de mi culto y la extensión del Reino de mi Divino Hijo!

En el camino de la fuente, mientras pensaba en las curaciones que le están atribuidas:

J La herida de amor sólo cura en el cielo, hija mía.

Pensaba también en recomendar mis preocupaciones temporales:

J Las aves no se preocupan más que del momento presente. Haz como ellas, palomita mía. ¿Te gusta tanto, pues, escuchar la voz de tu Dios? M ¿y tú me lo preguntas, Señor?

de septiembre de 1966. (B. 103).

Tristemente le digo:

M ¡Dios mío! Tú eres la vida de mi alma. Si la vida se retira, el alma languidece. Y el fuego por el cual ardía se consume bajo la ceniza... Ten compasión de mí.

de septiembre de 1966. (B. 104).

J Cuando me callo, tú también tienes que callar... y amarme.

Sabes, amada mía, que en el silencio hablo mejor. Mis palabras son amor. Y el alma que las recibe, es amor.

… …

Intercedía por unos culpables. Yo le decía:

M Era yo mucho peor que ellos y tú has tenido piedad de mí.

J Yo sé mejor que tú lo que eras. Yo sólo soy juez en esto.

Me había mostrado nerviosa e impaciente. le pedía perdón:

J Estas imperfecciones no pueden separarnos. Sin embargo, ¿quieres complacerme? Vigílate.

10 de septiembre de 1966. (B. 105).

M i Dios mío! No me dejes así en este vacío espantoso.

J Hija mía, ¿es tan duro, pues, hacer mi voluntad? ¿y no te he dado yo bastante para que puedas aguantar mi ausencia con más ánimo?

¿No sabes que yo te quiero?

Sabes también que no hay ningún vacío en ti. No es más que una apariencia de vacío. Me es muy doloroso encontrar el vacío en ciertas almas que parecen pertenecerme, a los ojos del mundo, pero que en realidad están tan lejos de mí. Es mucho más cómodo para ellas pisotear lo que hace las delicias de mis santos, pero que afecta profunda- mente su egoísmo excesivo.

La ternura de mi hijita es tan dulce a mi Corazón. ¿Qué no haría yo por ella?

No eches de menos lo que sólo escasamente te doy ahora. Lamenta más bien el mal que me hacen.

Es necesario ensanchar las concepciones de la vida actual, es cierto, pero no hay que pasar los límites permitidos. Más vale un alma santa que cien almas mediocres. ¿Qué importa dar facilidades a éstas si, al actuar así, se hiere el corazón de mis almas pequeñas, de mis pequeñuelos?

11 de septiembre de 1966. (B. 107).

Las almas que escuchen con fe mi mensaje de amor arderán todas de un fervor sobrenatural.

... ...

M Dios mío, dame, te lo ruego, tu Luz y tu Verdad.

Yo soy la Luz y la Verdad. Luz que ilumina el mundo y que el mundo desprecia.

La ley de amor que os doy, hijos míos, es la única que puede salvaros.

El mundo sin amor es un mundo perdido.

¿Creéis, pues, que podéis vivir sin él?

Os creéis fuertes y cultos. Jamás habéis sido tan ignorantes.

¿Por qué dar tanta importancia a lo que pasa? ¿Necesitáis todas estas vanidades en vuestro equipaje para el cielo?

Meditad también este pensamiento: la muerte pone fin a todas vuestras quimeras... Y ¿qué queda entonces?; ¿queréis comparecer delante de mí con las manos vacías? ¿Pensáis, pues, que la vida que lleváis merece que arriesguéis por ella vuestra felicidad eterna?

¿Qué son, pues, algunos años sobre la tierra? La dejaréis un día.

¿y las lágrimas que derramaréis en la eternidad por haber abandonado a vuestro Dios? Que este pensamiento conmueva vuestro corazón.

¿Habéis probado alguna vez las santas alegrías del amor divino?

¿Habéis escuchado alguna vez y oído a vuestro Dios, en el silencio de vuestro corazón?

14 de septiembre de 1966. (8. 109). Oración:

M Al contemplarte sobre esta cruz, mi corazón se estremece de dolor y de compasión.

Tus manos, tus pies clavados a este madero. Impotente y débil, al parecer.

Y, sin embargo, en aquel momento es cuando el mundo tomó conciencia de tu fuerza, de tu Divinidad.

y los hombres, abrumados por su crimen, vinieron a prosternarse a tus pies, levantando hacia ti, a quien habían crucificado con sus pecados, sus brazos suplicantes para conseguir de ti misericordia por sus faltas. Dulce Salvador agonizando sobre la cruz, tu triunfo, sin embargo, no era completo. Tu Corazón abierto los llamaba a todos. Pero no todos contestaban a tu llamada.

¿Por ellos, dulce Jesús, no habías dado verdaderamente tu vida?

Pero no te diste por vencido. y desde hace siglos los persigues con tu amor. Ahí está tu venganza.

Milagro de la gracia: muchos se dejaron y se dejan prender en las redes del Adorable Pescador, Tú. ¿Quieres más?

Tu sed de los hombres es insaciable. Los quieres a TODOS. y no sabes qué inventar para atraerlos a ti.

No has vacilado en bajar hasta tu pobre y miserable hijita... ¡Dios mío!, en este momento en que comprendo plenamente lo que, en tu amor, has realizado en   mí, me siento anonadada por tanta grandeza, tanta bondad, tanto amor y misericordia.

J Hijita mía, no he derramado mi sangre inútilmente. Quisiera que TODOS mis hijos fueran hijos de la Luz.

No me queda otro remedio que ayudar a los pobres pecadores, a veces débiles más que pecadores. ¿Quién, si no, podría salvarlos? Entre el pecado por debilidad y el pecado por amor al vicio, hay una diferencia grande.

Los irreductibles irán al fuego eterno. ¿Qué quieres? Es mi ley y se tiene que cumplir.

No te aflijas. Mira a mis redimidos.

A pesar del mundo y de sus artificios están aquí alrededor de mi cruz.

Qué jubilo para m í ofrecer a mi Padre los que yo he salvado y alimentado con mi sangre y los defenderé contra el mal.y entrarán con su Pastor en el Reino de su Dios.

15 de septiembre de 1966. (C. 7). Oración:

J Desde hace tanto tiempo, modelo tu pequeña alma.. .

La integridad de mi Mensaje no cambia en nada la estructura de las verdades del Concilio, sino que las hace solamente más accesibles a todas las inteligencias.

Todas las objeciones que se le hacen se vendrán abajo por su luminosa claridad.

El es el Cántico de los tiempos actuales abierto a todos y especialmente a las almas pequeñas.

M En el amor que me encadena a mi Amor, encuentro todos los bienes en abundancia.

16 de septiembre de 1966. (D. 1). Oración:

J Los bienes que se sacan de una acción no llevan siempre a los hombres a la comprensión.

La verdad ofusca, a veces, a ciertas almas poco avanzadas en la virtud y en la abnegación.

Los hombres ignoran la alegría y la hermosura de una vida plena de amor y de luz; por eso se complacen en su vida miserable.

A la hora de la muerte, echan una mirada atrás.

De manera inexorable, aparece la vanidad de lo que hacía su felicidad sobre la tierra.

¿De qué sirvieron las disipaciones en que se sumergieron?

La luz brilla en las tinieblas y les hace dar quejidos de dolor. Sólo los irreductibles dejan esta vida sin remordimiento. Pero ya la desesperación es- tá en su corazón. Pagarán su ceguera toda la eternidad.

Los otros serán purificados según la gravedad de sus faltas.

Este siglo corrompido ha agotado los tesoros de mi gracia en los corazones y los ha vuelto secos y áridos como una tierra sin agua.

17 de septiembre de 1966. (D.2).En misa.

      Presencia sensible y sobrecogedora de Nuestro Señor en mí. Me dijo:

J Toma conciencia de mi Presencia en ti.

En la calle:

J Lleva a todos mi sonrisa.

Te quiero en un perfecto estado de santa indiferencia hacia lo que fue, lo que es y lo que será. S610 cuenta mi voluntad.

18 de septiembre de 1966. (0.3).

Iba en peregrinación a X, a postrar me a los pies de Nuestra Señora, que me había concedido la curación de mi madre. Admiraba yo el hermoso paisaje. A lo largo, un estrecho camino subía mucho.

J Sobre este camino, en el que has llegado a más de la mitad, no apartes los ojos de la cumbre... Ahí te espera el Amor.

Ven, alma pequeña, apresúrate. Tengo tanta prisa de Ilevarte conmigo para siempre. ¿Podré contenerme de bajar a tu encuentro?

A la vuelta: precisiones sobre la importancia del mensaje:

J Hará levantarse un ejército de almas pequeñas, convertirá su vida en un inmenso brasero de amor donde vendrán a consumirse todas las iniquidades del mundo, todas las indiferencias que hieren tan dolorosamente mi divino Corazón.

19 de septiembre de 1966. (0.4). Oración:

J Todo es tan sencillo para los hijos de la Luz. Nada les extraña, ni el bien ni el mal.

Se apoderan con avidez del uno y se apartan con horror del otro.

Sacan sus fuerzas de las profundidades de mi amor.

Viven tan íntimamente unidos a su Dios que consideran todas las cosas en su justo valor.

La consideración de mis sufrimientos es para ellos un estímulo que les hace entrar más profundamente en la santa vía del desprendimiento y del abandono. Gracias al amor que abrasa su corazón, se vuelven capaces de grandes cosas, porque están sostenidos por el pensamiento de darme siempre más gloria.

