Prólogo

 PROLOGO




La persona que recibió este Mensaje es esposa y madre de familia. La discreción nos obliga, pues, a presentarla al lector con un pseudónimo: Margarita.

La misma discreción nos obliga a ocultar varios nombres de personas y de lugares.

Antes del Mensaje, presentaremos la autobiografía de la mensajera. El lector se dará cuenta de que dicha autobiografía constituye el marco donde se encuadra el mensaje.

Respondiendo a nuestras instancias, Margarita se resignó a escribirla para comunicárnosla. El estilo, muy distinto del empleado en el Mensaje, es, a pesar de todo, muy hermoso. A veces hemos tenido que retocar algunos pasajes, pues Margarita no posee otra cultura literaria que la que recibió en la escuela primaria.

Ninguna huella de tachadura o de corrección se efectuó, ni en el mensaje ni en la autobiografía.

El manuscrito salido de la pluma de Margarita se compone de varios cuadernos conservados en los archivos del Centro Internacional de la Legión de las Almas Pequeñas en Vaux-sous Chèvremont (Bélgica).

El director Espiritual de la Mensajera

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"MENSAJE DEL AMOR MISERICORDIOSO

A LAS ALMAS PEQUEÑAS"



Este "MENSAJE DEL AMOR MISERICORDIOSO A LAS ALMAS PEQUEÑAS" NO ES UN DISCURSO. Se presenta gradualmente a lo largo de una serie de coloquios entre Nuestro Señor y Margarita.

En 1964 conocimos a Margarita por primera vez, y en 1965 le sugerimos que consignara dichas conversaciones día tras día. Impresionados por el contenido de aquellas conversaciones, a principios del mes de agosto, pedimos a Margarita que anotara las fechas a partir del 7 de agosto de aquel mismo año. Añadiremos el signo *** a los párrafos que no tienen fecha.

Para hacer más clara y fácil la comprensión del mensaje, hemos utilizado tres tipos de diferentes caracteres tipográficos. Las letras normales (las mayores) se refieren a los textos que constituyen la trama esencial del mensaje. A esta categoría pertenecen todos los diálogos entre Jesús y su mensajera. Las letras medianas reproducen el diario de Margarita, diario que recoge sus propias meditaciones o reflexiones piadosas y personales, ciertas descripciones de sus estados del alma, exhortaciones dirigidas a sus lectores para su provecho espiritual, oraciones y anhelos de su corazón inspiradas por su piedad personal. En cuanto a las letras pequeñas, las hemos utilizado para las notas que se encuentran al pie de las páginas y para las explicaciones dadas sea por Margarita sea por el editor para la claridad del texto.

En la transcripción de los diálogos que constituyen la parte esencial del mensaje, la letra J introduce las palabras de Jesús, la letra M las palabras de Margarita, y las letras NS las de la Santísima Virgen.

Los puntos suspensivos ... ... ... indican unas intermitencias en el curso de un mismo diálogo.

Hemos hecho esta nueva edición comprobando con la mayor atención los cuadernos autógrafos de Margarita, y esto nos ha permitido corregir unos cuantos errores y algunas omisiones en las ediciones precedentes. Por otra parte de acuerdo con el Censor del Obispado de Lieja y con la Mensajera, se han suprimido los mensajes puramente personales así como los pasajes de menor importancia en la autobiografía.



INTRODUCCIÓN A LA LECTURA DEL MENSAJE

Frecuentemente, a los temas semejantes al que abordamos en estas páginas, oponen las palabras atribuídas a S. Juan de la Cruz, según las cuales a Dios, habiéndonos transmitido por su Hijo todo lo que tenía que decirnos, no hace falta que le interroguemos más. Y concluyen afirmando que con la última palabra de la Biblia se cerró para siempre la posibilidad de que Dios hable a los hombres.

