1969

 AÑO 1969

de enero de 1969. (H. 29).

J      Guarda mi Palabra en tu corazón. Transmítela al mundo.

  Grítale el Poder de mi Santo Nombre y la fuerza de mi amor para él.

  Que reconozca la necesidad de la penitencia y del sacrifico para apaciguar el amor ulcerado.

M    Señor, ¿es un adiós?

J     No, hija mía, no habrá adiós entre nosotros. Estoy contigo por la eternidad.

No te perturbes con mi silencio. Sopórtalo por mi amor.

En este momento todo está dicho.

Unos hombres responderán a mi llamada con sus obras.

La angustia de su corazón se unirá a la angustia de mi Sagrado Corazón.

Yo salvaré y condenaré. Es ¡ay! inevitable.

de enero de 1969. (H. 30). En misa:

J    Yo soy la llama que ilumina tu alma y que la calienta. Cuida de no velarla por tu culpa.

 

      Que ilumine todas tus acciones.

J    Encontrarás la santidad en una vida normal con- sagrada enteramente al Amor.

Yo te he encargado de hacer conocer al mundo la grandeza de mi misericordia.

La masa no será jamás la excepción, sino más bien estas almas pequeñas que

 tanto necesito para salvar a la gran mayoría que será, no obstante, limitada.

Hija mía, tú eres un fruto de mi misericordia.

Eres grande solamente por tu debilidad confesada y aceptada humildemente.

Cada uno debe tomar conciencia de su nada, y encontrar en m í la fuerza de soportarse

y de elevarse por encima de su miseria, conociéndola.

La santidad está en la sencillez de una vida justa y recta, dirigida ardientemente

hacia el cielo de donde le vendrá el socorro.

De estas almas pequeñas brotará la difusión del Amor que abrasa y que salva.

11 de enero de 1969. (H. 33).

J      Yo te habitaba incluso en la época de tu extravío. Esperaba pacientemente que te acordaras                                                         de mí, presente en ti. pues, para actuar, era preciso encontrarme.

12 de enero de 1969. (H. 33).

J      Antes de tomar lo que tú no tienes la fuerza de ofrecer, da gracias, y el tentador se llevará buen chasco.

M    ¡Oh Dios mío, enséñame tu amor, tu perdón por tantas infidelidades. Amate a través del corazón de tu pobre hijita.

J      El consagrado debe ser todo amor en una espiritualidad total. Debe estar atento al sufrimiento de sus hermanos y

       llevarles el socorro de su ministerio sagrado.

Debe llevarme al mundo desgraciado que vive actualmente en la angustia causada por sus divisiones.

El materialismo en él, está fuera de lugar. Sacerdote es, sacerdote debe permanecer en la

humildad y en la obediencia a la ley del Señor. El don que de m í ha recibido no debe entrar en contradicción con su   conducta sacrílega.

La unidad no puede hacerse en perjuicio de la fe cristiana.

Sólo serán salvados aquellos para quienes la autoridad y la Palabra del Maestro guían sus vidas.

La falta de obediencia encuentra su castigo en la amargura que deja en el alma esclavizada por el poder de las tinieblas.

En verdad te lo digo, a pesar del amor que tengo todavía para con ellos, mi justicia será implacable para los rebeldes a mi ley.

El escándalo está tomando proporciones inauditas en el mundo. y mi compasión para ellos cederá el paso a mi justicia.

Sus responsabilidades, aumentadas por sus iniquidades, les valdrán el castigo eterno.

Las pérdidas, limitadas por mi misericordia, serán, desgraciadamente, demasiado pesadas.

Cuando el Amor no consigue hacer que el pecador vuelva al buen camino, el castigo le reemplaza.

Es una ley justa. ¿Quién me negará el derecho que tengo de hacer justicia?

21 de enero de 1969. (H. 37).

J    La maledicencia hiere siempre tanto a quien la hace como a quien la sufre.

Comunión distraída:

M  Perdóname, Señor, estaba donde tú no estabas.

J    ¿Hay un sitio donde yo no esté?