20 de septiembre de 1966. (B. 113).

M i Dios mío! ¡Te quiero! Tú eres tan bueno para mí.

J Yo soy bueno para todos, pero todos no son buenos para mí.

Acojo siempre favorablemente la oración humilde de los corazones confiados.

Vengo a socorrer su desamparo.

A las almas viriles pido a veces que se sacrifiquen hasta el extremo Iímite de sus fuerzas.

Si supieras, hijita mía, cuán agradable me es la ofrenda de sus penas, y qué consuelo me dan, cuando aceptan mi voluntad.

… …

Yo contemplaba la Santa Faz. Aquella tarde, me parecía particularmente triste.

 ¿Te he ofendido hoy, Jesús mío?

   No, hija mía. Tú no me has ofendido, pero otros sí.

Silencio

M ¿No tienes nada más que decirme hoy, Jesús mío? J No, hija mía. Descansa en paz. Velo sobre ti.

21 de septiembre de 1966. (B. 114).

M Tú pones a prueba a quienes tú quieres. Los fortaleces. Los consuelas. Los libras de sus angustias. ¿Quién pues, puede comprender los juegos de tu misericordia y de tu amor?

J ¡Oh hijos míos! tenéis que comprender sobre todo la necesidad de la oración y de la renuncia.

Una amenaza terrible se cierne sobre el mundo. Por culpa vuestra, ¿tendré, pues, que adelantar mi hora?

Ignorantes e imbéciles, he aquí que queréis ser iguales a vuestro Dios.

Tened cuidado de que mi misericordia no desaparezca ante mi justicia.

¡Basta ya! i Enmendaos! Si no, me veré forzado a obligaros a la enmienda. Y entonces! chillaréis de terror.

¡Ay! Rogad, rogad a mi Santa Madre. Sólo Ella tiene el poder de desviar mi ira.

M Dios mío, condúcelos a ti. Te amo.

J Sí, y tú estás conmigo eternamente.

Yo te he dado todo, únicamente por bondad.

Pues todo viene de mí. Mi pequeño "nada".

22 de septiembre de 1966. (B. 116).

M Dulce Corazón de mi Jesús.  mi fuerza y mi apoyo.

Tierno Corazón de mi Jesús, sé mi felicidad en este mundo.

Tierno Corazón de mi Jesús, sé mi refugio a la hora de la muerte.

Tierno Corazón de mi Jesús, en quien yo vivo, en quien yo lloro, en quien yo amo, sé mi eterna morada.

¡Oh Dulce Corazón de Jesús, protégeme de todos los peligros del alma y del cuerpo!

Dulce Corazón de mi Jesús, sé para mi corazón la más suave, la más deliciosa cárcel.

En peregrinación a X.

J Me es muy agradable verte aquí.

M Yo estoy tan feliz en tu dulce y santa compañía. Tú eres mi única felicidad.

M Todo me cansa, menos Tú.

Tú, vida de mi alma.

Cuánto me pesarían mis contactos con mi prójimo, si yo no te viera en ellos. Y ¡cuán dulce me resulta el quererles! i Hermanos míos, todos hermanos míos!

Siento en mi alma una ternura tan honda para ellos.

J Soy yo, amada mía, quien los quiere en ti. Con mi Corazón, tú los quieres.

Mira y aprecia el don de tu Dios.

23 de septiembre de 1966. (8. 118). En la comunión:

J A los que rezan y no ponen en práctica las enseñanzas de sus oraciones, no les otorgaré lo que me piden.

El gesto simbólico de mi Santa Madre (ofreciéndote a M í) puede ser renovado para todos los hombres si lo desean.

Los que se humillan delante de mí y reconocen sus faltas con una justa y sincera contrición, obtendrán misericordia.

A los hipócritas, los tengo en horror. A los tibios, los vomito.

Los que pecan con la intención de lavarse en el sacramento de la penitencia, pero no hacen nada para evitar el pecado, son más culpables que quienes pecan por ignorancia, sin saber que me ofenden. La hermosura y la armonía de un alma están hechas de su confianza en mí, de su constancia para rogarme, de su temor de ofenderme.

25 de septiembre de 1966. (B.119).

M Dios mío, te adoro, recién nacido en un pobre establo, estrechado por los brazos de tu Dulce Madre, apretado contra su pecho virginal.

Te adoro, sufriendo y agonizando sobre la cruz por mis pecados.

Te adoro, presente en todos los sagrarios del mundo.

Te adoro, presente en el corazón de todos los hombres, justos o pecadores.

Te adoro en las almas que sufren.

Te adoro en las almas del Purgatorio.

Te adoro en el alma de tus santos.

Te adoro, presente en tu inmensidad en el universo entero.

¡Amor mío!

 

En la iglesia:

M En el silencio de tu casa, mi alma, toda impregna- da de la inmensidad de tu santa Presencia, rebosa una alegría dulce y suave.

27de septiembre de 1966. (D. 5). Oración:

J No estés triste por mi silencio.

Cállate.

¿Te das cuenta de tu felicidad? La Luz del mundo reposa en tu corazón.

Hay que saber callar frente a semejante misterio. ¿No te he dicho que, aún siendo Dios, necesito de los hombres?

El Amor, hija mía, no vive más que de amor.

Toda llena de respeto, he besado mi crucifijo y he adora- do al Ser Infinito que me colma con tantas gracias.

28 de septiembre de 1966. (D. 6). Oración:

M En este momento en que te tengo sobre mi corazón te pido con lágrimas que salves a estos dos pobres pecadores que yo te recomiendo cada día. Te lo suplico; haz algo por ellos.

J ¿Qué harías si estuvieras en mi lugar?

M No sé lo que yo haría, puesto que no soy ni puedo ser Dios.

J Contesta. ¿Qué harías si estuvieras en mi lugar? M Entonces, no esperaría un día más para salvarlos. J ¿Piensas que puedo ser tan bueno?

M Tú eres LA BONDAD. Pero sé que tienes razones que no conozco para hacer esperar tu misericordia.

6 Su crucifijo.

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J Hija mía querida, ¿podría yo rehusarte algo?

M ¡Oh Dios mío!, me siento toda llena de amor entre tus manos divinas.

¡Amor mío! ¡Mi Todo! Te quiero.

Oración:

M ¡Oh Señor!, te doy todo el amor de que es capaz mi corazón.

Si tus pecados te han merecido el infierno, mi gracia en ti merece el cielo. ¿Hay algo más santificante que el amor divino? He hecho mío tu pequeño ser, y desaparece enteramente en la inmensa caridad que le consume.

    ¡Amado mío, cuánto quisiera que te ame todo el mundo!

¡Amada mía, cuánto quisiera yo ser querido de todos!

No puede uno ser fiel a su Dios sin rendirle primero los deberes que le son debidos.

Pido al Clero media hora cada día para la recitación del rosario en común. Las gracias valiosas que conseguirán, compensarán lo que algunos llaman una pérdida de tiempo. ¿Piensan acaso que no es nada darle a mi Dulce Madre este testimonio de su cariño?

A ti, hija mía, te pido que reces mucho para que no me dirija a unos sordos.

La paz en el mundo sólo se establecerá con la justicia y la bondad.

Reza para que los hombres comprendan esta verdad.

Hay lobos en mi redil. Y como van cubiertos con piel de oveja, los justos mismos vacilan. Una amenaza pesa sobre mis corderitos. Un sexto sentido es necesario para desenmascarar al intruso. Pero yo soy el buen Pastor y protejo mis ovejas.

J Hija mía, ¿has profundizado ya este pensamiento: el contraste que existe entre la santa libertad de los hijos de la Luz y la supuesta libertad que da el mundo?

Medita este tema.

M En el fondo no deseas otra cosa que dejarte vencer por tus almas pequeñas. E incluso te encanta que te hagan una dulce violencia para conseguir de ti misericordia para ciertas almas.

Mi vida, dulce Salvador mío, no puede tener más sentido que el que tu quieres que yo le de: la preocupación por los demás, el estar al acecho de sus necesidades para presentártelas.

29 de septiembre de 1966. (0.10).

M ¡Dulce como el amanecer!

¡Tierna como una hermosa tarde de primavera! ¡Brillante como el sol de mediodía!

¡María! ¡María, vigilante! ¡María, pronta a socorrernos! ¡María, poderosa!

Maternal. Defensa de los oprimidos en el mundo entero. María, maestra de amor!

Oh Madre mía!, ¿quién podrá no quererte? Tú eres la Vía directa al Cielo, la dulce Luz que alumbra nuestro camino sembrado de obstáculos.

Cuando la vida nos hiere y nuestros labios, en un gemido de dolor, pronuncian esta palabra bendita: María! Madre!, contestas rápidamente a esta llamada angustiada, con una ayuda cuya importancia medimos al comprobar la resignación amorosa que sucede, dentro de nosotros, al dolor espantoso que nos torturaba.

J El hombre carnal es veleidoso e inconstante. El hombre espiritual, al contrario, es intensamente fiel, incluso en las cosas más pequeñas. El hombre carnal construye sobre la arena. El hombre piadoso construye, al contrario, sobre la roca. Su morada es inquebrantable, pues sus cimientos están en mí.

J Varios volverán a tomar conciencia de sus deberes hacia mí.

Si los Pastores no dan el ejemplo, ¿de qué sirven?

de octubre de 1966. (D. 12).

J Hijita mía, hasta el final de tu vida tendrás que sufrir por culpa tuya y por culpa de los demás. No me pidas que te exima de ello. El sufrimiento que te doy no es inaguantable, pues casi todo el peso lo llevo yo. ¿No debo mantenerte en la humildad? ¿No estoy aquí, calentándote en la llama de mi divino amor?