Pues bien. Precisamente la Biblia, estuche valioso que contiene el depósito de la Revelación divina, nos enseña que, si no hace falta que interroguemos más al Señor, sin embargo le agrada a este mismo Señor interpelarnos; no evidentemente para completar este depósito revelado que confió una vez para siempre de manera intangible a su Iglesia sino para ayudarnos a profundizarlo, a vivirlo más intensamente; para disipar las tinieblas con las cuales el enemigo del alma intenta rodearlo a fin de ocultar su luz; para ponernos en guardia contra las desviaciones de nuestro propio espíritu, demasiado propenso a corromper el sentido de las palabras divinas; para sostener finalmente nuestra débil voluntad y comunicarle un vigor renovado en la valoración de este depósito revelado. En esta misma revelación leemos, en efecto, esta recomendación del apóstol S. Pablo: "¡No apaguéis el Espíritu! ¡No despreciéis el don de las profecías! Probadlo todo y guardar lo que es bueno" (I Tes 5, 19-21).

Por consiguiente, no se pude lanzar ciegamente el interdicto sobre ciertas intervenciones supererogatorias inscritas por el mismo "Espíritu" al margen de este mismo libro de la Revelación, so pretexto de que, habiéndonos dicho todo por medio de su Hijo, no le queda nada que decirnos. Le queda mucho que hacer en ciertas épocas de la historia, para recordarnos lo que nos dijo una vez para siempre, pero que olvidamos tan fácilmente y tan a menudo, sea a causa de nuestra inconstancia, sea a causa de la intervención del enemigo del alma, que se "transforma con mucho gusto en ángel de luz", nos dice el apóstol S, Pablo, para equivocarnos en la interpretación del Mensaje divino; sea en fin a causa de nuestra propia corrupción, puesto que nuestras pasiones no se someten fácilmente al freno impuesto por la Palabra revelada, ya que no abdicaron jamás su propensión innata a deshacerse de ella.

Dicho esto, recordamos lo que se debe entender por la palabra: "carisma".

La Gracia Santificante nos une a Dios por el vínculo de la caridad. La gracia actual nos ayuda a mantenerla y a desarrollarla. Diferente de estos dos tipos de gracia, el carisma es un favor suplementario, concedido por Dios a quien le parece, no para el provecho único de la persona beneficiada, sino también para el de toda la comunidad cristiana.

El apóstol S. Pablo enumera los carismas en su epístola a los romanos y en la primera carta a los Corintios. Son: el don de curación, de predicación, de consuelo, de lenguas, de servicio, de enseñanza, de exhortación y de profecía. El don de profecía puede interpretarse en dos sentidos: primero anunciar el porvenir, y segundo hablar a alguien de parte de Dios: estas dos maneras de hablar se producen bajo una inspiración divina propiamente dicha. Comparando este último don con el de lenguas que usaban ciertos cristianos en sus oraciones, el apóstol escribe: " El que usa el don de lenguas habla a Dios, no a los hombres, pues nadie le entiende, diciendo su espíritu cosas misteriosas; más el que profetiza habla a los hombres para su edificación, exhortación y consolación". (I Cor 14, 2-3).

Al carisma profético, conviene referir la inspiración bajo la que Margarita recibió y transcribió el "Mensaje". Ella habla, de parte de Dios, a los hombres de su tiempo, y, al mismo tiempo, los edifica, los exhorta y los consuela. "Yo te he elegido, le dice Jesús, para consuelo de muchos". (10-6-67).

Será muy interesante para el lector del Mensaje encontrar la respuesta a una pregunta que sin duda se habrá hecho: ¿De que modo intervino el carisma profético en Margarita, en la elaboración del Mensaje? ¿Cómo ha tenido lugar, en ella, su recepción y transmisión?.

A la primera pregunta contestamos: Cuando Margarita recibe las comunicaciones divinas, éstas le llegan por dos vías distintas: una, intelectual; otra, auditiva.

Cuando es por vía intelectual, estas comunicaciones divinas se le manifiestan con la invasión de su espíritu por una luz inteligible que le hace poseer instantáneamente un conocimiento que ella no se ha formulado interiormente a sí misma, sino que lo recibe y lo contempla sin palabras.