Cariñosamente:

J    Almas pequeñas, sois los hijos de mi amor.

M  Mi corazón comprende la pobreza de las palabras que no pueden expresar lo que siente. Por eso, el silencio                                   le conviene mejor para adorarte, ¡oh Dios mío!.

26de enero de 1969. (H. 38).

J       Un pecador que me busca ya no es un pecador, sino más bien un alma herida que camina hacia la Luz y la Verdad.

29 de enero de 1969. (H. 38).

J       Acepto vuestro sufrimiento, mis fieles, en reparación de los ultrajes que recibo continuamente.

Vuestras armas son la oración y el don de vuestros corazones a mi Corazón.

Vuestra reprobación está en el silencio. Silencio doloroso, animado por mi Santa Presencia en vosotros.

Fuerza inquebrantable que cubre los gritos de furor del enemigo de las almas.

El Espíritu es superior a la materia. Obra de manera activa mediante la dulzura de la humildad, la                           sumisión a mi voluntad. Hijitos míos, confiad en que, por medio de vosotros, muchos volverán al seno

 de su Madre, la Santa Iglesia.

de febrero de 1969. (H. 40).

J    El pecado privó a la humanidad del derecho divino hasta el día en que yo derribé el obstáculo entre Dios y los                               hombres, a fuerza de amor, por el don total de mi vida en Sacrificio Expiatorio por los pecados del mundo.

Mis pequeñuelos son mi recompensa. Mi dolor lo constituyen las almas rebeldes, que desprecian al Amor                          Crucificado venido para salvarlas.

Alegría y sufrimiento se dividen mi Corazón. ¡Hijitos míos nacidos de la sangre de un Dios inmolado!.

Hijitos míos, que no queréis conocerme y rendiros al Amor...¿Puedo todavía engendraros?

Cuando vuestro pecado es tan grande...¿ y cómo? Puesto que no lo queréis.

Unas ovejas inocentes siguen al tentador. Ignoran que van hacia las tinieblas.

La luz se aleja de sus almas.

13 de febrero de 1969. (H. 41).

J     Hay que aclarar la situación de la Iglesia frente a Dios, frente al mundo. Dios, primer servido.

Cuidar de las almas: enseñar de nuevo a los hombres el amor de Dios, el odio al pecado.

Limitar en cuanto es posible, lo que favorece el egoísmo, la sensualidad, el amor a los placeres vanos.

Eliminar los elementos turbios que siembran la discordia. Alentar lo que conduce a la santidad.

El mundo desea ardientemente la paz.

¡Ay! es el caos, porque mis hijos están divididos. La locura reina sobre la tierra y en los corazones.

 Hijos m íos, enmendaos. Mirad vuestra obra.

Obra de la cual tendréis que responder en mi presencia. Temed mi justicia, si no escucháis mi voz.

No sois ya los dirigentes de mi pueblo; sois sus verdugos.

Si el mundo sufre actualmente, sois en gran parte responsables de ello.

El mal es grande, pero se puede curar, si lo queréis. Renunciad a esta necesidad que sentís de ensalzaros                               delante de los hombres, pues eso está en contradicción con la santidad de vuestro sacerdocio. No veléis la                               belleza del mismo por vuestra conducta totalmente opuesta a la santidad de mis enseñanzas.

No luchéis más conmigo. No seréis los vencedores. Cuidad de los que os he confiado para que los guardéis.

Obedeced a mi Ministro como a mí mismo, pues es guiado por mi Espíritu, mientras el espíritu del mundo                            se ha apoderado de vosotros. Donde está la división, no está el Amor Increado. Amaos los unos a los otros,                                        por mi amor, y estad unidos firmemente.

Ayudadme también a salvar mi herencia comprobres el amor de Dios, el odio al pecado.

Limitar en cuanto es posible, lo que favorece el egoísmo, la sensualidad, el amor a los placeres vanos.

Eliminar los elementos turbios que siembran la discordia. Alentar lo que conduce a la santidad.

El mundo desea ardientemente la paz.