¿Qué temes, alma pequeña? Te quiero y tú lo sabes.

¿Piensas que no aprecio en su justo valor lo que me das?

Te lo devolveré centuplicado.

No hay nada que no esté dispuesto yo a realizar por tí.

No estés triste, sino alegre de mi alegría. Fuerte de mi amor.

¿Tus debilidades? ¿Qué son ellas, pequeña mía? ¿No las quieres, verdad? Y yo te estrecho cariñosamente contra mi Corazón Sagrado.

Consuélate. Tú me perteneces. Amada mía! Hija mía!

M Amor mío! Mi todo!

3de octubre de 1966. (D. 14). Oración.

M Oh Dios mío!, dame tu Luz y tu Verdad. Que me guíen hasta Ti.

J La única Verdad es la que cualquier hombre de buena voluntad posee dentro de sí. Yo soy la Verdad.

Hija mía, que yo he colmado con mis dones!

Sin embargo, tú no eres más que otra. Al contrario, me eres más deudora que cualquiera. ¿Qué se hace con un acreedor? ¿No se le debe pagar su deuda? En verdad, más que otros, tienes la obligación de corresponder a los favores recibidos. Pon en 'práctica mis enseñanzas. Y te perdonaré tu deuda.

No olvides que cuanto más doy, tanto más exijo. y lo que exijo de mi pequeña alma es el AMOR.

de octubre de 1966. (D. 15).

   La juventud del corazón es eterna.

      Guarda siempre tu alma pequeña de niña cariñosa y ferviente.

      Hija mía, cree en mi amor por tí.

Mis santos gozan de la gloria eterna y no pueden ofrecerme ya más que sus alabanzas.

Pero para tí tu tiempo no ha terminado. Comprende la felicidad que puedes darme todavía aquí abajo.

En el cielo recibirás. Aquí, recibes y das. Hijita mía, canta tu himno al Amor.

de octubre de 1966. (D. 16).

M Mi alegría consiste en estar contigo, en saber que todo mi ser está sumergido en tu divinidad.

Escuchando el dulce canto de los pájaros, en la naturaleza tan hermosa, un sentimiento extraño se apodera de mí. Yo te reconozco en tu hermosura, en tu inmensidad. Reconozco tu voz inefable. Es un tierno murmullo de amor, una alegría mística sin par, que impregna deliciosamente mi alma.

En la Comunión:

J Pido a todos la perfección. Pero todos no son perfectos. Tengo que borrar sus faltas por la renovación de mi Sacrificio.

… …

Yo estaba pensando en sus contactos divinos, tan frecuen- tes en los primeros años de mi vida interior.

J Lo que conviene a los débiles, no es necesario a los fuertes.

 

A propósito de algunos hombres de ciencia:

J Están y permanecerán limitados. Pueden estudiar problemas arduos y encontrar a veces su solución. De nada les servirá. El problema crucial permanecerá un enigma para ellos y jamás se harán dueños de la vida.

He dicho: todo pasa. Y ellos pasarán. En el momento fijado por mí.

10deoctubrede 1966. (8.120).

J Mis ojos están puestos en vosotros, hijos míos. No os dejan. Sondean vuestras almas y escudriñan vuestros pensamientos. Nada les escapa.

Tu vida no es lo que tú quisieras que fuese, hijita mía. Sino lo que yo quiero que sea.

M ¡Oh Dios mío!, ¿qué me importa la consideración del mundo? Quiero estar ignorada e incluso des- preciada por tu amor. Me has enseñado lo que son los honores. Tú solo, Dios mío, eres lo que yo quiero. Como a San Pablo, hazme sentir toda mi debilidad para que exclame con él: "Me glorifico de mis debilidades, pues cuando soy débil es cuando soy fuerte". Sólo me pertenece mi indignidad. Dios mío, qué corto me parece el momento de la oración!

J Lo que debe decirse, dicho queda. Ámame unos instantes más y luego vuelve a reanudar tu trabajo. Yo no te dejo.

J Las almas pequeñas deben comprometerse en ofrecer sus jornadas al Amor por la paz en el mundo y en todos los corazones de buena voluntad serias.

He sentido pesar sobre mi alma la carga de vuestros pecados y la justicia de mi Padre.

Desde el primer instante de mi existencia, sabía con qué precio tendría que pagar vuestras iniquidades.

Pues, si yo era Dios antes que todo, también había asumido vuestra humanidad, cuyas flaquezas he conocido sin sucumbir a ellas.

y os he querido con un amor apasionado. Mi Padre Celestial ardía en el mismo amor por vosotros en el cielo.

Pero ahí está. No habéis entendido lo que es el amor de un Dios.

y muchos de vosotros permanecen sordos y ciegos.

y su vida se pasa en el error y la duda.

¡Pobres hijos!

¡Pobre humanidad desequilibrada!

M Yo sé, Amado mío, hasta qué punto se puede vivir en la ilusión, y también las proporciones desconocidas que toma a veces el amor propio en nuestros corazones.

J ¿Ilusión, dices? Pero, si el amor propio es sutil, la confianza y el amor divino lo hacen imposible. No puede haber ilusión y amor propio en un alma pequeña enteramente entregada a su Dios.

¿Tus flaquezas, dices? Yo las conozco. Vamos, toma mi mano y no temas nada.

Mírame. Yo soy tu fuerza.

14 de octubre de 1966. (B. 126)

J Los beneficiarios de mis gracias no las acogen siempre con la gratitud debida.

Sino, al contrario, demasiado frecuentemente, las reciben con imperfección, ingratitud y torpeza.

15 de octubre de 1966. (B. 127).

J Para el hombre actual, el disfrutar de todo lo creado ocupa el lugar de Dios.

y sin embargo, en un rinconcito de su corazón, que él mismo muchas veces ignora, ESTOY YO.

Y en la tribulación, he aquí que, de repente, toma conciencia de mi Presencia en él.

Oh tristeza! Mis hijos tienen, pues, que sufrir para condescender a acordarse de mi existencia. Entonces es cuando se agarran a mí como a un salvavidas.

Pero conozco muy bien su corazón versátil. Sé que, una vez recibida la gracia pedida, volverán a su vida de miserias, añadiéndole además la ingratitud más negra, olvidándose de mis bondades.

Y mi cariño para ellos es tal que no puedo siempre resistir a sus lágrimas.

Pobres hijos míos!

¿Qué voy a hacer de vosotros? Os traigo el amor y la paz.

Me dais vuestra indiferencia y vuestros sarcasmos. Y he aquí que la Luz viene a vosotros. ¿La vais a recibir como es debido?

Habéis notado la brevedad de los días que pasan? Pues todo pasa.

¿No comprendéis que marcháis a pasos agigantados hacia la eternidad?

¿Qué son un año, dos años? Algunos años más, y pronto perteneceréis al pasado.

Sobre esta tierra que os podrirá no se acordarán ni siquiera de vosotros.

Pero allí donde vais, nada se queda en el olvido. Y cosecharéis lo que hayáis sembrado. Seréis juzgados sobre el mal cometido, y recompensados por el bien adquirido. Reflexionad y enmendados.

Todavía tenéis tiempo. Arrojaos en mis brazos. Prisionero de mi amor, sobre la cruz, ¿es posible que no estreche más que el vacío?

16de octubre de 1966. (B. 130). Oración:

Yo decía a Jesús mi tristeza de recibir tan escasamente sus visitas. Mi alma estaba tan hambrienta de él.

En seguida sentí en mi corazón un dulce recogimiento que revelaba su divina Presencia. Y me alimenté de ella con avidez. En todo el día no me dejó. Por la noche, el mismo recogimiento me invadió. Intenté conciliar el sueño. Imposible. El estaba allí de manera sensible. Y le dije:

 No quieres, pues, que me duerma ahora. Quieres sin duda que te ame todavía un poco más. Pero sabes muy bien que incluso durante mi sueño, te quiero igual.

En un gran arrebato hacia él, exclamé:

M Hazme tuya enteramente. Te quiero!

En aquel momento ocurrió una cosa sorprendente. Sentí con certeza que mi mano derecha se levantaba, sin ningún esfuerzo por mi parte, y se encontraba prisionera entre sus manos divinas. Recibí esta gracia, enteramente perdida en él, y con mucho fervor.

17 de octubre de 1966. (B. 131). Al despertarme: J Humilde florecilla escondida en tan buen lugar; otros que habitan aquí te descubrirán y te tomarán. Sacarán de ti toda la savia que te alimenta. Por mi gracia se renovará y les colmará eternamente.

18 de octubre de 1966. (B. 132). Oración:

Besando la cruz con amor:

IVI ¡Oh dulce cruz! ¡Oh santa cruz! ¡Cuán dulce es tu yugo y cuán ligera tu carga!  ¡Cuán suave es tu fruto para mi alma!                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           ¡Oh santa cruz bendita, que llevas sobre tus brazos extendidos el Amor y la Vida que se ofrecen al Padre en holocausto para redimir a los pobres pecadores!

J Mi gracia en el alma del justo, lo eleva por encima de sí mismo, y le hace participar de mi gloria.

19 de octubre de 1966. (B. 133).