Las comunicaciones por vía auditiva las constituyen palabras articuladas que no tienen nada en común con los sonidos materiales percibidos por el oído corporal. Se trata de una audición espiritual percibida en su corazón. 1

En cuanto a la segunda pregunta, que se refiere a la transmisión que nos hace Margarita de lo que ha "entendido" u "oído" en el sentido que acabamos de decir, contestamos que esta transmisión se diferencia según el modo en que se operó en ella la recepción del Mensaje divino.

Cuando la recepción del mensaje se hace por vía intelectual, Margarita elabora entonces verbalmente la expresión de la verdad que se impuso luminosamente a su espíritu, y la transcribe –San Juan de la cruz caracteriza este tipo de transmisión, diciendo que está compuesto de palabras sucesivas-. Manifiestamente, en semejante caso, Margarita pone "algo suyo" en la expresión del Mensaje. Ella misma formula verbalmente lo que el Señor le ha hecho concebir intelectualmente y, por consiguiente, se expresa a su manera, como cualquier escritor transcribe en su propio estilo los pensamientos que ha concebido. Al escribir, pues, Margarita depende de su temperamento, de su grado más o menos adelantado de cultura literaria, de su psicología propia, de su vocabulario propio. De donde resulta que cometa impropiedades de lenguaje, faltas de ortografía, sea por falta de atención o por insuficiente conocimiento gramatical. Puede ocurrir que cometa errores de vocabulario y que utilice una palabra por otra, como, por ejemplo, cuando escribe: "disipadas" en lugar de "diseminadas", "centrífugo" en lugar de "centrípeto". Entonces pertenece a su director espiritual el deber de corregir estas faltas o inexactitudes verbales en el sentido que Margarita ha querido realmente decir, de lo que él se da cuenta por el contexto. Dependiente de su temperamento cariñoso, varias expresiones de Margarita llevarán esta marca hasta el punto de parecer un tanto amaneradas en su formulación. Todo esto se explica por la intervención, en la transmisión del Mensaje, de lo que un teólogo llama muy justamente: el coeficiente Margarita, que hay que tener en cuenta para interpretarlo con prudencia y sabiduría.

En el segundo caso, cuando Margarita transmite el Mensaje reproduciendo por escrito las palabras "oídas en su corazón", no cabe el error (excepto, claro está, las faltas de ortografía, pues Margarita no lee estas palabras, ella las oye en su corazón y las escribe según su propia ortografía, buena o mala). La transmisión es entonces literal. Y nos encontramos en presencia de lo que San Juan de la Cruz llama: "palabras formales", porque están formalmente pronunciadas por Jesús. San Juan de la Cruz subdivide todavía estas últimas en dos categorías: las palabras formales y las palabras formales-substanciales. Su diferencia reside en el hecho de que las palabras substanciales son de tal eficacia que su realización es concomitante a su emisión. He aquí dos ejemplos que sacamos del Mensaje. El 23-XII- 67, Margarita escribe: "Estando demasiado enferma para asistir a misa, sufría por no haber recibido a Jesús en la santa comunión. Como me encontraba un poco mejor por la tarde, fui a pedirle la comunión a mi Padre espiritual. Cuando yo daba las gracias a Jesús por haber bajado a mi corazón con tanto amor, El me dijo: ¿Podría yo ocultarme cuando me buscas con tanta constancia?". Y Margarita reconoce enseguida la realización de esta palabra substancial por la evasión de su alma en un encuentro experimental con Jesús: "Parece como si mi alma se hubiera separado de mi cuerpo para ir al encuentro de la inefable Verdad de siempre". E otro ejemplo es del 24-II-66: "¿Más amor, me dices? Tendrás todo el amor que deseas y que puedas soportar, e incluso, si lo quieres, el que no podrás soportar". Y Margarita enlaza enseguida: "En aquel momento, me sentí quemada por el Amor y penetrada por su llama".