¡Ay! es el caos, porque mis hijos están divididos. La locura reina sobre la tierra y en los corazones.                                           Hijos m íos, enmendaos. Mirad vuestra obra.

Obra de la cual tendréis que responder en mi presencia. Temed mi justicia, si no escucháis mi voz.

No sois ya los dirigentes de mi pueblo; sois sus verdugos. Si el mundo sufre actualmente, sois en gran parte

responsables de ello.

El mal es grande, pero se puede curar, si lo queréis. Renunciad a esta necesidad que sentís de ensalzaros                               delante de los hombres, pues eso está en contradicción con la santidad de vuestro sacerdocio. No veléis la                            belleza del mismo por vuestra conducta totalmente opuesta a la santidad de mis enseñanzas.

No luchéis más conmigo. No seréis los vencedores. Cuidad de los que os he confiado para que los guardéis.

Obedeced a mi Ministro como a mí mismo, pues es guiado por mi Espíritu, mientras el espíritu del mundo                            se ha apoderado de vosotros.

Donde está la división, no está el Amor Increado. Amaos los unos a los otros, por mi amor, y estad unidos firmemente.

Ayudadme también a salvar mi herencia comprometida gravemente por vuestras disensiones.

La contradicción no conviene a un hijo   de Dios y de la Iglesia. Es propia de los ángeles rebeldes.

       y ¿qué les sucedió? Mi alegría vive en vosotros, mis pequeños, al con- tacto de vuestras buenas obras hechas por mi amor.

     24 de febrero de 1969. (H. 46).

      FUERA DE MI, pobres hijitos míos, no os queda más que vuestro YO.

      EN MI sois algo. FUERA de mí, no hay nada. Os repito que SOLO YO SOY.

     Mi palabra os es dada para que comprendáis su valor benéfico para vuestras almas.

     Pero ¿oís todavía mi Palabra? Vuestros corazones son tan disipados. Queréis renovar el mundo, y no podéis nada sin mí.

    Yo soy el Principio y el Fin. Vuestras obras están vacías, puesto que por culpa vuestra no estoy en ellas.                                               Este deseo de brillar os pierde...

La humildad, tan grata a mi Corazón, está ausente de vuestras almas.

¡Oh hijos m íos, hijos m íos tan queridos, acordaos que, si no lo remediáis, todo mal empeora.

YO SOY VUESTRO REMEDIO. ¿Queréis, pues, al rehusarlo, perder el amor que vuestro Dios os guarda todavía?

Que no os ciegue el orgullo hasta el punto de menospreciar mi poder.

Pensad en el poco tiempo que os queda antes de encontrar mi mirada, que será, según vuestras obras, misericordiosa o enojada.

Habéis dado el sitio que me conviene a lo que no puede más que causar la perdición de muchas almas inocentes.

Es hora, creed me, de renovar vuestros corazones en la escuela de la humildad y de la pequeñez.

27 de febrero de 1969. (H. 49).

H ¡Oh Dios mío, si por desgracia hubiera yo engañado a tantas almas buenas...! ¡Oué terrible responsabilidad!. Me doy cuenta de mi indignidad de manera tan aguda.

J Deja a un lado tu "si"... Descansa en la quietud de mi divino amor con la confianza de los pequeñuelos. Tu nada se ha vuelto M I nada. Y yo me complazco en él...

Estos deseos pueden parecer insensatos, pero son lección de amor para los pequeños "nada"

No pueden hacer otra cosa sino ofrecer sus de- seos, que los enriquecen, créelo, sin que lo sepan. Tú no puedes nada sin mí; por eso sigues humilde; pero la humildad debe reforzar tu confianza en mí.

Ama. Yo me ocuparé de lo demás.

No temas nada, puesto que estoy en ti. Soy tu "yo", por mi Divinidad y por mi Humanidad.

M Dios mío, mira a través de mis ojos, consuela a través de mi corazón, habla a través de mis labios, conforta a través de mí.

Yo estoy, cuerpo y alma, al servicio de mi Dios.

de marzo de 1969. (H. 51).