Se puede amar la cruz de tantas maneras, sin por eso perder su manera de ver las cosas. Un ejemplo entre tantos. Tengo un miedo imposible de dominar, cuando voy al dentista; no lo puedo remediar. i Feliz miedo! Vaya poder ofrecerlo a mi Amado. Cuánto le agrada esto! Y se produce lo siguiente: por nada del mundo quisiera yo cambiar mi miedo por un estado más tranquilo. Mi temor me es querido, puesto que sirve de algo por la gracia de Dios, y que llego al punto de quererle al mismo tiempo que sigo teniendo miedo. Y esto no me impide confesarlo para mi vergüenza, pero no quisiera no sentir dicho miedo. Aún cuando conserva su carácter desagradable para nuestra naturaleza humana, el sufrimiento puede llegar a ser, pues, para el alma piadosa una fuente de alegría santa. pura y fecunda.

 

19 de octubre de 1966. (8.134).

t

Esta noche he visto en sueños al Niño Jesús bajo la forma de un niñito de dos o tres años, según me parecía. Estaba rodeada de varias personas. Se afanaban para vestir la estatua del Niño Jesús, sin duda en previsión de alguna fiesta. y he aquí que de repente la estatua se anima. El Niño me mira, viene hacia mí, me acaricia y en un gesto inefable acerca su frente pura a mis besos.

Dios mío, Dios mío, son demasiadas gracias. ¿Por qué me quieres tanto? Oh cuánto amor y agradecimiento te debo! Y yo soy tan pequeña, tan impotente.

21 de octubre de 1966. (D. 18).

M Los sentimientos que experimentamos pueden engañar.

Pero el contemplarte sobre esta cruz con amor y agradecimiento no puede ser causa de error.

¡TU E RES! y es una dulce realidad para mi corazón.

J Sí, Yo soy la Realidad que no engaña. Y te he hecho mía.

Todo en tí es verdad, porque no vives más que de mí.

Mis caminos son misteriosos. Yo conozco el secreto de los corazones.

Estoy donde quiero estar. Omnipresente.

Me gusta actuar contigo como me parece. Comprended que soy el Dueño del mundo.

Servirme de las criaturas, para hacerme conocer y amar, es para mí fuente de alegría. Más que nunca necesitáis Luz.

Si los hombres son infelices, es porque se hunden en las tinieblas e ignoran la luz que brilla y alumbra.

Para muchos la luz está bajo el celemín.

Pero la esperanza es un destello divino que no puede morir.

La confianza en mi bondad hiere suavemente mi Corazón Sagrado con un dardo encendido.

Si supieras que, entonces, un Dios está sin fuerzas delante de vosotros y a vuestra merced, y que sus tesoros de gracia están a punto de sumergiros. .. Si solamente no me rechazaseis con vuestra frialdad.. .

Si me permitierais permanecer a vuestro lado. .. ¿Por qué tantos de vosotros rehusáis quererme? ¿Qué os he hecho?

22 de octubre de 1966. (D. 21).

Saber ser alegre:

En el deber cumplido, en el sacrificio aceptado, en los deseos insatisfechos,

en la prueba, por cruel que sea.

En la soledad rehusada,  en el ruido, el tumulto que hace daño.

Sonreír cuando quisiera uno llorar, rechazar en lo más hondo de su ser la tristeza que abruma: Acogerla con una sonrisa que se da a todos y a cada uno. La sonrisa que se ensancha en la paz, la santa alegría y el amor divino.

23 de octubre de 1966. (D. 22).

 El Amor no cambia. Es inmutable y sigue siendo Amor.

De lo contrario, cuán de prisa perdería su calidad con vuestro contacto.

Pero ahí está. El Amor no puede ser más que Amor, que os quiere a pesar de vuestras miserias, de vuestras ingratitudes, de vuestras manchas.

    ¡Oh cuánto os compadezco!

J Cuando todo descansa, y que, con un beso, saco a mi hija del sueño donde está sumergida, de prisa, que me ofrezca su corazón en un arrebato de amor, y que rece y vele conmigo sobre el mundo de las almas dormidas.

J Nada les interesa excepto ellos mismos y sus intereses.

Las emociones que sienten a veces, en varias circunstancias de su vida, son fugaces y rápidamente olvidadas.

Parece como si estuvieran solos en el mundo, con sus vanidades, su orgullo desmedido y mezquino. Ante todo, buscan cómo satisfacer su apetito in- moral de placer.

Si yo no los quisiera tanto, qué de prisa los abandonaría a su suerte.

24 de octubre de 1966. (D. 22).

J ¿Quién podría adivinar hasta qué punto he tomado posesión de mi hijita? Hasta fundirla enteramente en mí.

Para todos es una hija cualquiera, ni mejor ni peor que otra. El carácter divino que marca su alma, escapa a todos, aunque reconozcan con agrado su amabilidad.

Pero mi misericordia y mi gloria brillan en ella. Será la hija querida de mi Iglesia.

25 de octubre de 1966. (D. 23).

174

 

La verdad parece inconcebible a los hombres. Se acuerdan de mí únicamente para imputarme las catástrofes que se producen y hacerme llevar la responsabilidad de ellas, cuando son ellos los únicos responsables de todo.

Quiero la paz para todos, no la muerte.

No comprenden y se precipitan con la cabeza baja, como ciegos, en el abismo que se abre delante de sus pasos. Y su conducta sacrílega me abofetea cruelmente. Si la reflexión no llega. ..¿entonces?

26 de octubre de 1966. (E. 1).

J Mi hija debe concentrar todos sus esfuerzos sobre el elemento "sorpresa". No creas estar protegida porque recibes señales particulares de mi amor. ¿No sabes que mis santos mismos fueron sometidos a terribles tentaciones?

Tú caes, porque, sin saberlo, te alejas de mis brazos.

Tu indignación era justa, pero tu cólera injusta. ¿Pertenece, pues, a un alma sin fe dar ejemplo? Como si fuera posible. Pero tú que me amas, ¿no debes actuar como si tuvieras todt1 la culpa, incluso aunque la tenga completamente el otro? ¡Vamos! Tendrás que humillarte, como sabe hacerlo una hijita de Dios.

Modera tus primeras reacciones con más dulzura, más paciencia.

Considera esta prueba como dada por mí y ven a buscar sobre mi Corazón, la fuerza y el valor necesarios.

 

M Dios mío, te quiero. Tengo confianza en Ti. Porque tú eres toda mi felicidad en este mundo, serás también toda mi felicidad en el cielo, mi patria.

Cerca de Ti, he probado las primicias de la Vida Eterna, y mi alma se estremece de una dulce esperanza. Y cada día más, me afianzas en la fe. Cuantos más obstáculos se presentan para nuestros encuentros en la oración, tanto más vengo, pues nada puede arrancarme de tus brazos.

27 de octubre de 1966. (E. 4).

J Mi amor es y será siempre una causa de asombro, un tema inagotable sometido a vuestras reflexiones.

No reclamo jamás lo que he dado, mientras el beneficiario lo merece por su fidelidad. Condeno la hipocresía y la mentira.

Absuelvo la ignorancia, no la maldad. Amo los corazones sinceros y rectos.

Quiero de vosotros la candidez, la confianza de los niños pequeños.

Que nada os asuste ni os aparte de mí.

El Amor dicta vuestros actos; no permitáis que la razón os importune.

Ella debe frenar, es verdad. Pero también tiene que ser frenada ella. Los razonadores no harán nunca nada grande. El Amor, al contrario, puede haceros santos.

Cuán sublime esta locura, que, riéndose de los obstáculos, os eleva hasta el cielo. ..

30 de octubre de 1966. (E. 6). Fiesta de Cristo Rey:

Jesús ha puesto un bálsamo sobre mi corazón entristecido.

J La oposición es el sello que yo pongo sobre todas mis obras.

El enemigo se encarniza. Pero no temas nada; estoy aquí.

He dicho: "los que hoy están en contra de ti, mañana estarán a tu favor".

El tiempo te lo dirá.

Hijos míos, respetad la Autoridad legal de la Iglesia; pero lo que podáis hacer sin desobedecer a esta regla, haced lo.

M Amado m ío, eres un Dios justo y bueno. No lo se- rías si, después de sacarme del fango donde me re- volcaba, me volvieras a arrojar en otro lado más hediondo todavía.

¿Puedes dejarme en el error y la ilusión, puedes dejarme engañar y ser engañada? No, no, no lo creeré jamás. Antes morir. Es inimaginable y en flagrante contradicción con lo que tú eres. Es ofenderte y desconocerte gravemente.

¡Dios mío! Creo, adoro, espero.

J Lo que es del mundo, en el mundo permanece. Los balbuceos del amor sólo son ridículos para los que están alejados de él.

La gravedad del espíritu crítico conviene a los razonadores. Pero mucho más conviene la dulce locura del amor divino a los corazones fervorosos.

La lógica es buena y necesaria. Pero no debe contrariar el ímpetu amoroso del alma entregada al Amor.

M i Dios mío, he clamado tanto hacia Ti. Cuando el remordimiento se apoderaba de mí, eras tú a quien yo llamaba. Y no lo sabía.

Te he buscado tanto. Toda mi vida no ha sido más que una búsqueda de Ti. Yo no te conocía, pero tú me conocías.

¿Está mal quererte como se quiere a un ser viviente, estrechamente unido a la pobre alma mía, y no como a una estatua fría y lejana, un ser inasequible? Yo no te veo bajo este ángulo y no tengo la impresión de faltarte al respeto por el exceso mismo de mi amor por ti. Sabes adaptarte a la mentalidad de todos tus hijos. A los espíritus fuertes hablas el lenguaje de la razón. A los otros, a los  pequeños, hablas Amor. Pero es siempre tu Palabra. y es tan verdadera para los unos como para los otros. Lo esencial es saborearla tal como viene de ti, y acogerla con fe y confianza.