Lo que en el Mensaje pertenece únicamente al Diario de Margarita, está transcrito en caracteres medianos reservados para las palabras sucesivas. El conjunto de diálogos insertos en la trama de este Diario, constituye el Mensaje propiamente dicho. Lo hemos transcrito en caracteres normales (los mayores) reservados a las palabras formales. Algunas entre éstas (como las que hemos mencionado más arriba) son substanciales; otras parecen ser solamente sucesivas, pues parece que han sido elaboradas por Margarita después de Haber recibido su conocimiento por vía intelectual y no auditiva.



CONTENIDO DEL MENSAJE

Al leer el Mensaje, hay que recordar que no ha sido preconcebido por Margarita como lo haría un escritor que se propone escribir un libro. Se encuentra inserto en un diario íntimo, donde Margarita consigna día a día la trama de su existencia muy corriente de esposa y de madre de familia vivida a la luz de su vida cristiana. Se trata, pues, de confidencias hechas a su director espiritual para tenerle al corriente de su estado de ánimo en medio de las incidencias de su vida diaria. Se entremezclan con reflexiones, meditaciones, oraciones, arrebatos espirituales, y algunas veces exhortaciones inspiradas por el espíritu profético con que el Señor la gratificó en el sentido explicado anteriormente. El punto culminante de estas confidencias se alcanza en los diálogos. ¿De qué tratan? Ante todo, de un mensaje de amor dado por Jesús a las almas pequeñas. La sustancia de estos diálogos no está dada en el abstracto, sino en el cuadro concreto de la Iglesia actual, tal como la ve Jesús, la persona del Santo Padre, de los obispos, de los sacerdotes, el mundo y la humanidad.

Puesto que el mensaje es, ante todo, un mensaje de amor, el Señor pide a los suyos una regeneración del amor, un conocimiento más profundo de su amor: "Puesto que mi mensaje está basado sobre el amor, sólo te puedo hablar del amor" (8-III-67). "Os mando mi mensaje de amor. Profundizad su doctrina y ponedla en práctica" (4-XI-66). "El mensaje calentará con su llama de amor el lugar donde penetre". (12-I-67).

El Mensaje contiene una enseñanza para las almas pequeñas ignorantes y débiles, cuyo corazón es, sin embargo, "accesible". Esta enseñanza se caracteriza por su sencillez, su nitidez; no está sintetizada (como lo haría un profesor de teología), sino desmenuzada día a día, como lo hacía Jesús para sus discípulos durante su vida pública. Esta enseñanza se centra sobre la vida de santidad y de perfección en la intimidad con El. No intentemos, pues, descubrir en esta enseñanza la expresión de una teología sistematizada.

Jesús no pierde jamás de vista la condición de "pequeños" de aquellos a quienes El se dirige y acerca de quienes El dice: "La teología no está al alcance de todos los pequeños, pero el amor se deja alcanzar por ellos"(15-II-67).Es una enseñanza de amor basada en la redención, en la verdad opuesta al error, en el bien opuesto al mal, sobre el reinado de Dios en las almas que se entregan a El, sobre la ascesis personal. Pasa revista a todas las virtudes evangélicas: alabar, glorificar y servir a Dios. "Ofrece tus pequeños sacrificios..." "Sé paciente y misericordiosa..." "Anda sin temor sobre el camino de mi amor..." "Ten confianza en mí..." "Asciende en mi amor..." "Expulsad de vuestros corazones todo pensamiento triste...", etc.

Esta enseñanza a las almas pequeñas reviste, sin embargo, un aspecto particular porque está dada de acuerdo al ambiente en el cual evoluciona actualmente la vida de la Iglesia y del cristiano.

La descripción que él hace del mundo es sobrecogedora. Allí se encuentra descrita crudamente la humanidad, aunque, en general, con su pecado, su perversidad, su orgullo, sus pretensiones insensatas. Jesús habla insistentemente de este mundo en perdición y amenazado de ruina, estigmatizando su iniquidad, su corrupción, su rebelión contra Dios: "Este mundo trastornado hasta sus cimientos, no vuelve a tomar conciencia de la realidad. Su natural perversidad no soporta ninguna contradicción" (1-I-68).