M ¡Oh Señor, qué alegría trae esta verdad a tu hija: no ser nada para estar más cerca del TODO

 

 

Dios mío, quiero amar como tú amas, con más generosidad y olvido de mí misma, pues es verdad que hay todavía en mí mucho humano.

Pienso en los que te afligen tanto por su conducta. Les deseo todo el bien del cielo, y, sin embargo, no puedo siempre impedirme de tener para ellos algo de resentimiento causado por sus ignominias. Es porque mi pobre corazón no está bastante purificado.

Sin embargo, me has enseñado la distinción que hay que hacer entre el alma y el pecado.

Tú odias al pecado, Señor, y sigues amando tanto al alma.

Así es como quiero comprender y amar. Ayúdame en este sentido, pues conozco tan bien tu dolor de no encontrar bastantes almas pequeñas para seguirte.

El espíritu de las tinieblas ha encontrado un sitio de elección para derramar sus errores.

Esta plaza fuerte puede ser tomada por los corderitos del Señor gracias a la oración y al sacrificio,

.que nos entregarán sus enemigos atados de pies y manos.

J Están dominados por los poderes infernales, y lo 1.1 más horrible es que no lo saben, pues están cegados por las necedades de que están saturados, pretextando bien hacia el mundo.

M Ven, Jesús mío, a socorrer a tu Iglesia, a tus hijos desgraciados. Devuelve a su corazón la paz y la fe

.de los niños pequeños del Dios Bueno.

Tu Pueblo, Amado mío, espera con angustia el socorro del cielo. Defiende tu Iglesia, tu Bien. Renueva su vitalidad, que está en peligro. Pon en el corazón de todos tus hijos una misma fe, una misma humildad, un mismo deseo de unión total en conformidad con la obediencia debida a tu Vicario y a sus directivas, una misma fe en el Espíritu Santo que dirige suavemente toda obra fecunda para el mayor bien de la humanidad.

Todas esas disensiones, estas infracciones graves, estas profanaciones de lo Sagrado, ¿son para el bien de las almas?

Abre los ojos de tus hijos a la luz de la Verdad.

Que vuelvan a encontrar cuanto antes la fe de sus Padres, así como el sufragio de las almas santas que su Dios ha elevado en la gloria, y que ellos rebajan inconscientemente hasta la profanación ya que juzgan inútil y desfasado este florón de la Santa Iglesia, su alegría y su hermosura.

Si, por tu gracia, reconocen al enemigo escondido en su seno, este enemigo será vencido.

Entonces echarán fuera al usurpador de tu Bien, que quiere cambiar este mismo Bien según sus designios infernales, con tanta duplicidad.

La vida de los hombres se pasa esperando lo que debe venir. Y muchas veces, lo que ocurre no está, en absoluto, conforme a lo que esperan.

Pues el porvenir pertenece a Dios.

 J Aquel que no conforma su vida a las gracias recibidas liberalmente de mi Bondad, sin ningún mérito de su parte, es culpable para con el Espíritu.

.

J El progreso debe dejar al hombre su humildad. Si ; engendra la suficiencia y el orgullo, pone en grave peligro su acción benéfica para la humanidad.

Ser humilde es reconocer mi superioridad sobre vosotros, hijos m íos, que sois obra de mis manos.

Estad persuadidos de que la ciencia os es dada en el sentido que yo quiero.

,.

J Mis palabras, al mismo tiempo que se hacen más  escasas, se vuelven más profundas.

Hija mía, de rodillas, venera la cruz sobre la cual, clavado, he redimido los pecados del mundo.

La inmolación del Dios de amor ha sido en vano para muchos, pero este Dios mal conocido, está, créeme, por encima de toda criatura, de toda herejía.

Se acerca la época en que el mundo, desgarrado por el pecado que yo he venido a aniquilar, tomará conciencia de su espantoso sacrilegio.

El ejército celestial está poniendo manos a la obra, y ya luce un rayo de esperanza.

¿Cuál será el precio de la victoria? Será elevado.

Sin embargo, puede ser reducido por la penitencia, la oración ferviente de las almas pequeñas.