El cariño de nuestro Dios no está puesto en duda por nadie. Puede revestir diferentes formas para expresarse. Los pequeños no se escandalizan jamás de los términos empleados. A cada uno, su oficio. Los teólogos, para comprender la Palabra e interpretarla en su justo valor. Las almas sencillas para amarla y ponerla en práctica. Todos al servicio del mismo amor.

31 de octubre de 1966. (E.12).

J La cruz, hija mía, hace siempre daño. Pero, si tú lo quieres, será más ligera. Abrázala por mi amor. Sé fuerte en mi paz. Cumple metódicamente todos tus deberes de estado y déjame actuar. Todo pasa, y los pensamientos de los hombres cambian. Ten confianza en mí.

de noviembre de 1966. (E. 12).

J Quisieras que reconociesen el buen fundamento de la realidad. Pero mucho más perfecto sería desear ser incomprendida por mi amor. Humillada y mofada, te pareces a mí. El honor y el incienso no convienen en absoluto a una hija de Jesús en este mundo.

Tú deseas quererme como me han amado mis santos. Por eso tienes que abrazar con devoción la cruz de cada día, tal como se presenta.

No creas que me quieres Si no estás en estas disposiciones.

La vida verdadera, hija mía, no está hecha más que de sacrificios.

La divina caridad suaviza su amargura.

El bien que un alma saca del trato amistoso con- migo, debe estar puesto al servicio del prójimo. Yo no la enriquezco jamás únicamente por ella misma, sino para que dé generosamente a las otras lo que ha recibido de mí por un favor mío. Si haces esto, tu recompensa será grande en el cielo.

AIIí, en compañía de los que amas y envidias, conocerás la alegría y la paz en mí.

de noviembre de 1966. (E.14).

Hijos míos, no deseéis nada con pasión, excepto el triunfo de mi gloria y mi Reino en el mundo. Entregaos con fervor a la obra inspirada.

El empobrecimiento de los espíritus exige una renovación de mi amor.

Para recordar a los hombres esta verdad siempre nueva, os mando mi "Mensaje de Amor". Profundizad su doctrina y poned la en práctica. Hijita mía, no te he dado la vida para volvértela a quitar. Al contrario, que sea ella la prolongación de mi amor para todos. No dudes.

A mí, como a ti, me trataron de "iluminado". Ves, los espíritus superiores no comprenden siempre las dulzuras de mi intimidad en las almas. Pero el mundo de los pequeños tiene antenas que captan y no engañan. La Fuente inagotable de       ternura que se escapa de mi Corazón abierto se derrama sobre todos indistintamente.

de noviembre de 1966. (D. 24).

J Mi amor está por encima de todo lo creado. Su modo de expresarse debe adaptarse a vuestra manera de comprender y ponerse al nivel de vuestra inteligencia.

Hijita mía, ¿si yo no te hubiese colmado de consuelos, hubieras venido a mí? Tú no podías comprender más que esta manera de amar.

Une tu corazón al mío. Ten confianza. No te decepcionaré.

¡Qué pena me causarías si dudaras de mi amor!

El valor del amor es mantenerse firme tanto en la sequedad como en la abundancia. Los corazones que me aman no piden nada, y dan sin tasa, a la medida de su amor.

Comprende el valor de esta enseñanza.

Lo triste es no tener nada que dar. Los niños pequeños dan su sonrisa y su confianza. Dan también sus lágrimas.

Sé una niña pequeña. A veces una sonrisa puede ser tan heroica cuando florece a través de las lágrimas.

Sírveme en los demás. Hazles el bien que quisieras que te hiciesen. Es a m í a quien lo haces. Cada acto de caridad te hará subir más alto en mi amor.

Olvídate en mí. Sé Yo. Que toda tu vida vaya señalada con mi sello. Que todo lo que te llena de tristeza sea más bien para ti fuente de alegría santa y dulce.

Quiero a los hombres. Todos son mis amados, pero no todos lo comprenden, y mis palabras, por tiernas que sean, no los conmueven, pues su corazón es seco y árido. No encuentro en ellos más que una puerta cerrada que rehúsa obstinadamente abrirse. Escucho con alegría tu dulce murmullo de amor que compensa el olvido en que me dejan tantas almas ignorantes o timoratas.

de noviembre de 1966. (D. 27).

Tu imaginación procede de mí y está bajo mi control.

Hay que andar en la vía que yo te indico. Si hay contradicciones, habrá más alabanzas.

El que obra bajo la influencia del Amor avanza con seguridad.

Mi hijita está en mis brazos. ¿Quién se atrevería a tocarla?

Cree en la victoria del "Mensaje de Amor" en las almas de buena voluntad.                       Los convertidos, hija mía, fueron y son los amantes apasionados de mi divino Corazón. Mejor que 9tros comprenden el valor del testimonio de amor que reciben de mí.

La gracia ha hecho suyas todas las partes de su ser. Vienen a mí, no por tradición, sino bajo la influencia del Amor; por eso, lo que escapa a la mayoría de los cristianos les alumbra de una luz sobrenatural. Su amor para m í es todo fervor, y la devoción de sus corazones abrasados se traduce en unos arrebatos de ternura y de agradecimiento sin límites hacia mí. Todo amor es locura.

Locura suave y deliciosa en el amor divino. Todo es nuevo para ellos, y descubren la Luz, con un corazón maravillado, abierto completamente a la fuente de vida que los inunda. Mis cristianos por tradición no pueden comprender esto. Estos han conservado la facultad de razonar, los. otros, al contrario, sólo saben amar. Para ellos, la razón ha muerto.

        Puesto que soy amor y tan deseoso de darme, ¿cómo resistiría yo a sus oraciones, sino haciéndoles penetrar cada vez más en el conocimiento del amor? No es lo que algunos llaman "alucinaciones peligrosas". Ellos mismos están asombrados por lo que les ocurre. Y al contrario, entran cada vez más hondamente en el dulce misterio del Amor, y nadie mejor que ellos puede conocer su sabor penetrante.

10 de noviembre de 1966. (D. 30).

J ¡Si conocieras los juegos de mi misericordia y los medios que emplea para apoderarse de las almas! Aquélla parece muy lejos de mí, y, sin embargo, mi misericordia, al acecho, va a empezar pronto su labor en esta alma. Por eso mismo, guárdate muy bien de juzgar, pues ignoras lo que puedo hacer por ella. Antes, reconócela como tu hermana predilecta. Cuanto más lejos parece de mí, tanto más tiene derecho a tu compasión y a tus oraciones. Yo no he redimido a los justos, sino a los pobres pecadores. El pecado es una plaga horrible, y sus víctimas son mis desgraciados hijos. Tú, hija mía, ejemplo vivo de lo que mi bondad puede hacer en un alma, debes comprender esto mejor que los demás. No confundas pecador y pecado. Odiar a éste, socorrer a aquél.

Las oraciones, mortificaciones y penitencias son necesarias para eso. Es la única caridad verdadera. Los modos de practicarla no faltan.

¡Tengo sed de almas! Comparte mi sed, ¿quieres?

11 de noviembre de 1966. (D. 32). Al despertarme:

  Sé alegre en el Amor.

Sé firme en la esperanza.

Sé constante en el esfuerzo.

12 de noviembre de 1966. (E. 18).

  Las palabras no son nada sin las obras. Cuando se ama, se busca, ante todo, la satisfacción del ser amado.

Los labios mienten cuando los actos no demuestran la verdad de lo que dicen.

Hija mía, busca sin descanso lo que puede agradar a tu Amado.

No vaciles en darle lo que le corresponde por derecho, por su amor hacia tí.

¿Piensas acaso que él estará en deuda contigo?

Te dará mucho más de lo que tú puedes darle.

Las alas se abren cuando crece el amor.

¡Cuán torpes son los hombres cuando se trata de amar, y cuán fácil es perder la delicadeza necesaria para guardar intactos el corazón y los sentimientos dictados por el amor! Aprecia el don de Dios en tu alma.

13 de noviembre de 1966. (E. 18).

 

J Aquel que es pequeño se hará grande.  Aquel que se cree grande, tiene que hacerse pequeño antes de ser grande de nuevo.

Nadie puede ser grande sin pasar por la pequeñez. Es el orden de la gracia.

y es también el orden normal de la vida sobre la tierra.

El alma tiene que renovarse en el Amor. Ninguna vida íntima conmigo es posible sin esta renovación. Todo se hace en mí, por mí y conmigo.

Une tu pequeñez a la mía, cuando de niñito me sometía filialmente a mis padres.

¿Conoces el poder de un chiquitín?

¿Sobre el corazón de sus padres?

¿Sobre el corazón de su Dios?

15 de noviembre de 1966. (E. 19).

  El mundo se agita; pensamientos locos revolotean en las mentes acaparadas por las preocupaciones y los placeres del mundo.

y mi gracia tiene que abrirse camino en este laberinto.

Sabes que no puedo forzar a nadie a quererme. Y, sin embargo, mi gracia es toda unción.

¡Y cuántas dificultades encuentra para abrirse camino en las almas!

Todo trabajo merece su salario.

y Yo no me afano siempre en vano.

Mi gracia es sutil y su presencia en el alma, tarde o temprano, es percibida por ella. Pequeños míos, ayudad a vuestro Dios. No dejéis pasar la gracia. Me conformo con tan poca cosa! Una simple llamadita. Pongo tanta atención en espiar vuestros menores movimientos. Comprended cuán inefablemente es celebrada en el cielo la conquista de un alma.

16denoviembre de 1966. (E. 21).