A los hombres que pertenecen a este mundo trastornado los designa con el pronombre: "ELLOS": "Ellos se han hecho la vida tal como la han querido, a la medida de su pobre inteligencia" (15-I-67). "ELLOS tendrán la paz únicamente si la desean; si no, será la catástrofe... ¡Ah hijos de los hombres!, ¿cómo puedo Yo aguantaros? ¿Adónde vais corriendo? Yo lo sé. Pero os he avisado tantas veces... Estáis destruyendo vuestros cuerpos, pero vuestras iniquidades destruyen aún mucho más vuestras almas. Encontraréis la eternidad tal como la habéis querido"(29-XII-66).

"ELLOS adelantan mi hora con sus iniquidades" (2-III-67).

La descripción que El hace de la Iglesia es tan severa como la del mundo; pues la Iglesia se deja contaminar por éste.

El pronombre "ELLOS" aparece también aquí para designar a ciertos obispos, sobre los cuales caen unas palabras temibles: "¡Qué responsabilidad para aquellos a quienes he dado tanto poder para hacer y deshacer! Sus protestas tímidas no les salvarán, pues ELLOS conducen a mi pueblo a la ruina. ¡Desgraciados los que, pudiendo hacer algo, no hacen nada! Pues, si mi sed de amor es grande, no es ciega, y las cuentas pedidas serán terribles" (6-I-68). "¿Qué hacen con la autoridad que yo les he dado? Responsables, sí: yo les considero como responsables de la perdición de las almas. ELLOS no alzarán los hombros en mi Presencia" (23-VI-68).

"ELLOS" designa también a los sacerdotes que niegan los dogmas fundamentales de la fe cristiana, tales como el pecado original, la caída de la humanidad, el pecado personal, la redención, la resurrección corporal de Cristo, la Concepción Inmaculada de Ntra. Sra., su maternidad divina, la esencia sacrificial de la misa, que ha llegado a ser para ellos simplemente la conmemoración de la cena del Señor; estos sacerdotes que desprecian la Eucaristía, en la cual niegan la Presencia real y permanente del Salvador, que se mofan del culto debido a la Virgen y a los Santos y que rehúsan el respeto debido a la Majestad divina y la obediencia debida a la Iglesia en sus instituciones litúrgicas: "ELLOS se encaminan por una vía incompatible con la sana doctrina de la Iglesia" (5-VI-67). Aludiendo al abuso que hacen de un texto del Concilio para preconizar cierta "apertura al mundo" y convirtiéndola en "apertura" para su corrupción, Jesús dice: "ELLOS quieren convertir el mundo. Y jamás el mundo ha estado tan lejos de la conversión. ¿Y qué sacan? El caos completo. ¿Y el amor? Sólo sirve para encubrir sus ineptitudes. Yo he dicho: ¡Ay de aquel por quien se produce el escándalo!" (22-IV-68).

Por fin, designa del mismo modo con el pronombre ELLOS a los cristianos voluntariamente infectados por el espíritu del mundo: "La red tejida por el enemigo de las almas es estrecha, y hasta los elegidos mismos se dejan engañar". "Si ellos hacen penitencia, les ayudaré con todo mi perdón. Es el reino de Satanás" (21-V-67).

De ahí las quejas amargas en boca de Jesús: "Mírame y dime si hay peor dolor que el mío. ¡Ay! Los pecados del mundo me hacen sufrir mucho más que tú, pobre hija mía". Estas quejas se repiten a tal punto sobre los labios de Jesús que Margarita no puede reprimirse y le dice: "Siempre me hablas de los que te afligen..."