En el corazón ulcerado de mis fieles, el espíritu de lucha reemplaza la amargura. La fe se los lleva sobre sus alas, y, a costa de duros sacrificios, dedican su vida entera a la causa de su Dios, burlado, para dar testimonio a la Verdad de siempre, al res- peto de su Santo nombre y de los lugares santos profanados (nuestras iglesias) por la osadía de los hijos de las tinieblas.

Si no hacen penitencia, los que son culpables de traición hacia la Iglesia y su Vicario serán castigados.

Entonces me gritarán en vano su angustia, a mí, a quien persiguen ahora más que lo hicieron durante mi vida pública.

Rezad, hijos m íos, no dudéis de mi protección y de mi amor por vosotros.

Entregaos completamente a la obra de corrección necesaria.

La violencia, el odio, la hipocresía, el desprecio de las cosas santas, el orgullo desmedido, la profanación de mi Sacramento de Amor, los destructores de las imágenes santas, la rebelión en contra de los Superiores, la falta de iniciativa, la dejadez de muchos de ellos, la cobardía de los corazones timoratos que, por respeto humano, no se atreven a levantar la voz para enderezar la situación y clamar la Verdad: he ahí los enemigos de mi Iglesia, los que hay que vencer.

Sed fuertes con mi poder. Estoy con vosotros para el buen combate.

24 de abril de 1969. (H. 64).

J Yo no he dado un mensaje al mundo para la enmienda de un alma, sino para la enmienda de todas las almas.

Yo no he venido para una sola alma, sino para todas las almas.

Durante mi vida pública, hablaba a las muchedumbres, y ellas me escuchaban con fervor.

Durante muchas horas, se alimentaban de mis enseñanzas.

Hoy, sigo hablando. Pues todos necesitáis ser renovados. Para deciros y repetiros mi amor por vosotros he elegido a una alma pequeña, que así llega a ser mi portavoz ante vosotros.

En cuanto a mí, volveré al fin de los tiempos para hacer justicia.

¿Por qué se extrañan algunos de vosotros de mis palabras; que son Espíritu y Verdad1. Son siempre las mismas palabras.

        ¿Habéis cambiado hasta el punto de no reconocerme?

Son páginas del Evangelio. No quito nada a lo que ha sido y a lo que es.

Sed lo bastante humildes para reconoceros en este mensaje que Yo dirijo a todos y a cada uno en particular. Este pasaje o este otro os concierne. Descubridlo a la luz de mi gracia.

30 de abril de 1969. (H. 66).

M ¡Cuán dulce es, Señor, esperar la Luz en medio de las tinieblas!.

Sin embargo, ¡qué angustiosa es esta espera para nuestros corazones doloridos!.

J Hay, desgraciadamente, tinieblas que serán eternas para muchas almas.

y ninguna luz vendrá a confortarles. Pues su crimen no tiene perdón.

Comparto con mis hijos fieles la copa de amargura que ellos 13 llenan despiadadamente con sus infamias.

23 de mayo de 1969. (H. 67).

J La sabiduría del hombre equivale a su adopción de hijo de Dios. La ingerencia de la cruz en su vida asegura su fe, centuplica su esperanza, y afina su caridad.

J Si la fe levanta montañas, la falta de fe hace tropezar sobre una piedrecita.

13 Cuando Jesús, sin más precisión, emplea los pronombres "ellos", designa a sus adversarios. Son, pues, éstos, no sus fieles, quienes llenan despiadadamente la copa de amargura con sus infamias.

Grande es la angustia en el alma de los fieles y esta angustia calma un poco el dolor que me oprime, pues sé que aún tengo hijos amantes y sumisos a mi ley.,La escoria de mi pueblo se encuentra en los bajos fondos del infierno.

Las perlas de mi Reino se encuentran al pie de la cruz.

El orgullo y la suficiencia engendran los frutos del desorden, la angustia de lo desconocido.

Sólo tolero la falta de respeto en el exceso del amor divino que une el alma a su Dios. Recibo entonces sus balbuceos sin preocuparme de los términos que emplea.