  Lo conforme a mi leyes justo, no hay que buscar más allá. y todo cristiano digno de este nombre debe aceptar y acoger mi Palabra con un corazón sencillo y cariñoso.

La felicidad no es para las personas complicadas. Su ciencia es vana y no sirve más que para desviarles un poco más. La fe en mi amor vale más que sus hermosos discursos, por muy sabios que sean. ¿De qué sirve lo que inventan? Para matar, para hacer sufrir. La vida es corta para todos y buscan hacerla más corta todavía. Están sobre la tierra como si hubiesen de permanecer eternamente en ella.

El respeto humano está por encima de todo. El respeto de mi Santo Nombre es vano para ellos.

Reza, hija mía, para que quienes dudan, quienes me ignoran, vuelvan a una noción más justa de las cosas. Tantas miserias sobre la tierra por culpa de hombres crueles y egoístas. Desde lo alto de mi Cruz, contemplo con tristeza la vanidad de unos, la insolencia de otros. Pero he aquí que mi mira- da se vuelve con amor sobre mis almas pequeñas y pienso entonces con alegría que no en vano he dado mi vida por ellas.

M ¡Oh Amado mío, tú no has derramado tu sangre inútilmente!

Me han inundado y cubierto de un vestido nuevo de inocencia. Y lo que tú has hecho por m í, lo haces cada día en muchas almas. Dios mío, te adoro.

 

17denoviembre de 1966. (0.32).

   Incluso cuando está cubierto, el sol sigue siendo el sol, y sus rayos se hacen cada vez más brillantes a medida que se levanta la neblina.

 ¡Oh Sol Divino, resplandeciente en mi alma, pero todavía oculto para muchos!; vas calentando ya muchos corazones con tu dulce calor, que pronto se transformará en una viva llama de amor consumiendo todas las almas pequeñas que se hayan acercado a ella, atraídas por su luz suave.

18 de noviembre de 1966. (0.33).

   Hija mía, el valor de las cosas espirituales se mide por su profundidad.

Yo estaba pensando en mis hermanitas de B y de S con mucha envidia:

  Como para ellas, tu misión consiste en quererme y hacerme querer.

En misa:

  La muerte es como el largo sueño que se apodera de la naturaleza al principio del invierno. El despertar se hace en la primavera, y para la naturaleza, como para las almas, es el amanecer de la resurrección.

 Tienes que entrar cada vez más hondamente en la vía del renunciamiento y del olvido de ti misma. No des ningún pretexto al enemigo, rebelándote cuando te hacen daño. Contesta a los insultos con un acto de caridad pura. Olvídalos en mi Corazón.

      No conviene a mi hija contestar a la ofensa con el rencor, Mírame; Yo te quiero.

19 de noviembre de 1966. (0.34),

  En mi bondad, he dicho: el que me quiere será salvo. Con el Padre y el Espíritu Santo vendremos a él, y en él estableceremos nuestra morada.

¿Me quieres?

M ¿No lo sabes, Señor?

  ¿Me quieres?

M  Oh sí, Dios mío

  En este caso, dudar de mi Mensaje es dudar de mí. No puedo dejar en la ilusión a un alma que me quiere con sinceridad,

No pido a los hombres más que amor. El amor dicta los actos.

… …

Yo estaba pensando en las heridas que había recibido mi alma en el curso de mi existencia:

J ¡Oh hija mía!, se reciben golpes toda la vida.

Escuchaba las campanas que anunciaban el fallecimiento de una persona de la parroquia:

J Tocan también para las almas privadas de la gracia santificante.

   La vida de los hombres se pasa esperando, Unos esperan la satisfacción de sus vanidades, de sus malos deseos. Otros, mis elegidos, esperan el Reino de los cielos y trabajan para alcanzarlo.

      Saber esperar con fe, valor y fervor es virtuoso. Esperad también mi socorro, con confianza, en vuestras tribulaciones, y desead de todo corazón que venga mi reino.

21 de noviembre de 1966. (E. 24). En la comunión:

J Hay que pagar su tributo al Mensaje. Sed con fervor lo que debéis ser: unos holocaustos vivientes. Toma conciencia de los graves problemas de la hora actual. Toma conciencia de la disminución de la fe en las almas.

Toma conciencia de la necesidad de la oración y del sacrificio.

Cree que las almas pequeñas, conducidas por mi Santa Madre, tienen el poder de cambiar el curso de las cosas. Para todo mal, existe un remedio.

Sé generosa. No busques tu felicidad fuera de mi Divino Corazón.

Dame todo. Disiparé tus angustias. Calmaré tus inquietudes.

J Los pensamientos de los hombres no son los pensamientos de un Dios.

22 de noviembre de 1966. (E. 25). Oración:

Estrechando mi crucifijo sobre mi corazón:

M Tus pobres brazos, magullados, heridos, tensos bajo el peso de tu cuerpo adorable! i Fruto de amor y de perdón!

Qué conmovedor eres, Jesús mío, colgado, elevado en esta cruz bendita!

Padre, oh Padre! ¿cómo pudo soportar semejante espectáculo si aniquilarnos?

Mi dulce Salvador, ¿cómo pueden los hombres mirarte con tanta indiferencia e incluso pasar delante de ti, ignorándote?

Ay! Tantos años he vivido como ellos, ofendiéndote gravemente a cada instante.

¡Oh miseria, pobre miseria humana! Es como para gritar de dolor. Pero yo no sabía.

J Cuando venga el día, muchos gritarán, llamándome, y el miedo atenazará sus entrañas. Y tendré que ignorarles también yo. Y sufriré más todavía. Pues ¿concibes a un padre obligado por las circunstancias a rechazar a sus hijos indignos? Y ¿cómo hacer, si no?

Llora, hija mía, los pecados del mundo. Considera a qué extremo reducen a un Dios que, ante todo, es Padre.

J     E I Creador da.  La criatura recibe para dar. Todo lo que es bueno viene de mí.

27 de noviembre de 1966. (E. 30).

J Una mentira, hija mía, por pequeña que sea, es siempre una mentira. No puede más que regocijar a quien es su padre.

Por esta razón, aquel que tiende a la perfección debe odiarla y evitarla, sea cual sea su importancia. La verdad sólo hiere las almas blandas y vanas; no te preocupes de herirlas si lo exige la verdad. Yo soy la Verdad, y no puedo aprobar que la alteren.

28 de noviembre de 1966. (E. 31).

M ¡Cuánto me duele esta prueba de "X", y, sin embargo, qué dulce alegría de ofrecértela!

   Si tú no sufrieras, ¿qué me darías?

29 de noviembre de 1966. (E. 32).

  ¿Por qué te muestras más reservada conmigo?

¿Acaso por las críticas que te han sido dirigidas? ¿Quiere mi hija poner un límite a su amor y al mío?

Que tu mayor preocupación sea la de agradarme y no de satisfacerte.

Antes de actuar, piensa en lo que más me agradará.

El renunciamiento a sí mismo es una muerte a cada instante. Y tú no tendrías el valor de practicarlo si yo no estuviera ahí.

Las oraciones hipócritas me dan horror; sin embargo la oración de un corazón sencillo y puro me deja sin fuerzas para resistiros.

Mi gloria se labra con el triunfo de la virtud en vuestros corazones.

30 de noviembre de 1966. (E. 33).

Meditación sobre el sufrimiento.

J Está el sufrimiento de los corazones extraviados que se complacen en su "yo".

Está el sufrimiento de los réprobos, sufrimiento terrible que no puede siquiera servir para borrar sus faltas.

Está el sufrimiento expiatorio que conduce el alma a su término, purificándola.

Está el sufrimiento de los discípulos de la cruz, sufrimiento deseado, aceptado con amor por los pecados del mundo. Sufrimiento noble que une el alma a su Creador de manera inefable.

Está también el sufrimiento soportado, no deseado, sino aceptado; éste es el destino de la mayoría. Mantiene el alma en conformidad con la voluntad de su Dios.

Comprender el valor del sufrimiento es conocer su mérito y su utilidad.

Tanto amor hace falta para sufrir bien. Cuántos se apartan de su Dios a la hora del sufrimiento. ¡Pobre amor, el suyo! ¿Cómo pueden decir que me quieren?

Consideran como anormal toda persona que encuentra su alegría en saber sufrir. Es una apreciación estúpida. Bueno es recordarles que yo soy el principio y el fin. Nadie escapa a su destino.

Yo enseño el camino del cielo a todo hombre de buena voluntad.

Que no tema seguirme. La recompensa se halla al final.

El amor solo tiene un lenguaje y es comprendido en todos los países del mundo. Para que se haga el intercambio, basta con el consentimiento de la voluntad.

de diciembre de 1966. (E. 96).

M Dios mío, dales el amor de tu Santo Nombre, la alegría del corazón, la paz del cielo.

    Abre los ojos a los problemas que se plantean delante de ti, encuentra su  solución en tu corazón.

M    ¡Oh mi dulce Amado, eres demasiado bueno para mí!

J No puedo ser demasiado bueno. Yo soy la BONDAD. y no puedo ser más o menos.

.., ...

J Ves, hijita mía, mis adversarios más irreductibles no se encuentran siempre entre las personas que están fuera de mi iglesia, sino también, y                        frecuentemente, en el seno mismo de Ella.

Toda Obra, por buena que sea, conoce la victoria a plena luz, solamente después de recibir las críticas de los que deberían ser sus defensores. Antes de ser ellos mismos edificados por ella, primero, demuestran ser sus peores adversarios.