De ahí también los graves avisos al mundo amenazado de una catástrofe sin igual causada por el hombre mismo: "Una amenaza terrible se cierne sobre el mundo" (21-IX-66). "La sombra de la destrucción se cierne sobre el universo. Si los pueblos no se convierten, que esperen graves calamidades en el mar, en la tierra, y en los aires" (15-I-67).

Avisos no menos severos a los responsables de la Iglesia. "Momento terrible en verdad, cuando ellos comparezcan delante de mí. Tendrán que dar cuenta de ellos mismos y de los que les había sido confiados" (19-I-66).

¿Quiénes son estos responsables? Jesús los descubre; son los lobos disfrazados con piel de oveja, los falsos pastores que se cuidan ellos mismos a costa del rebaño: "Hay lobos en mi redil. Y como van cubiertos de una piel de oveja, los justos mismos están engañados. Una amenaza pesa sobre mis pequeñas ovejas. Aquellos, los rechazaré de entre los vivos" (6-V-67).

Sin embargo, por ulcerado que esté, el Corazón de Jesús no abdica nada de su infinita misericordia. Y por eso propone a la Iglesia y al mundo de los medios apropiados para salir de la vía en lo que se han encaminado. Primero, la penitencia: "¡Corazones insensatos, corazones de bronce, que proclamáis vuestra propia condenación, penitencia por vuestros pecados! ¡Penitencia por los pecados del mundo! ¡Penitencia, penitencia, penitencia!" (18-I-68).

El medio providencial que su "Mensaje" viene a suscitar para purificar a la Iglesia y convertir al mundo, y, por consiguiente, para descartar la amenaza del castigo, es la organización de un batallón de salvación, la legión de las almas pequeñas. Estas están descritas y muy bien analizadas en la persona de Margarita, la mensajera. Su misión se traduce bajo diferentes formas. Están llamadas a transformar el mundo por sus oraciones, sus sufrimientos, su holocausto. Ellas pueden "cambiar el curso de las cosas, renovar la faz de la tierra". Se alistarán en una legión llamada: "La Orden de las Almas Pequeñas del Corazón Misericordioso de Jesús" (1-IV-67). Se asociarán a Jesús en la Obra de la Redención: "Almas pequeñas, ¿queréis ser conmigo los hijos de la Redención? He aquí que os pido lo que me pidió mi Padre..." (5-VII-67). Además de enseñarles la santidad, las directivas más precisas les están dadas en el párrafo donde Jesús les expone detalladamente lo que debe ser, según El, "la Jornada de un alma pequeña" (5-XII-67).

Queda uno impresionado por la fuerza del Mensaje, por el vigor de ciertas palabras que revelan la indignación del Señor (Recuerdan los escritos de Sta. Catalina de Siena). La angustia de Jesús se manifiesta: "Quedan tantos por salvar... ¿quieres ayudarme?... Estoy tan cansado, y ellos son tan indisciplinados..." (19-III-67).

Destacan dos características originales del Mensaje: su actualidad y su urgencia. Fue confiado gradualmente a margarita a partir de 1963; trata de los grandes problemas y sucesos contemporáneos, el Concilio (más bien brevemente), las encíclicas de Pablo VI, la herejía modernista, el cisma en la cristiandad, las guerras (Israel y Vietnam). La difusión del Mensaje no es menos urgente. Se impone por la situación difícil en que se encuentran actualmente la Iglesia y el Mundo.

Estas consideraciones sobre el contenido del Mensaje parecen invitar al pesimismo. En efecto, parece que la iniquidad, llegada a su colmo, haya pasado este límite del que habla la Escritura y más allá del cual la justicia divina no tolera mayor extensión. Sin embargo, algunas palabras pronunciadas por Jesús en su Mensaje nos invitan, más bien, a una esperanza llena de confianza. Cuando no sea más que esta palabra: "Se ha hecho oír mi voz en el mundo. Tendrá que escucharla y acogerla. QUIERO FORZAR LA PUERTA DE SUS CORAZONES CON MI AMOR" (9-IV-68).

El director espiritual

De Margarita

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