15 de septiembre de 1969. (H. 69).

.

J ¡Oh alma de poca fe, si estuvieras más enamorada de la hermosura de tu Creador, harías ya grandes cosas en este mundo para la mayor gloria de Aquel que espera con tanta paciencia el don de tu amor.

29 de septiembre de 1969. (H. 71).

J Hijitos míos, fieles a vuestro Dios, sed confiados y serenos.

Si vuestro Jesús parece dormir, no hay tal cosa. El guía con firmeza la barca de Pedro a través de los arrecifes y de las trampas del enemigo. En el momento debido, él ordenará a los vientos y a la tempestad que se calmen, para que sean salvados los niños inocentes demasiado crédulos, y no siempre culpables, porque fueron engañados por la sutileza de aquellos que, con su falsa teoría, destrozan el alma de los pequeños del Señor y los incitan a desanimarse y a abandonar la sana doctrina. El hombre es perverso y no oye la voz del Amor que él desfigura en actos y en palabras.

de octubre de 1969. (H. 72).

J El Templo del Amor se levanta en su centro, y su centro es la Sede del Papado.

6de octubre de 1969. (H. 72).

J Cuando la gracia ya no basta al hombre, se encamina hacia la perdición. Cuando haya vuelto a ser juicioso, dejará de buscar muy lejos lo que posee ya en su corazón. El temor oprime, el amor dilata.

La confianza hiere mi Corazón con un dardo ardiente y le arrebata los tesoros de gracia que encierra.

La esperanza encuentra en mí un eco profundo que se traduce por un renuevo de amor.

Una fe vacila... Un acto de amor fortalece.

17 de octubre de 1969. (H. 73).

J El pecado del hombre pide su castigo. Por culpa del hombre, ocurre el mal. Y también es en consideración al hombre por lo que yo no doy rienda suelta a mi justicia, pues le amo todavía con un amor infinito.

21 de octubre de 1969. (H. 74).

J El mundo muere por falta de amor, y sólo el amor puede salvar el mundo.

Nadie está muy cerca de mí, sin que yo me sienta obligado a atraerle más.

24 de octubre de 1969. (H. 74).

J Tu miseria atrae mi misericordia y la llena de alegría.

Si yo no tuviera nada que perdonaros, pequeños míos, decidme, ¿de qué me serviría mi misericordia.

Si mi justicia tiene sus razones de ser, ¡cuánto más todavía tiene derechos de existir mi misericordia, pues procede de mi amor por vosotros!. !!

Un Dios se rebaja delante de sus desgraciados hijos pecadores hasta abrirles totalmente los brazos de su cariño. Su perdón y su amor son todo uno, y vuestros pecados no le alejan de vosotros para' siempre.

¡Cuán digno de compasión es aquel que peca con remordimiento, y cuán merecedor del infierno aquel que peca sin remordimiento!.

27de octubre de 1969. (H. 75).

J La gloria de mis hijitos viene del Corazón de su Dios.

Donde hay amor, ya no hay dificultades. Todo se pierde, todo se funde en su inmensidad.

Hija mía, acoge cada alma pequeña con cariño, sé : como una pequeña luz para ella; la fidelidad, la , generosidad son bienes que se merecen, porque, sin amor, es la ausencia de los valores humanos y divinos.

El orgullo es peor que la muerte de los cuerpos, '.., Es la muerte y la corrupción de las almas, y atrae sobre ellas el castigo de Dios.

Temed al pecado. Amad a vuestro Dios y a vuestro prójimo en él.

El sacrificio forma parte de toda vida humana deseosa de llegar a la gloria del cielo. Sacrificios proporcionados a vuestras débiles fuerzas, sacrificios necesarios para apaciguar mi justicia y así salvar las almas.

Tened en vosotros deseos santos para que, así, vuestro corazón se disponga a la gracia.

No busquéis el don de Dios que poseéis ya, esforzaos, más bien en conservarlo en un corazón puro. Sed mansos y pacientes, misericordiosos como yo. Dejad que aúllen los lobos, pues así los reconocerán por sus obras, obras de muerte, porque son sin amor.