Sin embargo es muy consolador saber que el bien que yo quiero triunfa siempre.

y hay siempre bastantes estímulos para llevar a buen fin la Obra empezada. ..

No temas nada.

.., ...

J La esperanza es una virtud teologal que mis hijos no deben despreciar.

de diciembre de 1966. (E. 39). Oración:

Yo suspiro: ¡María, María!

   Sí, María, pura joya de mi cielo. Mediadora entre yo y los hombres. Canal por donde fluyen mis gracias hasta los hijos de la tierra. María, estrella radiante, que reina sobre todas las almas en el cielo yen la tierra.

      No desconozcáis su poder, porque es inmenso. Por Ella, el Espíritu del mal será vencido. Juzgad con eso, la importancia de la oración a María.

      Las acciones de los hombres tienen más valor cuando están hechas en Ella y  por Ella. Mi Corazón se estremece de alegría cuando me ofrece vuestros dones con sus manos maternales.

    Si conocierais mejor el corazón de vuestra dulce Madre, apreciaríais mucho más el don de mi amor. Amadla, daos a Ella. Me es mucho más grato recibiros de sus manos. ¡Pensáis que yo podría rechazaros si Ella me pide ayuda y asistencia por vosotros? Qué tristeza para m í cuando veo a mi Madre Inmaculada tan abandonada incluso dentro de vuestras iglesias. Rendidle el culto que le es               debido por derecho. Ella es mi Madre y la vuestra. Lazo de unión entre nosotros.

    Yo seré favorable a los que tengan un verdadero amor para Aquella que no cesa de rezar por todos. Ella es el pilar de mi Iglesia. Nada escapa a sus mi- radas vigilantes. Es terrible para el enemigo. Confiaos a María.

    Ella me traerá vuestras penas, vuestras preocupaciones, vuestras alegrías.   Tened confianza en Ella. Amadla con el mismo amor con que me amáis.

     Yo no seré celoso de ello. Los cuerpos, hija mía, están muy enfermos a veces.  Pero las almas en estado de pecado lo están mucho más, y ningún médico de la tierra puede salvarlas.

5 de diciembre de 1966. (E.42).

 ¿Cuál es, en esta vida, la esperanza del hombre sin Dios?

Ninguna.

Para él, la muerte es un término que pone fin a una vida cualquiera, angustiada. ¡Cuál debe ser la desesperación de este hombre que, durante toda su vida, se apegó desordenadamente a la tierra, y que llega al momento fatal en que, de manera inexorable, debe dejarla!

La vanidad de lo que hacía sus delicias se le aparece en todo su horror. Pensamiento atormentador para este desgraciado que no ve más que tinieblas a su alrededor. ¡Ay! La Luz no brillará para él, pues él siempre la ignoró y sin una ayuda particular del Señor, se marchará como ha vivido: sin Dios.

 iEs espantoso, Dios mío, oh Dios mío! Te lo ruego, da a todos los hombres tu Luz y tu Verdad.

Salva a tus hijos. No los dejes hundirse en la desesperación.

¡Qué tristeza en mi alma, al pensar que tantas al- mas, de quienes, sin embargo, eres el Padre, se pierden porque no te conocen!

Yo sé muy bien que quieres salvarlas. Pero ellas no quieren.

Dios mío, te lo suplico, que oigan tu voz y respondan generosamente.

Que florezca la paz y el amor entre todos los pueblos.

Da a todos la esperanza, sin la cual ninguna felicidad es posible en este mundo. Tu Sacrificio no será verdaderamente consumado sino cuando hayas traído todas tus ovejas descarriadas a tu redil. Yo me acuerdo de tu Palabra: "Cuando haya sido elevado de la tierra, atraeré a mi todas las almas ".

   Pequeña mía, espera en m í más allá de toda esperanza.

Todo lo que yo he decretado se cumplirá. Sin embargo, todos no se salvarán.   Pues, voluntariamente, se han elegido otro dueño.

de diciembre de 1966. (E.46).

  La alegría de amar está en la ofrenda fervorosa del sacrificio.

Lo que quiero de vosotros, hacedlo.

Acabas de tener la prueba de esta palabra que yo te dije: "En el momento de la prueba, ¡cuántos se apartan de mí!" Querer es fácil 1, cuando no tiene uno nada que dar al amor y que recibe todo de él. Esta mujer no quiere sufrir. No comprende por qué debe sufrir. Ella murmura. ..y hasta piensa que yo soy un ser cruel que me alimento de sus sufrimientos. Pierde así una ocasión tan buena de probarme su amor, aceptando mi voluntad. Antes de la prueba, rezaba tan bien.

¿Dónde están sus hermosas promesas de amor? Y sin embargo, es lo que llaman una buena mujer. Pasa lo mismo con la mayoría de los hombres. No quieren sufrir; y, sin embargo, tendrán que tomar la parte de la carga que yo he llevado solo.

Tú, hija mía, has visto cuán bueno soy. Has contestado a mi llamada, y tus oídos y tu corazón se han abierto para oír y acoger mi palabra a fin de que, a tu vez, la hagas escuchar a otros. Lo que yo te digo conviene a todos. Así hice y haré para ti y para otros. Mortifícate, ven a mí, entrégate totalmente a mi voluntad.

 

 La mansedumbre, hija mía, es una gran virtud. Debes saber que, si no tienes dulzura, retrocedes en mi amor. Pues soy manso y humilde de corazón.

    Crece a la sombra tutelar de Aquella que te dio a mí. Ámala y propaga su culto. Primero por tu fidelidad, y luego por la inspiración de la gracia.

Vivir en estado de gracia es la mayor felicidad que pueda desear un alma, y otorgaré esta felicidad a quien me la pida con sinceridad. Una planta sin agua se pone amarilla, languidece y muere por falta de alimento. Así el alma sin la gracia se debilita y está en peligro de muerte.

¡Cuántas almas en este mundo han muerto ya, a pesar de su salud aparente que engaña, a veces, a mis hijos más avisados!

de diciembre de 1966. (E. 50).

   Las glorias de la tierra pasan como pasan los cuerpos, reemplazados por otras glorias efímeras. Las glorias celestiales son inmortales. Todas tienen su particularidad para la cual han sido creadas. Y nadie puede reemplazarlas, porque vienen de mí. Y porque tal es mi voluntad.

En la comunión:

J    El que ama a su madre es más permeable a las lecciones de bondad y de amor que da ella. Si amas a mi divina Madre, se verá en el deber de protegerte y de enseñarte con amor el camino de la santidad, Piensa en su amor para todos sus hijos, y para ti, particularmente. Ve el sitio que ha ocupado ella siempre en tu vida, incluso en la época de tu miseria, su influencia benéfica sobre tu pobre alma expuesta y sucumbiendo a tantos peligros. y le confié el cuidado de conducirte a mí.

  ¡Oh Señor, que todos oigan tu palabra y la reciban en un corazón enteramente abierto a la Verdad.

J    Extraña intimidad, la de un Dios y la de su criatura!

Para comprender este misterio y acercarse a él, hay que hacer callar dentro de sí el espíritu de crítica tan fácilmente dispuesto a la contradicción. Una fe viva es necesaria para aprobar y comprender lo que escapa al entendimiento del vulgo.

10 de diciembre de 1966. (E. 53).

M     ¡Tú eres tan bueno, Dios mío! Y te quiero.

     En mi bondad, están mi fuerza y mi poder.

.,. ,.. .,.

   En misa:

M     Cuán difícil es, Señor, saber siempre si tiene uno razón o no,

      Actúa según tu conciencia y tendrás siempre razón.7

            7 Evidentemente se trata aQuí de una conciencia debidamente Ilumina- .da por la fe, recta y sincera en sus intenciones.

 

J     Los que te precedieron en el cielo han sido todos pequeños. Lo que es pequeño sobre la tierra, es grande en el cielo.

    De tal forma quisiera yo hacer algo grande por ti.

   Tu pequeñez es tu mayor obra. Ahí está tu vocación, para la cual has nacido a    la  vida de la gracia.

13 de diciembre de 1966. (E. 54).

   El hambre en el mundo agota los cuerpos. La escasez del Espíritu hace padecer  hambre a las almas.

¿Cuál es el hambre más cruel? Los cuerpos están destinados a la podredumbre; las almas, a la vida eterna.

En un cuerpo agotado y enfermo se encuentra, a veces, un espíritu sano y fuerte, y es una realidad. El espíritu puede estar enfermo, y el cuerpo, sano; no es más que una apariencia; pues, en realidad, todo el ser está podrido, condenado y destinado a una muerte segura. Nadie puede vivir sin mí.

Yo soy el alimento de las almas piadosas.

Muchos han perdido la razón. Sólo la recobrarán por la penitencia y la oración. ¿Comprenderán que, habiéndoles dado la vida, tengo unos derechos sobre ellos?

16 de diciembre de 1966. (E. 56).

Yo pensaba en una apreciación desfavorable hecha acerca del Mensaje.

    ¿Qué hacer, Señor?

     Sigue la inspiración del momento.

No te preocupes de nada. El mensaje no está destinado a los grandes que quieren seguir siendo grandes, sino más bien a mis corderitos. Sus enseñanzas, las alcanzarán solamente los que tienen un corazón para amar. La Verdad triunfará.       Hay que luchar no en contra de la autoridad de la Iglesia, sino por Ella y con Ella.

        Tú eres hija de la Iglesia.

        El mensaje es benéfico, pero habrá todavía contradicciones.

       Tú, preocúpate de agradarme.

17 de diciembre de 1966. (E. 57).