13 de noviembre de 1969. (H. 78).

J La elección de un estado de vida va acompañada frecuentemente de un período de luchas dolorosas, ayudadas por mi gracia y fecundadas por ella. Momentos de gran precio en que el alma se siente morir a sí misma, antes de cargar con las suaves cadenas del amor. Pero, muchas veces, semejante cosa sobrepasa en potencia su propio radio de acción.

Hija mía, mortifica tu facilidad para hablar. Víveme intensamente en silencio, en el secreto de tu corazón. ¿Piensas, acaso, que yo no pueda serte suficiente?

Sólo en mi deben ser amadas las criaturas.

La envidia de los malos llegará a ser su propia con- fusión, pues lo que tú enseñas en mi Nombre va revestido de mi poder y está sellado con mi amor. Guarda tu alma fiel en las cosas más pequeñas, humilde y sumisa al Espíritu que la anima.

Déjame el cuidado de juzgar. Tú no juzgues Reza y ama, yo conozco al pecador y su pecado.

17 de noviembre de 1969. (H. 80). En la comunión, Jesús crucificado, inclinado hacia mía, me dijo:

J No, no digas nada. Yo sé y recibo todas tus intenciones. En este momento, sufro los dolores de mi Pasión, aumentados por siglos de ultrajes que no se pueden nombrar.

,

J Reza continuamente; pues, en verdad te lo digo, la insistencia del amor al Amor consigue de él todos los favores.

15 de diciembre de 1969. (H. 81).

J ¡Oh almas de buena voluntad!, no conocéis vuestra felicidad de ser elegidas por el Amor, para pro- pagar su culto.

J Si crees en mí, vencerás... por mí. Piensa Amor y actúa como piensas. Cariñosamente, sé Yo.

Misericordiosa, sé Yo. Ama, perdona, consuela. Yo soy "tú", y tú eres "yo" para ayudar, sostener y amar.

Yo soy el vínculo, por medio tuyo. Las almas vienen a mí... por ti. Cuando consuelas, soy yo.

Sólo cuando amas eres "yo".

 ¡Los pecadores, mi sufrimiento, mi perdón!. ... ¡Mis almas pequeñas, mi dulzura, mi consuelo, mi  amor apaciguado!. _

 Insiste, insiste, insiste sobre la necesidad de la oración y de la penitencia.

Insiste, insiste, insiste sobre la vida de unión conmigo de mis sacerdotes fuera del mundo, para la felicidad de todos y su alegría en mí. El mundo contamina. Yo salvo.

Venid a mí, vosotros que sufrís; yo seré vuestro consuelo. Volved vuestra mirada hacia mí.

Temed lo que os aleja de mí. Evitad el pecado, pues mata vuestras almas de manera cierta.

Camináis hacia vuestro término. ¿Qué me traéis? Nada, sólo la llaga del pecado cometido sin re- mordimiento, desgraciados hijos. Vais corriendo a vuestra perdición porque sois infieles a vuestro Dios y a sus mandamientos.

16 de diciembre de 1969. (H. 84).

J Yo soy el despertar del pecador, pero el pecado es lo que codicia. El pecado es el mal que ha hecho de m í el Crucificado, y este mal no ha de- puesto las armas.

Su fuerza está en su disimulo: en las almas, antes fervientes, y hoy ofuscadas por las tinieblas de la corrupción y del error.

La ira del cielo se manifiesta en sus defensores, afligidos por tanta duplicidad.

El arrepentimiento está lejos, pero mi justicia está cerca. El precio que hay que pagar es elevado.

Almas pequeñas, con vuestra caridad, vuestra generosidad, atenuadlo.

Os amo tanto... Devolvedme este amor aumentado con vuestro "S í" a sus exigencias.

En la comunión:

M ¿Cómo puedes bajar a un corazón tan pobre e incapaz como el mío?

J Es un corazón que me ama sinceramente y que opone su fragilidad a mi amor.

426

Comentarios

Entradas populares de este blog