       La fe es la base de toda obra buena. Camina en la fe, la esperanza y la caridad.    Elévate por encima del vacío en que tu alma está sumergida. No es si no una apariencia de vacío. En realidad, este sentimiento no es más que un conocimiento oscuro y amoroso de mi Presencia en ti.

       Tú me pides un signo que pruebe la verdad de tu misión.

       Escudriña tu alma. Los signos no te faltan.

18 de diciembre de 1966. (E. 58).

      ¿Engendró alguna vez el temor otra cosa que el temor?

      Temed ofenderme, pero no temáis a vuestro Dios. No desconozcáis su bondad, su misericordia.

      La confianza y el abandono son una prueba de vuestro amor.

      La marca de este amor está en cualquier hombre, si es justo y bueno.

      He oído esta mañana, en la Iglesia, un sermón del R.P.J. sobre la confianza en Dios.      He visto ahí un signo de la gran bondad del Señor que desea tranquilizarme.

       Ha dicho:

J    Haz tuyas estas palabras en tu corazón. "¿Qué im- porta si los poderosos están en contra tuya? La última palabra siempre la tendrá Dios. Pues yo soy el Todopoderoso".

           . ...

A propósito de una emisión de la televisión sobre los "beatniks", elementos lamentables de una juventud depravada; dicha emisión me había impresionado profundamente:

 A pesar de eso, no dejan de ser mis hijos, mis pobres y desgraciados hijos, víctimas de sus semejantes y de la sociedad que les abandona a su triste suerte.

Bendigo toda caridad para con ellos.

Rechazados por la legalidad, sólo pueden hundirse cada vez más en el vicio y en la corrupción.

Reza por ellos. Ofréceme sacrificios. Te prometo salvar un gran número de ellos.

Acerca de una persona de carácter difícil.

J ¿Dónde estarían tus méritos, hija mía, si no fueras tentada y si no salieras victoriosa de la tentación?

19 de diciembre de 1966. (E. 62).

 Rutilante en la pura luz de mi divino amor, así es el alma en estado de gracia. Semejante al dulce amanecer de un hermoso día de primavera. Centelleante de mil virtudes, piedras preciosas liberal- mente otorgadas por la munificencia de mi amor por ella.

Hermosura que no puedo guardar para mí solo y que me gusta derramar cariñosamente sobre esta alma bendita hasta la viva imagen de su Creador. Mi gracia hace a los santos, los eleva en un gran arrebato de fervor hasta mí.

Me gusta reconocerme en el alma santa y colmar- la de ardores continuamente renovados; Me gusta respirar el buen olor de las virtudes que yo le doy tan a gusto, y que se exhala como un tierno perfume extremadamente delicado de su corazón, este corazón donde yo me encuentro encantado, feliz de mi obra en ella.

20 de diciembre de 1966. (E. 63).

   A falta de soledad, aíslate en tu corazón. Piensa en mí, como yo pienso en ti.

De tantas maneras se puede ser fiel a la oración. Conquista tu corona en el cielo, por tu fidelidad a pesar de todo. No olvides jamás que mi Presencia, sensible o no, es real. Vive en mi presencia con todas las fibras de tu ser.

No temas tus flaquezas. Las hago mías. Yo he cargado con todo.

Cuando tú no puedes quererme sensiblemente, ámame voluntariamente.

Espía la eclosión de mis dones en tu alma y pon- los en práctica.

Estoy contigo eternamente.

22 de diciembre de 1966. (E. 65). Al despertarme:

 Revístete de la coraza hecha de las virtudes que mi gracia te dio con tanta liberalidad, y sobre la cual se romperán los dardos del enemigo.

 

Oración.

  ¿No es más ligera una carga llevada entre dos? ¿Por qué abandonarme, pues, en el momento de la prueba? Si queréis, yo llevaré la mayor parte.

¿Cuándo cesaréis, pues, de ser ciegos?

 Dios mío, cuando tu gracia haya alcanzado nuestros corazones.

Sin ti ¿qué podemos hacer?

  ¿Cómo podría derramarse mi gracia cuando la rechazan?

 ¡Oh Señor, tú eres el Todopoderoso! y lo que tú quieres, lo puedes.

  Mientras los hombres rehúsen cooperar y completar mi Obra, yo seré impotente.

Por su naturaleza humana, tienen horror al sufrimiento. Pero yo les he dado también una naturaleza espiritual que ignoran muchas veces; y todavía más frecuentemente, quieren ignorarla. Y menos mal que se acuerdan de ella cuando necesitan de mí, aunque vuelvan a olvidar en seguida mis bondades, tan pronto como han sido satisfechos sus deseos.

23 de diciembre de 1966. (E. 66).

  Dios mío, estás tan por encima de todo lo que se puede imaginar, y se siente uno tan pequeño delante de ti. ..

   Hija mía, uno aprende a amar a su Dios por el conocimiento de su "nada".

Meditación:

¿Somos otra cosa que "nada"? Sí, pero por la gracia de Dios.

¿ Cómo considerar como nada a una criatura que se beneficia del inmenso privilegio de ser el objeto de tanto amor de parte de su Creador?

Es indiscutible, sin embargo, que solo por Dios existimos y que verdaderamente le debemos el ser y la vida. Somos nada mientras permanecemos limitados en nuestra concepción de hombre superior.

Pues bien, ¿es posible considerar en qué estima nos tiene Dios? ¿Qué puede haber en nosotros que atraiga así el amor de un Dios? ¿Será porque somos la obra de sus manos? Entonces ¿somos nada? Dios no puede amar la nada. Reconozcamos el valor real del hombre hecho a su imagen y semejanza. Pero sepamos también que lo que poseemos, solo de Ello hemos recibido.

24 de diciembre de 1966. (E. 66).

J   Cuando ha caído la ganga que envuelve un alma, sólo queda un núcleo de puro   amor. Y este amor no tiene ninguna necesidad de sensibilidad. Como todo lo que es puro y sencillo, se basta a sí mismo. Encuentra su sustento en sí mismo.

M  ¡Oh dichosa noche que vio nacer este dulce misterio y oyó tus primeros vagidos de recién nacido! ¿ Lloraste?

¿Sonreíste?

Ambas cosas quizás.

Sonreíste al ver inclinada cariñosamente sobre ti a tu dulce Madrecita contemplándote con amor. Sonreíste ante la alegría del buen San José.

Sonreíste pensando en los que un día se .te parecerían, tus almas pequeñas.

Lloraste porque ya sabías cuán malo puede ser el hombre y cuánto mal puede causar. Sabías también a qué precio ibas a pagar tu venida a este mundo.

¡Oh chiquitín!, te veo acostado en este pobre establo, impotente, al parecer..., y, sin embargo, tan poderoso ya sobre el mundo de las almas.

   Sí, lloré, sonreí.

Pensé en los que no podría convencer y para quienes mi venida no sería más que una causa de perdición; en los verdugos, en los perseguidores de su Dios y de su pueblo. Pero vi. también a los que venía a salvar, mis redimidos. y os quería tanto, pequeños míos. Estreché vuestras almas con encanto, entre mis bracitos extendidos. y entonces sonreí.

25 de diciembre de 1966. (E. 71). Misa del gallo:

Tristeza incomprensible en mí.

   No estés triste. No lo quiero. Esta noche es una noche de amor y de perdón.

Solo más tarde he comprendido estas palabras.

26 de diciembre de 1966. (E. 72).

   Contemplándole en el portal, tan gentil, yo suspiro.

   Niño Pequeño! Pequeño Niño-Dios! Te amo tanto!

    No me das bastante tus miradas.

M    Yo te doy mucho más que esto, yo te doy mi corazón.

    Quiero también tus ojos donde se refleja mi imagen.

29 de diciembre de 1966. (E. 72).

 

J    La nobleza de un alma, hija mía, se mide por su abnegación.

La mortificación de los sentidos es necesaria para su desarrollo.

La naturaleza tiene unas leyes que hay que respetar. Pero la vida divina tiene otras leyes más importantes todavía y es necesario conocerlas y apreciarlas si se quiere llegar al perfecto desprendimiento de todo lo creado.

El "yo" muere a fuerza de golpearlo.

  Tendrán la paz únicamente si la desean. ..; si no, será la catástrofe.

El pecado es causa del mal.

Yo no soy en absoluto responsable de lo que puede ocurrirles por culpa suya.

Yo soy la paz y la alegría, alegría pura y dulce. Yo reino en la justicia y el derecho. Pero ellos rechazan lo que es sagrado.

Las muchedumbres son semejantes a las mareas que suben y bajan.

Hoy se precipitan, gritando, hacia mí. Mañana, me rechazarán de su vida.

¡Ay, hijos de los hombres, ¿cómo puedo soportaras? ¿Dónde vais corriendo? Yo lo sé. Pero os he avisado tantas veces, y permanecéis sordos a mi voz. Jugáis con el fuego, forjando armas homicidas. Desgraciados de vosotros si no os detenéis. Estáis destruyendo vuestros cuerpos, pero vuestras iniquidades destruyen mucho más vuestras almas. Ni siquiera os roza el pensamiento de la eternidad, esta eternidad que conoceréis pronto si no os convertís. Y la encontrareis tal como la habéis querido. Sobre esta tierra no amontonáis más que polvo de eternidad. Y este polvo os seguirá donde vayáis.

     No creéis en el Amor. En vosotros, sólo hay espíritu de lucro. Con un gesto podría yo aniquilaros. Pero os doy una oportunidad.

    El tiempo no existe para mí. Pero para vosotros está contado.

    Porque os quiero a pesar de todo y sobre todo a pesar vuestro.

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